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La viajera Isabela Shopova elabora yogurt en condiciones próximas a las del Universo

La búlgara era parte de un simulacro espacial en el desierto

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Foto: Isabela Shopova

Tal vez no hay muchacho que no haya querido ser cosmonauta. En pocas ocasiones las muchachas también tienen deseos similares. Una de ellas es la viajera Isabela Shopova cuyo héroe en la infancia era el cosmonauta Yuri Gagarin. La mujer describe sus viajes en libros, en los cuales cuenta de la vida en Australia, Nueva Zelanda, Antártida.

El motivo de reunirnos con ella es un experimento que todavía no ha descrito en un libro, pero es un momento muy emocionante de su vida. Isabela fue parte de una misión que recrea de una manera muy análoga la vida de los astronautas en el Universo. Mientras se encontraba en una estación espacial en el desierto del Estado de Utah, en EEUU, que semeja las condiciones en el Universo, la búlgara logró demostrar que los cosmonautas pueden elaborar yogur de bacterias ácido lácticas liofilizadas. La tecnología del famoso yogur búlgaro no es compleja, pero requiere una temperatura controlada, un reto que la búlgara superó con ideas poco estándar.  

Isabela Shopova

 “Mi idea inicial era preparar el yogurt con agua caliente hasta lograr la temperatura correcta, envolverlo en una toalla y colocarlo en el horno de microondas porque es pequeño y compacto ya que suponía que puede servir como un medio controlado que mantenga la temperatura durante algunas horas”, explica Isabela Shopova. Sin embargo, resultó que el horno estaba colgado en el muro exterior del edificio y que todo el edificio estaba hecho de madera prensada. Estábamos en el desierto en noviembre, las noches eran muy frías y el horno no podía mantener la temperatura del yogurt durante largo tiempo. Lo puse por debajo de la cama por donde pasaba un tubo del sistema de calefacción y coloqué una caja de cartón por encima del yogurt que mantenía una temperatura perfecta. Cuando me despertaba por la mañana ya había un magnífico yogurt para desayunar”.  


La elección de Isabela como participante en la misión era una verdadera fiesta para ella ya que desde hace años que esperaba esta oportunidad. En 2015 hizo el primer intento de incorporarse a la misión en la isla canadiense Devon que está más allá del círculo polar. Entonces estaba en la lista de los semifinalistas, pero no tuvo la suerte de continuar adelante. 


 “Seguía con interés el desarrollo de estos proyectos y un día descubrí que para las misiones en Utah se puede postular cada día”, cuenta la búlgara. “Hay una larga lista de requisitos a los cuales uno debe ajustarse, por ejemplo, poder cultivar plantas en condiciones hidróponicas, limpiar, cocinar y cuidar de la vivienda, poder comunicarse con los demás en un entorno cerrado. Resultó que gracias a mi larga experiencia en la vida y mis intereses muy diversos logré responder a las condiciones y postulé a la misión sin una tripulación mía. Resultó que había otras personas como yo y a principios de 2020 recibí un correo electrónico con la invitación de participar en una tripulación internacional integrada únicamente por mujeres. Entonces vino la crisis con el coronavirus. Comenzaron las restricciones de los viajes y nuestra misión fracasó”. 


Su tercer intento tampoco fue exento de obstáculos relacionados con miembros de la tripulación que enfermaron en el último momento y las distintas pruebas y vacunas anti covid que tuvo que aplicarse, pero después de todo esto en noviembre de 2022 Isabela entró en la base y su misión comenzó.  

 “Aparte de las personas contratadas para la misión quedé sorprendida por el gran número de gente del mundo entero que estaba comprometida con su mantenimiento en Internet”, cuenta Isabela para Radio Bulgaria. No manteníamos un contacto directo con ellos para que se pudieran imitar las condiciones reales en Marte. La señal desde el planeta Rojo a la Tierra se demora unos 20 minutos y el protocolo de comunicaciones requería una demora de la señal de al menos 20 minutos. Además, teníamos acceso a Internet solamente en determinadas horas del día y entonces podíamos enviar nuestros informes a la comisión de mantenimiento de la misión y hacer propuestas acerca de los planes para el día siguiente. Ellos inspeccionaban los planes, lo devolvían con comentarios y objeciones relacionados con la seguridad o la eficiencia de algo, y las tripulaciones preparaban por su cuenta el programa de los experimentos que iban a hacer”.


Fotos: Isabela Shopova 

Traducido y publicado por Hrostina Táseva 



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