El Museo Regional de Blagóevgrad vuelve a abrir el guardarropa de los antiguos búlgaros para mostrar la historia y la transformación de una de las vestimentas más típicas que usaban las búlgaras de finales del siglo XIX y principios del XX: el sayo. La exposición montada en el museo presenta asimismo entrevistas a ancianas que guardan el recuerdo de cómo se elaboraba el sayo, y de este modo se establece un interesante diálogo con la generación de la primera mitad del siglo XX.
El principal objetivo de la muestra es la realización de un documental dedicado al sayo.
“El sayo negro es una vestimenta femenina que cubre la camisa. Hablando en términos más concretos, su patrón es análogo al del caftán oriental”, cuenta la doctora Malinka Stamátova. En nuestra región esta vestimenta tiene las mangas largas, pero existen variantes cuyas mangas son cortas. El sayo se elaboraba con lana, pero en tiempos más antiguos existían sayos blancos que se confeccionaban con lino y algodón para las fiestas y para el verano.
“Esta ropa era como una segunda piel de la persona que la llevaba, ya que se usaba durante todo el año dependiendo del grosor de la tela en la que estaba realizada. Aquí, en la región de Blagóevgrad, incluso durante el verano se utilizaba un sayo de lana a finales del siglo XIX y principios del XX, a causa del clima montañoso”.
Otro rasgo peculiar del sayo de Gorna Dzhumayá (Gorna Dzhumaya es el nombre antiguo de la ciudad de Blagóevgrad, en el sur de Bulgaria) es su color. Se elabora en colores bastante oscuros en comparación con todos los trajes rojos o de multicolores que estamos acostumbrados a ver en otras partes de Bulgaria. Los elementos importantes de este traje típico son el cinturón de lana rojo o negro. El delantal con frecuencia también es de lana roja, a rayas, y la tela puede ostentar múltiples ornamentos.
En periodos posteriores cobró popularidad el delantal de tela con hilos de metal que solía llevarse durante las fiestas. El traje festivo de la región de Gorna Dzhumayá destaca por los cinturones elaborados con abalorios que datan de los primeros decenios del siglo XX. Se trata de una cinta de terciopelo con elementos vegetales bordados de abalorios de distintos colores y pequeñas hebillas, llamadas páfti, que se parecen a una corona.
El sayo como traje femenino se conservó hasta mediados del siglo XX, cuando poco a poco comenzó a ceder ante la indumentaria urbana de tipo europeo. La Dra. Malinka Stamátova precisa que en las aldeas situadas en lo alto de la montaña el sayo se utilizaba hasta los años 50 del siglo pasado.
“El sayo se ha ido transformando a través de los años y poco a poco se convirtió en el actual vestido. Los ornamentos del sayo indicaban del estatus de la familia”, explica la Dra. Stamátova.
Pueden conocer más detalles sobre la moda de las búlgaras del siglo pasado AQUÍ.
Versión al español de Hristina Táseva
Fotos: BNR Blagoevgrad
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