Los habitantes de la ciudad de Varna, capital marítima de Bulgaria y las personas que pueblan las localidades del litoral del mar Negro saben que a una profundidad superior a los 150 metros, este mar es un mar muerto debido a la inexistencia de oxígeno y la capa de sulfuro de hidrógeno. Se preguntan, no obstante, por qué cada año que pasa va bajando la población de rodaballo, una de las especies piscícolas más codiciadas, por qué va desapareciendo asimismo el espadín (Sprattus sprattus). ¿Por qué ha desaparecido de esta cuenca marina el caballito de mar, tan familiar para todos?
Para estas y más preguntas tienen sus respuestas los científicos del Instituto de Oceanología de la Academia de Ciencias de Bulgaria.
”El monitoreo que en los últimos años viene efectuando el Instituto pone de relieve, de verdad, una reducción de las reservas piscícolas de todas las especies en el mar Negro −señala ante la emisora regional de Radio Nacional de Bulgaria en Varna la Dra. Radoslava Békova, autora del informe sobre estos análisis, recientemente presentado−.
En el bienio 2017−2018 se desarrolló un monitoreo piloto a cargo del Instituto de Oceanología. Hemos constatado una contaminación superior al 80% por desechos artificiales de polímeros, o sea de plástico. Son un problema para el rodaballo, al igual que para todas las especies de fondo, las contaminadas aguas residuales vertidas en el mar. La capacidad de las estaciones depuradoras de aguas no está diseñada de manera que, en verano, puedan dar tratamiento al aumento del volumen de estas aguas originado por el mayor número de turistas. Actualmente, por la crisis causada por el coronavirus, colegas nuestros que están examinando la situación dicen que el mar está un poco más limpio, por la falta de muchas personas. Hay que invertir en incrementar la capacidad de las estaciones depuradoras porque todas las aguas están siendo vertidas en el mar Negro.
Aparte tenemos el escurrimiento de ríos grandes como el Danubio y el Kamchia, en las zonas costeras búlgaras del mar Negro. Se trata de ríos de una carga orgánica excesiva de nitrógeno y fosfatos, que provocan el florecimiento de fitoplancton. Éste agota el oxígeno en el agua marina. Si a esto sumamos el aumento de la temperatura del agua en unos tres a cuatro grados centígrados que se produce hasta en invierno, comprobamos que esto altera extraordinariamente el ciclo vital de los peces. Las cosas están interrelacionadas, pues los cambios repercuten hasta en las cosas más anodinas, empezando por el fitoplancton para llegar a la cima de la cadena alimentaria en el mar Negro, en la que viven nuestras tres especies de delfines”.
Este año el Instituto de Oceanología realizará asimismo un monitoreo del impacto del entorno en la población de la rapana venosa y de los mejillones blanco y negro en la zona búlgara del mar Negro, adelanta la Dra. Békova. La científica recuerda que treinta años atrás las capturas con redes de arrastre no estaban aún reglamentadas, lo cual tuvo por resultado daños perdurables en el fondo del mar y en los hábitats de diversas especies. A juicio de la estudiosa, el problema estriba en la inexistencia de control y también en el hecho de ser desatendidas las conclusiones de los científicos.
“El problema tiene dimensiones mundiales, en todas partes se viene observando cómo se vuelven diminutas las especies básicas de peces −dice la Dra. Békova− . Del comportamiento de los humanos y de la gestión en este terreno depende si en el futuro afrontaremos o no un desastre ecológico por las capturas excesivas y la caída en picado de las reservas piscícolas.
Nos esforzamos por dar la voz de alarma sobre los problemas que se van produciendo, pero muy raras veces encontramos comprensión. Los gobernantes no suelen prestar atención ya que la ecología es una empresa costosa, reclama inversiones cuantiosas. También se exige decretar algunas restricciones, algo que desagrada a la gente de distintos sectores económicos. Uno de los problemas ecológicos de peso reside en las obras de construcción excesivas que se hacen en el litoral del mar.
Una de las playas, extraordinariamente hermosa, se encuentra ahora amenazada por el norte y el sur debido a la construcción de grandes hoteles, obras que lesionan su encanto. En esa zona hay asimismo una laguna, declarada zona protegida, incorporada a la red Natura 2000. En esta laguna hay especies de peces y de aves endémicas y esto es, en realidad, un aspecto importante de nuestra vida y lo hemos de proteger y conservar para las generaciones venideras”.
Adaptado por Guergana Máncheva en base a una entrevista de la emisora regional de Radio Nacional de Bulgaria en Varna
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES, io-bas.bg, archivo
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