El octavo domingo después de la Pascua de Resurrección la Iglesia Ortodoxa celebra una de las fiestas más importantes en el cristianismo: el Pentecostés. En este día el Espíritu Santo, la tercera divina persona de la Santa Trinidad bajó a la Tierra para iluminar a los doce apóstoles que estaban reunidos para rezar junto la con la Virgen María en el Cenáculo. Ellos estaban precisamente allí donde Jesucristo había establecido el sacramento de la Eucaristía durante la Última cena, antes de ser crucificado. Mientras rezaban, de repente se oyó un ruido y sobre la cabeza de cada uno de los apóstoles de Cristo apareció una llama. Gracias al Espíritu Santo, ellos comenzaron a hablar distintos idiomas, la presencia de Dios encontró su expresión en plenitud y así llegó a las mentes y los corazones de los presentes.
Después de este milagro más de 3000 personas llegaron a Jerusalén desde distintos países y se bautizaron el mismo día, mientras que los santos apóstoles, llenos del vigor del Espíritu Santo, comenzaron a recorrer el mundo para predicar el Verbo de Dios.
“Entonces nació la iglesia y desde entonces comenzó la gran obra de la salvación, la ilustración y la santificación del Hombre”, dice en una entrevista especial para Radio Bulgaria el metropolitano Daniel de Vidin.
“Mediante el Espíritu Santo hemos aprendido qué es Dios, señala el metropolitano de Vidin. Este es el magno don que hemos recibido, el don del Espíritu Santo, el don de los dones, la cosa más valiosa de todo lo valioso. Esto es la posibilidad de recibir a Dios. ¿Nos damos cuenta qué es ser templo de Dios? ¿Tenemos conciencia de la posibilidad de acoger a Dios en nuestros corazones? El propio Dios ha ordenado que esto sea así. Los santos apóstoles primero superan de esto de Dios, después él abrió sus mentes para entender las profecías donde se dice que Dios esparcirá su espíritu sobre cada ser viviente y el día del Pentecostés este magno sacramento se cumplió. El apóstol Pablo dice que la gracia de Dios apareció como salvación para todos los humanos y nos enseña cómo rechazar la maldad y vivir como buenas personas. Precisamente esta gracia del Espíritu Santo que hemos recibido enseña a los verdaderos cristianos a evitar las mentiras, los robos, la envidia y las peleas. El Espíritu Santo no puede existir en medio de las bajas pasiones y la impureza y se retira de allí. En palabras del metropolitano Daniel, Dios nos ha dado la libre voluntad y respeta esta voluntad. Dios es amor, el amor está allí donde hay se demuestra mediante nuestra libre voluntad y de nosotros depende si seguiremos a Dios”.
“El día del Pentecostés la humanidad recibe de nuevo este gran don de la promesa de Dios mediante la gracia divina que nuestros ancestros Adán y Eva perdieron en el paraíso”, subraya el metropolitano Daniel. La gracia del Espíritu Santo crea un hogar en nuestras almas, purifica los corazones, prepara a nuestro cuerpo y alma a acoger a Dios. Esto es algo magno. Por esto el mensaje de la fiesta de hoy se parece más bien a un legado. En este día hemos recibido algo, el don del Espíritu Santo que nos enseña quién es y cómo es Dios. Dios no es una teoría, no es un pensamiento. Es Espíritu y nadie puede creer en Jesucristo como en Hijo de Dios si descarta al Espíritu Santo. Durante 2000 años este don se da a los creyentes inmediatamente después del bautizo, mediante este sacramento el Espíritu Santo entra en el alma humana.
Igual que sucedió con los apóstoles, en Pentecostés el Espíritu Santo entre en el fuero interno de la persona y Dios crea su hogar en nuestros corazones. Es otro tema si procuramos obtener esta unidad con Dios, si nos damos cuenta qué hemos recibido, logramos proteger la gracia que tenemos o vivimos como si no hubiéramos recibido nada, algo que sucede con frecuencia”.
Después del bautizo los cristianos ortodoxos deben respetar los mandamientos de Dios y evitar los malos actos y pensamientos.
“Cada persona comete pecados, dice el metropolitano Daniel. Cada uno hace errores en la vida, pero para esto existe el arrepentimiento mediante el cual es posible la plena purificación del corazón de las pasiones. Recibimos el don del Espíritu Santo con el bautizo, pero para adquirir esta gracia nuestra crueldad debe convertirse en misericordia, nuestra propensión a los placeres terrenales debe convertirse en confianza en Dios. El odio y la envidia afectan el aspecto físico de la persona. Por ejemplo, cuando una persona siente ira su imagen cambia. Cuando siente envidia trata de disimular esto, pero se nota en su apariencia física. Mediante la fe, la confesión y la eucaristía y las obras de misericordia, la imagen se purifica y se transforma. La vida que nos da dado Dios está destinada a llenar todo nuestro ser, sin sentir la escasez de algo. Este es el gran don que recibimos el día del Pentecostés, Dios nos ayuda a entender qué es lo que hemos obtenido y hacer uso de la gracia que se nos ha regalado”.
Un día después del Pentecostés la Iglesia Ortodoxa celebra la fiesta del Espíritu Santo. Existe una creencia según la cual este es el momento en el cual Dios recoge las almas de los difuntos. El 24 de junio les ofreceremos la continuación de la entrevista al metropolitano Daniel en la cual se refiere a la fiesta del espíritu Santo y a la próxima elección del nuevo patriarca búlgaro.
Fotos: BTA, BGNES, facebook.com/Vidinska.mitropoliya, bg-patriarshia.bg, bogonosci.bg
Traducido y publicado por Hristina Táseva
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