"Un lugar en Francia donde juntos dibujamos en búlgaro el futuro de nuestros hijos". Así definía hace un año Yaneta Dimitrova su lugar de trabajo: la escuela dominical búlgara "Iván Vazov" en París, en una publicación en las redes sociales. Es uno de los 396 centros educativos búlgaros que hay por el mundo, donde más de 32.000 niños búlgaros "dibujan" su futuro durante el curso escolar con la "lengua sagrada" de sus antepasados.
Este año hay 160 “niños de Vazov” o vázovheta, de 16 países en total, de los que más de la mitad estudian a distancia. En mayo de este año, la escuela celebrará los 11 años de su fundación, y en julio conmemorará también los 175 años del nacimiento de su patrono, el patriarca de la literatura búlgara: Iván Vazov.
"Estamos trabajando en la celebración del aniversario, pero las actividades aún están en proceso de planificación", declaró ante Radio Bulgaria, Yaneta Dimitrova, subdirectora de la escuela, y compartió que están preparando además una sorpresa de fecha más reciente, con motivo de la celebración de una de las figuras más importantes en la vida de un niño: la madre.
"Los padres búlgaros que son conscientes de que sus hijos deben aprender búlgaro ya han dado un gran paso adelante. Esta lengua se conserva antes que nada en la familia, a pesar de las dificultades. Una madre búlgara es una madre heroína, sobre todo cuando vive en el extranjero, porque a veces le toca luchar contra muchas dificultades y prejuicios para que puedan estudiar sus hijos en una escuela búlgara, independientemente de la parte del mundo en que se encuentre. Por eso, el siguiente eslabón en el aprendizaje de la lengua búlgara es precisamente la escuela búlgara en el extranjero. Ese es el lugar donde los niños no sólo aprenden a escribir y a leer: aquí nosotros les transmitimos la esencia de lo búlgaro: la cultura, las tradiciones o la conciencia de sí mismos entre otras muchas cosas. Y esperamos que con el paso de los años no olviden quiénes son. Esta es nuestra misión".
La sorpresa está programada para el Día de la Mujer, y ha sido preparada en “complót” con los papás como un bonito gesto dirigido a las mujeres búlgaras, para que se sientan no sólo importantes en su papel de madres, sino también importantes como esposas y como mujeres que son. Yaneta Dimitrova es una de las muchas búlgaras que marcan la diferencia en el mundo, y que transmiten a las generaciones jóvenes el hilo de lo nacional. Ella llegó a Francia hace más de siete años, guiada por su corazón, siguiendo a su marido anestesiólogo, quien encontró allí una mejor oportunidad de desarrollo profesional.
"¿Cómo me siento? Como una mujer búlgara que cumple una misión. Cuando me fui de Bulgaria, me di cuenta de que mi misión estaba relacionada con esta escuela búlgara y con la lengua búlgara en general. Hasta entonces nunca había pensado así, pero me sentí como si renaciera. Sentí que mi vida empezaba de nuevo precisamente con esta misión: regalar a los niños lo que sé y lo que puedo hacer", confiesa la ex periodista, que no ha dado la espalda a su sueño de volver algún día a su tierra natal.
Yaneta Dimitrova es también la principal promotora del Concurso Literario Internacional "La Pluma Mágica" que la Escuela Búlgara "Iván Vazov" de París organiza ya por segundo año consecutivo.
“La Pluma Mágica” está dirigida a todos los alumnos que sepan escribir en búlgaro, sin importar dónde viven o estudian. Es un concurso con temática mágica, es decir, en cada escrito debe haber un elemento mágico, sin limitaciones en cuanto al género ya que los niños pueden escribir lo que más les llame. Lo que nazca de su mundo de fantasía”.
Pueden participar alumnos de entre 6 y 18 años de edad, y el plazo de entrega final de los escritos es el 1 de abril. El año pasado fueron recibidas más de 630 obras de jóvenes de 15 países, y Yaneta Dimitrova recuerda haber leído todos y cada uno de esos escritos. Como profesora y directora del Club de periodismo y escritura creativa, adjunto a la escuela dominical, ella tiene muy claro lo que es capaz de crear la imaginación de un niño. Algo que no deja de sorprenderla:
"A los niños les encanta escribir sobre mundos extraordinarios. A diferencia de los adultos, ellos se alejan de nuestro mundo cerrado, saliendo por el ojo de la cerradura, y vuelan libres y pensantes, sin cohibirse. Escriben sobre animales mágicos, sobre todo los más pequeños, y estos son animales mágicos que hacen cosas buenas: pájaros, dragones, gatitos, perritos, o criaturas imaginarias creadas por ellos mismos. Sus personajes son valientes, honestos y buenos. No mienten, no piden más de lo que tienen y son generosos con los demás. Luchan, defienden sus derechos y, por supuesto, triunfan en el nombre del bien. Los niños creen en sí mismos, y creen en el lado bueno que tiene todo ser humano, más bien, todo ser vivo. Por eso logran todo lo que se proponen. Y yo confío que lo lograrán no sólo en sus obras escritas y en sus mundos imaginarios, sino también en el mundo real. Si algún día dejamos que ellos lo construyan, podemos aprender mucho de sus emociones, y su forma de lidiar con los males y las dificultades. ¡Tenemos unos niños búlgaros excepcionales! Nuestros hijos no deben olvidar la lengua búlgara. Allí se contiene parte de nuestra magia”, está convencida Dimitrova.
A principios de mayo esperaremos los resultados del concurso “La Pluma Mágica” y a principios de junio será la ceremonia oficial de la entrega de premios en París.
“No podemos parar el tiempo. No podemos hacer que los búlgaros se queden en Bulgaria ahora mismo, si no están contentos allí o si consideran que el mundo les está abriendo una puerta más grande. Lo que sí podemos (y debemos) hacer, es aquello que esté en nuestras manos para no dejar de ser búlgaros. Para mi todo estará bien, mientras sepamos quiénes somos. Mientras seamos conscientes y exista este lugar que nos atrae a todos como un imán. Quien me diga que para él Bulgaria forma parte del pasado, que nunca volverá, ¡yo no me lo creo!”, dice con certeza Yaneta, sin dejar de anotar que una cosa es el país Bulgaria, y otra, la patria Bulgaria con todas las personas queridas que siguen allí.
Autor: Vesela Krasteva
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Facebook/Yaneta Dimitrova, Escuela búlgara "Iván Vazov" de París
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