El 19 de febrero los búlgaros rendimos homenaje a Vasil Levski, llamado por el pueblo con cariño y veneración el Apóstol de la Libertad por su labor revolucionaria en aras de la independencia de Bulgaria. Es una magna figura de la lucha independentista de los búlgaros contra la dominación otomana, creador de una extensa red de comités revolucionarios en todo el país, cuya finalidad era un alzamiento armado contra el Imperio otomano para conquistar la independencia de Bulgaria que había durado ya casi cinco siglos.
Perseguido, capturado y juzgado por las autoridades osmanlíes, Levski fue ahorcado un 19 de febrero de 1873 en las inmediaciones de Sofía.Para los búlgaros su nombre es sinónimo de la libertad. En su ideario desarrolló la forma del futuro gobierno de Bulgaria -una república democrática (que también describió como una república pura y sagrada), basada en los principios de la Carta de los Derechos Humanos y del Ciudadano de la Revolución Francesa. Mediante esos principios se garantizaría la libertad de expresión, ideas y asociación en Bulgaria.
Levski también defendió que todos los grupos religiosos y étnicos de la Bulgaria liberada (búlgaros, turcos, judíos y otros) disfrutarían de iguales derechos. Reiteró que los revolucionarios búlgaros luchaban contra el gobierno opresor del sultán otomano y no contra el pueblo turco y su religión.
No pretendía para sí mismo altos cargos ni puestos de mando en la Bulgaria libre, y afirmaba que, tras ver libre a la Patria, acudiría a "otras naciones esclavas" para ayudarlas en su liberación. No toleraba la corrupción en el movimiento revolucionario e insistió en que un revolucionario debía ser "justo, valiente y magnánimo”.
Uno de los legados que nos dejó Levski es que la libertad debe ser un estado del espíritu humano y una virtud que nos acompañe en todo momento. Su anhelo era que los búlgaros fuéramos libres y jamás veneráramos a nadie con admiración servil. “Pobre de aquel pueblo que espera recibir de alguien su bienestar”, decía convencido de que la libertad debe ser conquistada. “De nosotros depende que tengamos iguales derechos con los demás pueblos euroepeos”, agregaba.
Las ideas de Levski sobre la igualdad de todos ante la ley, sobre la libertad personal y la libertad nacional, sobre la igualdad de los búlgaros al margen de su pertenencia étnica o religiosa, lanzadas a finales del siglo 19, estaban a la altura de las más progresistas doctrinas filosóficas y políticas de la época, y mantienen su actualidad también en nuestros días”.
Levski es comparable a las figuras más brillantes de la historia europea como Garibaldi y Mazzini. No en vano los historiadores búlgaros han señalado en reiteradas ocasiones que de haber sido Vasil Levski una figura de la gesta independentista de otro Estado del Viejo Continente, su nombre se mencionaría en todos los manuales de Historia Europea. Lamentablemente, su vida y obra son bien conocidas sobre todo por los búlgaros, porque somos una nación pequeña que difícilmente gana terreno en la gran historia europea. Esto, sin embargo, no quita mérito a la aportación de Vasil Levski al ideario político europeo, que impulsa las luchas independentistas y las reformas sociales. En este sentido Levski se equipara a las figuras más preclaras del siglo XIX.
Varios compositores nacionales han dedicado obras suyas a esta gran figura de la historia nacional. Hay una basada en el poema “El ahorcamiento de Vasil Levski”, de destacado revolucionario nacional, el poeta Hristo Botev que se inmolaría por la libertad de Bulgaria tres años después del ahorcamniento de Levski en una sublevación contra el dominio otomano en abril de 1876, que la Sublime Puerta ahogó en sangre. Las arbitrariedades cometidas contra los búlgaros subyugados al aplastar su levantamiento conmovieron a toda la Europa democrática y fueron uno de los elementos que llevaron a la declaración de la Guerra Ruso.Turca de 1877 y 1878 que significó la liberación de Bulgaria al cabo de cinco siglos de dominación.