Mijaíl Minkov es astro-fotógrafo y diseñador gráfico. Armado de su cámara, se dedica a explorar los enigmas del cielo nocturno. El equipo del programa Isotopía, de Radio Nacional de Bulgaria, le lanzó el reto de registrar con su cámara no la forma de recibir el amanecer del 1 de julio, sino la de despedir esta jornada, celebrada cada año en Bulgaria tradicionalmente. Minkov recogió el guante y viajó centenares de kilómetros para tomar fotos de los instantes postreros del emblemático 1 de julio y capturar la gestación nocturna del nuevo segundo día de julio.
Tenía el tiempo limitado y su área de acción se insertó en las afueras del pueblo de Krapets y las vírgenes playas septentrionales del litoral búlgaro del mar Negro, que casi rozan la frontera de Bulgaria con Rumanía.
Pese a ser un artífice avezado en la astrofotografía y capaz de revelar la inconmensurable hermosura de la Vía Láctea, en su presente cometido Mijail no pudo mostrar las estrellas, porque el tiempo no lo permitió. Envuelto en una bruma y una humedad sumamente penetrantes, que a la costa llegaban procedentes del mar, este astro-fotógrafo se embarcó en una aventura de medianoche para descubrir auroras boreales búlgaras de otra dimensión.
“Ha valido la pena”, expresó el fotógrafo al final de su aventura. El desafío le había sacado de la rutina del día a día, que para él, un hombre casado y con dos hijos de corta edad, es una rutina dulce y llena de emociones.
Gracias a la cámara que maneja y a su sensor de elevada clase, muy sensible a la luz, Mijaíl consigue capturar paisajes que uno no es capaz de ver con el ojo desnudo. “Es algo que no cesa de motivarme para hacer lo que es mi ocupación”, dice. Mijaíl procura tomar fotos de lugares nuevos cada mes y mantener vivo su placer de practicar la astrofotografía. Confiesa que la zona del litoral septentrional búlgaro del mar Negro es su lugar predilecto. “Cuando llegué a Varna y puse rumbo a Krapets me sentí invadido por una ligera excitación y placer. Percibir el olor del mar y la fragancia de la lavanda en flor es una sensación única”.
Su misión, que fue tomar fotos al despedirse del 1 de julio, tuvo un final un tanto triste. “Lamentablemente no había estrellas y sí bastantes nubes, pero despertaban interés unas formas abstractas en el cielo, que eran presagio de una tormenta”, expresó el fotógrafo describiendo el clima repentino. Está contento con su trabajo, pese a que ha capturado una despedida triste y sombría del 1 de julio. Al fin y al cabo le gusta el tiempo extremo y el resultado que ha obtenido en esos momentos de encariñamiento con las veleidades del tiempo es más que impresionante.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: cortesía de Mijaíl Minkov
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