Los monumentos mantienen vivo el recuerdo de importantes acontecimientos del pasado. La mayoría de ellos cuentan del sacrificio humano y de la tierra impregnada con la sangre de los héroes que se inmolaron por la patria. Los cronistas colectan estos trozos de la historia y los ensamblan en un cuadro general de la época. Con el pasar de los años y en conformidad con los ánimos políticos, las influencias extranjeras y las aficiones, las interpretaciones se desvían de la cronología de las causas y las consecuencias. Algunos hechos se callan porque es más cómodo y para no “irritar” a determinadas figuras. Sin embargo, los monumentos permanecen fieles a la realidad, como testigos implacables.
Hoy, por ejemplo, es muy difícil hablar de la Liberación de Bulgaria del yugo otomano y del sacrificio de 66 130 soldados rusos que dejaron sus huesos en las tierras búlgara. Se mencionan cada vez menos los voluntarios entre los cuales estaba el cirujano ruso Nikolay Pirogov y la baronesa Julia Vrevska que vendió sus bienes para formar una unidad de médicos y enfermeras para el frente. Los monumentos hablan de una manera explícita del reconocimiento y del respeto ante su hazaña.
Son más de 400 y una parte de éstos indican centros de las acciones militares, como Shipka, por ejemplo. Otros fueron construidos en los lugares donde fueron asesinados los héroes. No son pocos los monumentos erigidos por el Gobierno búlgaro y por los ciudadanos como una forma de reconocimiento, siendo el más evidente ejemplo de esto el monumento al Rey Libertador en el corazón de Sofía.
Precisamente esta atención a la memoria de los fallecidos durante la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878 atrajo el interés de los historiadores Svetlana y Guerman Shakarbiev que quedaron impresionados por el cuidado impecable para los monumentos durante 147 años.
“No pudimos creer que es posible, dice Guerman Shakarbiev en una entrevista para Radio Bulgaria. Nos peguntamos quién cuida de estos monumentos. Cada vez quedamos fascinados cuando conocemos a estas personas. En realidad, son de distintos estratos sociales. Entre ellos hay jubilados, cazadores, ingenieros, médicos, empresarios”.
Mientras estudiaban los monumentos en distintas partes del país, Svetlana y Guerman decidieron organizar la exposición Personas y monumentos como una forma de gratitud hacia las seis generaciones de búlgaros que conservan la memoria de la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878. Con medios personales ellos elaboraron 12 tableros que cuentan la historia de los monumentos y de las personas.
Rodaron dos películas documentales y este año recolectan los frutos de sus investigaciones en la edición bilingüe Personas y monumentos con detalladas descripciones de los sucesos.
“En estos tiempos difíciles la historia con frecuencia es objeto de falsificaciones, dice Svetlana. Muchos tratan de cambiar los hechos objetivos de la historia pero los monumentos son artefactos. Cada uno de ellos tiene su propia historia y las personas que cuidan de los monumentos conservan la historia objetiva. Precisamente esta actitud de los búlgaros hacia los monumentos es digna de un profundo respeto. Ellos conservan la memoria de los soldados extranjeros que murieron en el capo de batalla.
German y Svetlana se dan cuenta de la importancia de las personas que cuidan de los monumentos y no se les olvida darles las gracias. Entre los guardianes de los monumentos está Lilko Gueorguiev de Etropole, presidente del grupo de cazadores de la aldea de Boykovets:
“En nuestra región tenemos cinco monumentos a la Guerra Ruso-Turca, dice Lilko para Radio Bulgaria. Hemos decidido limpiarlos y cuidar de ellos porque somos búlgaros y sentimos que debe ser así. Las personas dieron sus vidas por la libertad y estamos agradecidos. En esta región de Bulgaria la población ayudó muchísimo a los ejércitos rusos durante la transportación de los cañones por la montaña (a través del paso Zlatishki). En las duras condiciones del invierno unas 800 personas de Etropole y de sus proximidades abrían camino en las grandes acumulaciones de nieve y deseamos que esto sea recordado. Las personas que no conservan su historia no pueden ser denominados un pueblo”. Por esto Lilko y sus compañeros transmiten la historia a sus hijos tal y como la aprendieron de sus ancestros que erigieron los monumentos.
Unas de las más difíciles batallas durante la guerra se libraron cerca de la ciudad de Stara Zagora, donde los insurrectos búlgaros luchaban abnegadamente por la libertad junto con los soldados rusos. Hoy en día cuidan de los monumentos los jóvenes del Movimiento Patriótico Iván Vazov –Rodina.
“Nuestro Movimiento fue creado para conservar la memoria histórica del búlgaro, señala Stanimir Petrov. No es casual que el patrono que hemos elegido es el patriarca de la literatura búlgara Iván Vazov quien definió de manera muy explícita nuestras ideas de lo que es lo búlgaro y de la nación búlgara, inmediatamente después de la Liberación del yugo otomano. Como personas que se interesan por la política nos hemos dado cuenta de que el desarrollo de la historia es de suma importancia para el desarrollo de la política y la formación de nuestro futuro”.
Fotos: pirogov.eu, Русский Дом в Софии, BGNES, Darina Grigorova, Facebook /Етрополе, bulgarianhistory.org
Traducido y publicado por Hristina Táseva
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