Bayse Kasamlarl es profesora de primaria. Es una de esas educadoras para quienes trabajar con niños no es solo una profesión, sino una vocación. Dice que los niños le dan fuerza y energía y pone todo su corazón y alma en enseñarles a leer y escribir. Sus alumnos la adoran; para algunos es como una segunda madre.
Kasamlarl cuenta que comenzó a trabajar en la escuela al día siguiente de obtener su título de maestra. Durante diecinueve años enseñaba en su región natal en el noreste de Bulgaria, en la zona de Tutrakan. Además, durante siete años, fue directora de una escuela primaria de la región.
En 2008 Bayse decidió hacer un cambio radical. Dejó su querido trabajo, se alejó de su familia y amigos y emigró a Bélgica con sus seres queridos. Era consciente de que, sin conocer el idioma, no podría seguir dando clases en el extranjero. Por ello, al llegar a Bruselas, se matriculó de inmediato en un curso de idiomas y, mientras aprendía francés, comenzó a trabajar en una empresa de limpieza para mantenerse.
"Sí, empecé de cero. Vine con la idea clara de que trabajaría en la limpieza. Al undécimo día, encontré empleo gracias a mi carné de conducir. Me contrataron como conductora: transportaba a los trabajadores y, al mismo tiempo, limpiaba oficinas y escuelas. Fue un periodo muy difícil para mí. Trabajaba durante el día y, por la tarde, asistía a un curso de francés. Mi objetivo era mejorar mi dominio del idioma para poder volver a Bulgaria y enseñar francés como profesora de primaria. Pero, ya llevo aquí dieciséis años."
Tras las dificultades iniciales, el destino le sonrió. En Bélgica, Bayse Kasamlarl pudo volver a hacer lo que realmente la apasionaba: trabajar con niños. Antes de regresar a la enseñanza, ejerció como niñera durante varios años.
"Pasé por tres familias y crié a seis niños. Durante ese tiempo amplié mi círculo de conocidos. Conocí a personas que me recomendaron, y así comencé a trabajar en la Escuela Dominical Búlgara de la Embajada de Bulgaria. Llevo siete años enseñando allí.
En verano tuve una entrevista y, en otoño, empecé a trabajar en la Escuela Europea, en la sección búlgara. Estoy muy feliz de haber regresado a este ámbito, porque para mí la enseñanza no es solo una profesión. Disfruto enormemente trabajar con niños: me dan fuerza y energía. Aprendo de ellos. Sigo aprendiendo porque es un desafío trabajar con los niños de hoy en día, que son muy informados y comprensivos, pero al mismo tiempo impacientes y con menor capacidad de concentración.
El profesor debe ser un maestro en la enseñanza y en captar su atención. Su labor no es solo educar, sino también entender y sentir al niño."
¿Hasta qué punto es complicado el trabajo de los pedagogos que enseñan a niños bilingües?
"En la Universidad de Sofía mi tesis de máster se centró en la enseñanza a niños bilingües utilizando libros de texto alternativos. Mi trabajo en Tutrakan también fue con niños bilingües que hablaban turco en casa y debían comunicarse en búlgaro en la escuela", explica Bayse Kasamlarl, comparando su experiencia en Bulgaria y Bélgica.
"Cuando enseño, normalmente explico el vocabulario tanto en francés como en flamenco. Entonces reaccionan diciendo: 'Ah, eso ya lo hemos aprendido, ya lo sabemos'. Por eso, en mi caso, no veo ninguna dificultad."
Aunque disfruta de su trabajo en la escuela, Bayse Kasamlarl sueña con regresar a Bulgaria para estar más cerca de su tierra y sus raíces.
"La nostalgia siempre está presente y mi deseo es volver cuanto antes a mi tierra natal. Sueño con dar clases ahí, pero también con cultivar la tierra. Hace poco compré una casa en el campo y mi idea es convertirla en La cabaña de la abuela: un espacio de turismo rural para niños.
Me gustaría reunir a los pequeños en verano para que vivan y sientan la vida del pueblo, participen en actividades con las plantas y los animales, y tengan contacto con esta parte de la vida. Aún hoy veo que hay niños que jamás han tenido un abuelo en el campo ni han experimentado la conexión con la tierra.
Quiero volver a mis raíces, porque es allí donde realmente me siento en casa, donde me encuentro en mi propio mundo. Allí me siento fuerte. Quiero regresar a Bulgaria por la paz, el aire, el agua, la naturaleza y, sobre todo, por mi familia",concluye Bayse Kasamlarli.
Autora: Daniela Goleminova
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