“Las 09:00h de la mañana - a la cafetería.Hasta las 10:30h o así, aquí estamos. Luego, a la sombrita en casa - y ya.” Estas palabras pueden sonar despreocupadas pero el ritmo cotidiano de los habitantes del pueblo costero de Trastíkovo está marcado en realidad por un "hábito empedernido": en los días de verano, ellos se anticipan al amanecer y, a las 05:00h de la mañana, ya han ocupado sus puestos en la huerta. “Aramos, regamos, sembramos…”, explican, “...Y luego nos vamos a por un cafecito”.
El pueblo es habitado hoy en día por unas 630 personas. Está situado a 30 kilómetros de la capital marítima búlgara - Varna, y es uno de los más poblados del municipio de Avren. Sus tierras han sido habitadas desde los tiempos más remotos - ya durante la ocupación otomana, se mencionaba este pueblo en documentos, con su antiguo nombre de Karaach Sofular. Hasta que, en 1935, lo renombraron a Trastíkovo (de "trastika" - "junco" en búlgaro), como los juncos que crecían antaño en las zonas pantanosas de sus tierras.
"Estoy muy contento con mi puesto. Vengo a trabajar con ganas todos los días porque aquí, en Trastíkovo, la gente es muy buena y me ayuda mucho", nos cuenta Lachezar Lazarov, el alcalde. Hace 16 años, él abandona su trabajo en la ciudad de Sofía y, con la ayuda de sus amigos, prepara su campaña pre-electoral. Desde entonces cuentan muchos los proyectos cumplidos, de los que está orgulloso:
“Mi propósito era arreglar la infraestructura, las aceras, las zonas verdes del cementerio - y lo hemos conseguido”, cuenta Lachezar. “Además, hemos llevado a cabo una obra en el Parque Central, donde hemos acondicionado un rincón infantil y hemos instalado un pabellón de descanso. Hemos reformado también el centro de salud. No es complicado hacer estas cosas cuando eres alcalde, aunque es cierto que por momentos me enfrento a algunas dificultades - cuando, por ejemplo, alguien busca ayuda pero las cosas se complican”.
La agricultura es la principal forma en que se gana la vida la mayoría de los habitantes de Trastíkovo. Algunos trabajan en la base central de cereales, y otros se dedican a la construcción, lo que les supone viajar a diario hasta la ciudad de Varna. El pueblo tiene su propia escuela de educación primaria, que cuenta con unos 60 alumnos; y una biblioteca adjunta. También está el club de los jubilados, la consulta médica y el dentista, cuatro tiendas de alimentación, un acceso cómodo a la carretera y al ferrocarril y, como añadido, el pueblo goza de estar en cercanía con la ciudad vecina de Devnya, con sus fábricas - y del puerto de Varna, al Oeste. Este es un paisaje idílico que muchos pueblos búlgaros no pueden sino envidiar.
"Aquí celebramos todos los eventos juntos. Nos reunimos en todas las fiestas, ya tenemos un pabellón permanente para las elecciones", nos cuenta Elena Ivanova, del club de los jubilados. "En los pueblos el día a día suele ser más o menos eso… tenemos nuestros vecinos, nos respetamos, nos ayudamos. Sólo los niños se han vuelto un poco más así…lo ponen todo perdido. Envases, papeles, botellas…Vengo aquí todos los días, y me toca barrer un montón de colillas. Y al día siguiente, más de lo mismo. No cuidan el entorno, no lo aprecian como algo que les pertenece. Por lo demás, la vida en el pueblo es una vida mucho más libre. Si, por ejemplo, viene gente a casa, nos sentamos en el jardín y ponemos algo de música, ningún vecino se molestará por eso. Otro día les tocará a ellos, y listo. Aquí somos tolerantes."
"Si alguien tiene ganas de ver cómo es la vida de pueblo, aquí, en Trastíkovo, se pueden encontrar casas antiguas a precios bastante razonables", explica el alcalde. En su opinión, el principal inconveniente que tiene el pueblo son los frecuentes cortes de la luz.
"Ya hemos tenido reuniones con los directivos de la compañía de luz para buscar soluciones. Por las mañanas la luz puede llegar a irse cuatro o cinco veces y a mucha gente se le han estropeado electrodomésticos a causa de eso. El otro problema que tenemos es la plomería, ya demasiado antigua, pero de momento no hemos tenido averías importantes. Como mucho dos o tres veces al año, que se nos rompe alguna cañería. Aparte de eso, el agua de aquí es buenísima.
Otra cosa que me gustaría hacer es asfaltar algunas de las calles y así tener ya una infraestructura perfecta."
Mientras el alcalde nos cuenta los objetivos que le gustaría alcanzar en un posible nuevo mandato, vemos a Vasilka, Stefka, Pavlinka, Stanka e Ivanka que, una mañana más, se han adelantado al amanecer, han cumplido con sus tareas en la huerta, y ya están saboreando su merecido café, a la sombra:
“Yo he vivido en Varna un tiempo, luego volví al pueblo”, empieza una de ellas y el resto se van animando. “Antes había mucha más vida por aquí. La gente estaba más unida. No había intrigas…que si este es más rico, qué si el otro más pobre… Ahora, de pronto, “este es rico, ala, no le voy a saludar”. ¿Que cómo se hacen ricos? Pues de que vas, le trabajas durante el día, y por la tarde él no te lo paga. ¿Esto te parece normal? Por eso se hacen ricos y se lo tienen muy creído, encima. Yo no tengo gran cosa. Soy más bien pobre. Si bajas hacia la estación, verás cuál es mi casa y verás ni huerta.”
A medida que va haciendo más calor, las mujeres se van yendo a sus casas. “Este ha sido nuestro paseíto. Ahora, a cocinar, a comer y a echarnos la siesta. Ver algo de tele y ya…culebrones, ya sabes, a echar el rato”, cuenta su rutina una de ellas.
Luego otro de nuestros acompañantes añade una pizca de amargura inevitable al relato:
“¿Que cómo se vive por aquí? Pues, oye, venid un mes y veréis. Veréis lo triste que es. Venid, hay casas libres, las que queráis. De estar cinco minutos aquí, uno no se puede hacer una idea. Para nosotros esto está bien porque estamos acostumbrados. Pero alguien que no ha vivido nunca así, no durará ni un día”, dice Dobri Lefterov.
Dobri riza el rizo añadiendo detalles como la cantidad de mosquitos que tienen, probablemente porque no se han tomado medidas de saneamiento, o como la basura sin recoger, o este u otro defecto de la acera…y, al final, lo resume todo con desdén casi optimista: “En fin, un pueblucho. Pero los hay peores, vaya.”
Autor: Diana Tzankova (con el reportaje de Alexander Yordanov de Radio Varna, BNR)
Versión en español: Alena Markova
Foto: Radio Varna, BNR, Facebook/ Trastíkovo, Varna
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