Los inmigrantes búlgaros en Brasil a comienzos del siglo XX procedían, de hecho, de Besarabia. No eran migrantes que partieran de aldeas en Bulgaria rumbo a Argentina y otros países de América del Sur. Este hecho es el que mayor impresión causó a la traductora Maya Daskalova en su primer encuentro con el libro Imigrantes Bessarabianos: Búlgaros e Gagaúzos, que ella tradujo del portugués al búlgaro. Este libro es parte de la trilogía de Jorge Cocicov dedicada a la historia de los búlgaros de Besarabia en el país del café.
El propio Jorge Cocicov es hijo de colonos búlgaros besárabes en Brasil y por tanto este tema es de especial interés para él. La búsqueda de datos sobre el tema convirtió a Cocicov en auténtico colector de destinos humanos, que más tarde él presentó en sus libros. Así nos brinda un invaluable obsequio, exponiendo ante el lector el panorama global de la inmigración besárabe en el país meridional. “Tengo dos grandes sueños: publicar mis libros en Bulgaria para que sepan de nosotros, y obtener nacionalidad búlgara para dejar constancia a mis mis hijos y nietos de que son búlgaros”, comentó el autor a Maya Daskalova.
La gran oleada de inmigrantes búlgaros besárabes en Brasil (unas 10 000 personas) se produjo entre 1925 y 1926, expone Maya Daslakova.
“En realidad realizaron una doble inmigración: primero de Bulgaria en Besarabia, en tiempos de la dominación otomana, sobre todo como resultado de las guerras entre el Imperio Ruso y Turquía como la de 1806-1812, cuando en los tratados fue incluida una cláusula que establecía que del Imperio Otomano podían emigrar al Imperio Ruso determinadas cuotas de la población local. En aquel entonces Besarabia estaba escasamente poblada, tenía grandes extensiones de tierra sin labrar y el emperador ruso abrió las puertas del imperio e invitó a todo quien así lo quisiera a que fuera a esas tierras: no sólo los búlgaros. En realidad Besarabia es un conglomerado de nacionalidades: polacos, húngaros, alemanes, judíos, búlgaros… Les ofreció diversas facilidades: parcelas de tierra gratuitamente, ayudas del Estado para la labranza de la tierra, etc. Así los búlgaros que se trasladaron a Besarabia lograron amasar fortuna. En cuanto se juntaban unas diez familias procedentes de la misma aldea en Bulgaria, fundaban en Besarabia una nueva aldea del mismo nombre. Es así que hay, por ejemplo, dos aldeas de nombre Korten: uno en Bulgaria y otro en Besarabia.
No obstante, después de la Primera Guerra Mundial Besarabia fue anexionada a Rumanía, que impuso otra política, muy desfavorable para las minorías étnicas. Su propósito era que el país se “depurara” de las minorías. A la sazón, en el lejano Brasil, fue abolida la esclavitud. Las enormes plantaciones labradas por los esclavos quedaron sin mano de obra. Entonces el gobierno brasileño resolvió destinar a Europa a emisarios para atraer a inmigrantes y llenar el vacío que se había abierto en su economía brasileña, relata Maya Daskalova. En su búsqueda los emisarios llegaron a Rumania, que les autorizó a desplegar allí su campaña, bajo la condición, sin embargo, de que la misma se proyectara únicamente a las minorías étnicas. Los visados se otorgaban solo a familias enteras. Presionadas por las difíciles condiciones económicas y por el temor a una nueva guerra, y atraídas por la promesa de que serían dotadas de tierra y de que en Brasil les esperaban casas construidas para ellos, escuelas para sus hijos y que allí el pan crecía en los árboles (los emisarios se referían al árbol del pan o frutipán), muchas familias de búlgaros de Besarabia partieron a través del océano rumbo a sus presuntos nuevos hogares, confiando en su estrella de la suerte. El destino, sin embargo, les había deparado otra suerte. Al poner pies en la costa brasileña se vieron totalmente engañados, destaca Maya Daskalova:
“Cuando los barcos llegaron a los puertos de Río de Janeiro y Santos, los inmigrantes fueron llevados a la Casa de Embarque de Inmigrantes de São Paulo. Acudieron al lugar terratenientes que fueron escogiendo trabajadores aplicando casi el mismo principio que en tiempos de la esclavitud. Así los colonos se convirtieron en esclavos blancos, enviados directamente a las plantaciones. Hay un detalle curioso y es que al llegar una grupo de 2.000 búlgaros de Besarabia, fueron advertidos por sus connacionales que habían llegado con anterioridad a que no partieran para las plantaciones porque serían engañados y no recibirían nada, y que deberían trabajar para reembolsar a los latifundistas el dinero que éstos habían invertido para traerlos de Europa. Los búlgaros besárabes recién llegados se sublevaron y dijeron que no marcharían a las plantaciones. Entonces las autoridades trajeron un tren vacío a la Casa de Embarque de Inmigrantes, al que metieron a la fuerza a todos quienes estaban en el patio, incluidas madres con hijos pequeños, y los enviaron a la isla de Anchieta, donde los aislaron por dos meses como medida punitiva. Los dejaron en condiciones horrorosas, a pasar hambre bajo cielo abierto.
En dos meses murieron 151 personas, inclusive 144 menores. Fallecieron a consecuencia de la hambruna, intoxicaciones alimentarias y diversas enfermedades. “Durante mi trabajo sobre el primer libro de Jorge Cocicov la traducción de esta lista de menores fue el momento más difícil para mí porque escribía literalmente con lágrimas en los ojos sus nombres, sus fechas de nacimiento y su lugar de origen. Lo único que me consolaba era que, al cabo de tantos años, evocábamos sus nombres y que, gracias a los libros de Jorge Cocicov, ellos no serán olvidados”, concluye la traductora.
Esté atento a la continuación de la historia sobre la trayectoria de los búlgaros de Besarabia en Brasil.
Versión en español de Raina Petkova
Fotos: nossalucelia.com.br, @bulgaribrasil, archivo
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