Varias generaciones de búlgaros crecieron con las películas infantiles “eternas” búlgaras de los años 60 y 90 del siglo XX. Después de un lapso de casi dos décadas, se nota un renacimiento de las producciones infantiles, cuyo inicio estuvo marcado por la aparición de varias series televisivas y películas destinadas al público joven.

“Las películas para los espectadores más pequeños son de una importancia excepcional y tanto los autores como los productores se dieron cuenta de que debe existir un arte nacional orientado a ellos −explica este fenómeno el director de cine Andrey Jadzhívasilev−. Las condiciones en Bulgaria en este sentido son bastante limitadas, pero creo que podemos competir con los títulos extranjeros con historias interesantes que estén próximas a los niños búlgaros para que puedan identificarse con sus protagonistas. Aparte de divertir, las películas deben inculcar valores morales a los menores. Estas películas siguen siendo deficitarias, por esto decidí dedicarme a este tema”. 

El joven realizador concibe el renacimiento del cine para menores como su causa personal no solo porque las películas infantiles le encantan y descubre en ellas la posibilidad de hacer proyectos de cualidad, sino porque le encanta trabajar con menores.

“Para mí es más fácil trabajar con niños, ya que son muy naturales y cuando acertamos con el papel, la actuación es muy auténtica. La cultura visual del público ha mejorado considerablemente, lo que exige que las películas búlgaras sean competitivas en términos de calidad técnica y argumento. Aún nos queda un largo camino por recorrer en este sentido para diseñar una estrategia orientada a producir más películas para el público infantil”.

Andrey Jadzhívasilev dice, convencido,que en Bulgaria hay muchos niños talentosos y uno de ellos es el pequeño Martín Paúnov. Lo llaman “la gran promesa del escenario búlgaro”, “el chico de enorme talento“. Con solo 13 años de edad ya ha participado en numerosas producciones publicitarias, series de televisión y películas de ficción. Por primera vez fue notado a la corta edad de 6 años y desde entonces literalmente fue creciendo en el podio teatral.

En el poco tiempo libre que le queda −ya que la vida del pequeño actor es bastante ajetreada entre la escuela, los rodajes y los ensayos− , Martín prefiere reunirse con amigos. El joven también es vicecampeón mundial de karate–do. Reconoce que a veces le resulta difícil compaginar los entrenamientos con las múltiples tareas que tiene, sin embargo nunca ha pensado dejarlo. En realidad, el deporte le ha ayudado mucho. 

“El kárate me ayudó mucho al comienzo de mi carrera como actor, ya que me enseñó ser disciplinado, desarrolló mis habilidades motoras que son una parte integral de la profesión del actor −comenta Martín− . En lo que se refiere al talento, hacen falta grandes esfuerzos para desarrollarlo; al menos yo he me he esforzado mucho, porque el talento sin esfuerzos será desperdiciado”.

Martín Paúnov es un gran aficionado del cine infantil búlgaro del pasado y está convencido de que las antiguas películas para menores búlgaras nunca caerán en el olvido. Él mismo quiere participar en una película de ciencia ficción o de acción, pero su mayor sueño es que un algún día pase por la alfombra roja y que gane un Oscar. Desde luego, no se limita solo a estos dos sueños, pero mantiene los demás en secreto para que puedan hacerse realidad.

Versión al español de Hristina Táseva 

Fotos: archivo y archivo personal