La unificación siempre ha estado en la base de la prosperidad de una sociedad y la lengua, ha sido el fundamento de su identidad. Búlgaros de 18 países de todo el mundo mostraron una vez más cómo puede suceder eso con la ayuda de las palabras. A finales de la semana pasada tuvo lugar el estreno en Sofía de "La sal colorida del planeta", la séptima colección diseñada por los editores del sitio web Eurochicago. La serie de cuentos tiene sus orígenes en 2016 y año tras año reúne relatos y poemas de búlgaros de todo el mundo. Los autores son tanto nombres consagrados de la literatura como amantes del vocablo con diferentes profesiones: médicos, científicos, abogados y profesores e incluso cabreros del monte Ródope. Todos ellos describen las emociones y el entusiasmo de los seres humanos a través de las palabras de su idioma materno que aprecian y aman. Su punto de intersección es siempre el hogar, la nostalgia y el amor, como fuerza motriz del mundo cosmopolita del siglo XXI.
Participó en la recopilación de los cuentos de todos los siete libros Mariana Jristova, redactora de Eurochicago. Como de costumbre “La sal colorida del planeta” ya es un hecho gracias a los esfuerzos del propietario de un medio de comunicación en la sede de la Ciudad de los Vientos, Peter Stamatov, y del principal patrocinador de la colección el Dr. Victor Jinov, de los Estados Unidos. Jristova y Stamatov presentaron personalmente el nuevo libro en Sofía, y entre los invitados en el Club de Periodistas estaban algunos de los 72 autores que vinieron de cerca y de lejos.
La colección cuenta con 90 obras. Entre los invitados a Sofía se encontraba Boyanka Ivanova, profesora de larga experiencia, expatriada en Estados Unidos desde 1995, y una de las fundadoras de la Asociación de Escuelas Búlgaras en el Extranjero. Especialmente para Radio Bulgaria, expresó su gratitud a los editores de la colección que, según sus palabras, viven con el pulso de la comunidad búlgara y la unen.
“Es admirable que esta iniciativa y todos estos libros son un digno ejemplo para los medios de comunicación búlgaros y para los políticos ya que indican que se hacen esfuerzos constantes para unir a los búlgaros fuera y dentro del país. Una unificación que debe ser una política estatal y que debe convencer a todos de que creemos y amamos a Bulgaria, que los búlgaros en el extranjero, no hemos abandonado el “barco que se hunde", como creen algunos de nuestros compatriotas. Según la Constitución búlgara, tenemos derecho a votar en las elecciones y tenemos el deber de enseñar a nuestros hijos la lengua y la historia búlgaras. La publicación de las colecciones de Eurochicago contribuye al mantenimiento de nuestro idioma”, asegura la búlgara.
Los temas de los textos de la nueva colección conectan a los escritores que están en el extranjero con los que están en Bulgaria. Hoy en día, Bulgaria es la que nos une, señala Ivanova.
“Los temas y los autores son muy variados,desde escritores consagrados hasta debutantes, añade Boyanka Ivanova. Los temas son de distinta índole: desde el amor, pasando por la soledad y el deseo de volver, hasta la autoironía de la desobediencia búlgara a las reglas y normas, y la paciencia servil del búlgaro, la nostalgia que la mayoría de los emigrantes varones no quieren reconocer. DE las obras trasciende que desean volver a casa, a la familia, a los viejos padres que siguen siendo los únicos guardianes de tierra búlgara. Es triste el regreso a nuestros lugares desolados”.
Elena Peeva-Nikiforidis también asistió al estreno de “La sal colorida del planeta”. Es jurista de profesión, pero ha convertido la literatura en su segunda pasión. Lleva treinta y cinco años viviendo en Tesalónica, Grecia. “Ya me siento pariente de la serie, en la que participo cada año como autora y siempre asisto con mucha ilusión a los estrenos de las colecciones”, dijo ella para Radio Bulgaria. El último libro lleva el título de la historia del donante, el Dr. Viktor Jinov, que compara a los búlgaros de todo el mundo con la especia tan característica de nuestro país y de la región de los Balcanes, la “sal colorida”.
Elena Peeva-Nikiforidis:
"Conservamos a un idioma que a mi juicio no es más auténtico, sino más bello. La razón es quizás que no vivimos en el país constantemente y los cambios modernos que se están produciendo en el vocabulario, como la introducción de palabras extranjeras y palabras inventadas, son extrañas para mí. Y, me guste o no, escribo y hablo la lengua que conservo desde que vivía en Bulgaria.
Es verdad también que existe la nostalgia por la patria. "Soy de la región de los Ródopes y echo de menos los paisajes de allí. No puedo reemplazarlos con las vistas del Mar Blanco", dice la búlgara, sosteniendo en sus manos "La Sal colorada del planeta”
Versión al español de Borislav Todorov
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