Un año más, marcado por el Covid–19, se nos está acabando imperceptiblemente mientras los trabajadores del turismo hacen balances e idean planes para el futuro próximo, por más borroso que se vea. Ciertamente, la pandemia ha vuelto al revés todo nuestro modo de vida y también la forma de viajar. Sin embargo, a pesar de la total inseguridad y las reglas en permanente cambio debido las medidas restrictivas, el ramo supo resistir y hasta marcar un crecimiento apreciable.
En 2021 Bulgaria ha recibido cerca de un 40 % más turistas en comparación con el año anterior, según afirmaciones de Rumen Draganov, director del Instituto para Análisis y Evaluación del Turismo. La temporada veraniega ha transcurrido exitosamente, duplicándose la estancia de turistas extranjeros en los centros marítimos búlgaros.
“Sin embargo, todavía nos mantenemos a un 30 % por debajo de los niveles anteriores al prepandémico año 2019 −agrega Rumen Draganov, expresando además− . Es este un año que demostró que el turismo búlgaro puede funcionar sostenidamente, sobre todo tratándose del negocio familiar, los pequeños hoteles familiares y corporativos. Pero el ramo ha demostrado sus posibilidades también en el ámbito de la renovación tecnológica. Se ha implantado muy rápido la digitalización en lo referente a reservaciones y anulaciones de viajes, como al comercio que utiliza las llamadas tiendas electrónicas para el suministro de productos alimenticios, entre otros”.
La implantación del certificado verde en un momento oportuno para nuestro turismo, o sea, a finales de octubre, cuando la temporada había terminado en la costa del mar Negro y todavía no estaban abiertos los centros de montaña para la estación de esquí es una medida adecuada, en opinión de Rumen Draganov. Porque supone cierta previsibilidad y arroja ya buenos resultados, a juzgar por el sustancial crecimiento de reservaciones para la temporada de invierno.
No obstante, una encuesta nacional, organizada por la Asociación Búlgara de Profesionales en Mercadotecnia Hotelera, muestra que el 14 % de los hoteleros de país ven el certificado verde como un serio obstáculo para su negocio durante 2021, y una tercera parte de ellos declaran que el principal reto en el año por transcurrir es la falta de cuadros y los crecientes precios de la energía eléctrica.
Además, por las medidas de restricción de los viajes, el ramo, por segundo año consecutivo, cuenta ante todo con los turistas búlgaros que se reorientaron a los hoteles del país y sobre todo las casas familiares en ambientes naturales, dejando de lado los grandes complejos hoteleros.
“Sobre todo en julio y agosto tuvimos muchas visitas y una crecida demanda por los lugares de interés histórico–cultural”, explica Daria Zaríchinova, de la asociación Tour Club ReMarc, de la que forman parte dueños de lugares turísticos de cuatro municipios en la región de la cordillera Balcánica, que desarrollan turismo ecológico y de aventura, y prosigue:
“Esto, por un lado, es para nosotros un motivo de alegría, porque debido a la pandemia un alto porcentaje de los turistas búlgaros permanecieron en el país. Ellos tienen un marcado interés por lugares desconocidos. Y no se trata solamente de los hoteles, restaurantes o bares, sino de todo tipo de lugares de interés cultural o natural. Estoy esperanzada de cara del futuro, porque nuestra región supo responder a estas crecidas necesidades de atracciones variadas y bien mantenidas. Octubre y noviembre son meses tradicionalmente flojos para nosotros, pero el cuadro global nos permite hablar de un buen final para 2021”, expresa en conclusión Daria Zaríchinova.
Versión en español por María Páchkova
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