Esperada con gran emoción y celebrada con gran solemnidad, la Pascua de Resurrección es la corona de la doctrina cristiana. Para los cristianos es la promesa cumplida de la victoria sobre la tiniebla y de la inmortalidad del alma humana.
Con la esperanza de salvación de lo transitorio la Pascua de Resurrección continúa llenando los corazones de los creyentes durante tres milenios, insuflando fe en la verdad y la caridad. Igual que cada año la solemne misa pascual comienza en la noche del Sábado Santo y los tiempos cristianos están repletos de personas de todas las edades:
“¡Noche de Pascua, noche sagrada! ¡Qué solemne y qué bella es la misa pascual! ¡Qué ideas tan profundas contiene!”, señala el Prof. Iván Denev en un artículo dedicado a la misa pascual en la página web pravoslavieto.com. El canon del Sábad Santo aúna la tristeza y la alegría, la angustia con la solemnidad.
Con este canon termina la misa del Sábado Santo y comienza el servicio de Pascua. El canon describe el estado de la humanidad, cuando una parte de ésta, en la persona de los justos del Antiguo Testamento celebra la victoria del Redentor sobre la muerte y el infierno y la otra parte, en la persona de los apóstoles y los alumnos de Cristo todavía siente una profunda tristeza”.
El aroma a incienso llena los templos y recuerda el aceite de las mujeres miróforas que fueron las primeras en conocer la noticia de la Resurrección. Poco antes de la medianoche las iglesias se sumen en oscuridad. Cuando llega la hora, los sacerdotes salen fuera de los templos con velas encendidas y a las 00.00 horas en punto anuncian la Preclara Resurrección de Cristo con las palabras:
“Vengan, acepten la luz de la Luz que nunca se apaga y glorifiquen a Cristo quien resucitó de los muertos”.
Cuando el sacerdote que lidera la misa pronuncia las palabas Jesucristo ha resucitado las campañas comienzan a sonar con gran solemnidad y los creyentes responden al saludo diciendo De verdad ha resucitado. Poco después, cuando ya todos se han intercambiado este saludo, una parte de la multitud se va y suelen quedar en la respectiva iglesia las personas que acuden a ella con mayor frecuencia.
Es más solemne la misa pascual en la catedral patriarcal San Alejandro Nievki y cada año es encabezada por el patriarca búlgaro. Por primera vez en la más nueva historia los cristianos en Bulgaria recibirán la más preclara fiesta cristiana sin patriarca. Su santidad Neófito abandonó este mundo pocos días antes del inicio de la Cuaresma por lo cual el metropolitano Gregorio de Vratsa fue elegido como suplente temporal de la eparquía de Sofía.
En vísperas de la más venerada fiesta cristiana el metropolitano Gregorio se dirigió al auditorio de Radio Bulgaria con las siguientes palabras:
“¡Deseo a todos que reciban dignamente la Fiesta de todas las fiestas, la Pascua de Resurrección! Es la Resurrección de Cristo que ha cambiado las ideas de muchas personas de lo que viene después de la muerte. Jesucristo resucitó de los muertos por voluntad propia, venció a la muerte y dio vida eterna a todos nosotros. De verdad esta es la fiesta de todas las fiestas, la más grande alegría para todas las personas.
Debemos reflexionar bien sobre lo que sucede en este día ya que solamente entonces lograremos festejar de verdad y no lo haremos de una manera mundana, sino con gran alegría espiritual en los corazones. ¡Sentiremos júbilo y glorificaremos a Dios por lo piadoso que se ha mostrado hacia los humanos!”, señala el metropolitano Gregorio especialmente para Radio Bulgaria.
La misa pascual matutina termina con el Sermón de San Juan Crisóstomo en la cual todos “quienes han ayunado y quienes no han ayunado” están llamados a la mesa de Dios para “abrazar el amor de Dios” mediante la comunión. Después de la misa los creyentes se intercambian huevos pintados de rojo y de otros colores: símbolo de la Resurrección, así como panes dulces.
Todos vuelven a casa llevando velas encendidas para iluminar sus hogares con la Luz Sagrada de la Resurrección.
Fotos: BGNES, Darina Grigorova
Traducido y publicado por Hristina Táseva
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