El Museo de Historia de Vélingrad tiene la mayor colección y exposición de huevos pintados de Bulgaria. Un enorme mérito para conservar esta tradición antigua tiene una artista local, María Málcheva, quien dedicó muchos años de su vida a la tarea de buscar y salvar del olvido modelos casi centenarios.
Esta artista genuina nació a finales del siglo XIX en el pueblo de Ládzhene, que hoy es un barrio de la actual ciudad de Vélingrad, en el Sur del país. Después de terminar la escuela secundaria local, María se trasladó a la capital, Sofía, para continuar sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes. Allí conoció a famosos artistas e intelectuales búlgaros y participó en la fundación de la Sociedad de Artistas Nuevos, que más tarde pasó a llamarse Unión de Artistas Búlgaros. Falleció en Sofía en 1986, dejando tras de sí un patrimonio increíble de dibujos originales sobre huevos pintados y bordados sobre toallas, pañuelos y calcetines tradicionales de boda.
En la década de los 50, en los tiempos turbios cuando el gobierno comunista quería acallar la voz de la iglesia y no toleraba las festividades religiosas, las viejas tradiciones vinculadas desde hace siglos con estas festividades comenzaron a desaparecer. Por esto María Málcheva se propuso recoger los restos de las tradiciones populares de la zona, sobre todo en la forma genuina de adornar los huevos de Pascua, y comenzó a visitar a las ancianas que vivían en la ciudad y en las aldeas vecinas con la idea de salvar del olvido las viejas prácticas.
“Este trabajo de la artista –dice Gueorgui Kúmanov, curador jefe del Museo de Historia de Vélingrad– no tiene precedente en la historia búlgara de la etnografía. – Es cierto que se conservaban aún algunos dibujos similares de principios del siglo XX, recogidos por otros etnógrafos, pero María Málcheva logró hacer un retrato bastante más completo y exacto de los modelos de dibujos tradicionales practicados en el pasado. No era nada fácil elegir una sola práctica, por más cerca que estuviese de la tradición popular de Pascua. Pero María Málcheva consiguió reunir los modelos más típicos de esa región meridional de Bulgaria, donde conviven, desde hace siglos, búlgaros cristianos y musulmanes”.
En la actualidad, en el Museo de Historia de Vélingrad se pueden ver o admirar, mejor dicho, 58 tableros con 107 dibujos de huevos pintados por la talentosa artista. Más de 200 modelos están dibujados con profusión de detalles primorosos.
El huevo de Pascua típico de Vélingrad es de color rojo con finos ornamentos blancos, dibujados de punta a punta con cera derretida por medio de una pluma especial.
"En cada huevo de Pascua vemos pintada la cruz, entorno a la cual se añaden ornamentos vegetales y rosetas – continúa su explicación Gueorgui Kúmanov. – La Pascua de Resurrección se asocia con el sol, por eso suele aparecer la esvástica, a la que se suma multitud de diversos ornamentos. Llaman la atención los ornamentos en forma de flores estilizadas, así como la escalera al cielo. En los dibujos de María Málcheva podemos encontrar asimismo algunas figuras zoomorfas, por ejemplo, la mariposa como símbolo del espíritu humano, o la paloma”.
El museo posee, asimismo, otra colección de gran valía, donada por María Málcheva: 65 modelos de toallas y pañuelos de boda y 25 modelos de calcetines abigarrados que no se dan en otras regiones del país.
“A diferencia de los modelos de huevos de Pascua, en los que la artista ha indicado como año de pintura 1956, por ejemplo, en las toallas y pañuelos de boda aparecen años como 1830 o 1850, es decir, estamos hablando de modelos muy antiguos, lo cual nos da una imagen bastante interesante de las viejas tradiciones nupciales de la zona. Los ornamentos vuelven a ser estilizados, algunos están bordados con lana o bien con seda, entrelazadas con hilos plateados o dorados. En fin, tenemos maravillosas muestras de bordados que vienen de muy atrás en el tiempo” – dice el curador jefe del Museo.
Cabe decir, sin embargo, que la tradición de pintar los huevos de Pascua con pluma y cera derretida sigue viva. Hoy en día los hermosos modelos recreados por María Málcheva sobre la base de la antigua tradición popular de esta pintoresca región búlgara son una fuente inigualable de inspiración para las maestras jóvenes que continúan y conservan las viejas costumbres.
Versión en español: Katia Dimánova
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