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El Tratado de Berlín de 1878

"Bulgaria dividida tras el Congreso de Berlín" - litografía de Nikolay Pávlovich
Foto: Архив
En el verano de 1878, en la capital alemana se celebró un congreso de las grandes potencias, cuyas resoluciones cambiaron drásticamente el destino de Bulgaria. Nuestro joven estado, que acababa de conquistar la libertad en sus fronteras étnicas, fue dividido por voluntad ajena y sometido a nuevas duras pruebas.
El Tratado de Berlín del 13 de julio de 1878 marcó el término de la llamada Crisis Balcánica o de Oriente, generada por la rivalidad entre las grandes potencias por el deseo de modificar el Imperio Otomano que se desintegraba, por lograr una mayor influencia en el Sudeste Europeo.
La crisis comenzó con una rebelión en Bosnia y Herzegovina en el verano de 1875 y se ahondó con el Levantamiento de Abril de 1876 en Bulgaria, contra la dominación otomana. Las rebeliones de los pueblos balcánicos que pretendían liberarse volvieron a agudizar las contradicciones entre los adversarios de siempre: Gran Bretaña, Austria-Hungría y Francia, por un lado, y Rusia, por otro. Esta vez, sin embargo, Rusia no estaba preparada para una ofensiva enérgica en los Balcanes y procuraba lograr la normalización pacífica del conflicto, evitando el enfrentamiento militar con Turquía. Pero los esfuerzos rusos en este sentido fracasaron y las circunstancias forzaron al gobierno a optar por la riesgosa variante militar para defender las posiciones de Rusia en los Balcanes, conquistadas mediante varias guerras en años anteriores.
La guerra ruso-turca de 1877 a 1878, que los búlgaros llamamos Guerra de Liberación, terminó con la firma del Tratado de paz de San Stéfano un 3 de marzo de 1878. No obstante, en virtud de algunos acuerdos secretos de la diplomacia rusa, ese tratado era de carácter preliminar y debía ser coordinado con las demás partes interesadas. Gran Bretaña y Austria-Hungría se opusieron enérgicamente al Tratado de San Stéfano. El gobierno ruso negocio largamente con Londres y Viena, logrando mayor éxito en la capital británica, donde se llegó a la firma de un acuerdo secreto anglo-ruso, el 30 de mayo de 1878, en virtud del cual fue convenido en principio enmendar el Tratado de San Stéfano. A partir de este acuerdo fue convocado un Congreso Internacional de las potencias europeas, que se celebró en Berlín bajo la presidencia del canciller alemán Bismark quien hacía el papel de mediador honesto entre los países contrincantes. De hecho todo se había acordado con anterioridad. El Congreso debía únicamente precisar los detalles y sancionar los acuerdos logrados.
El Congreso de Berlín se inauguró oficialmente el 13 de julio de 1878. Participaron representantes de Gran Bretaña, Austria-Hungría, Francia, Alemania, Rusia e Italia. No fueron admitidos representantes de los países balcánicos, cuyo destino iba a ser debatido y decidido. No se aceptó la presencia ni siquiera de un representante de Turquía.
El 6 de junio los representantes de Austria-Hungría y Gran Bretaña concertaron un acuerdo secreto de cómo proceder contra Rusia en las sesiones. El Congreso de Berlín se convirtió en arena de enérgicas discusiones entre los apoderados de San Petersburgo, por un lado, y los de Londres y Viena, por otro. Las discusiones, sin embargo, se desarrollaron únicamente en torno a temas de importancia secundaria. El 13 de julio de 1878, el Congreso concluyó sus labores, firmándose el Tratado de Berlín.
Las resoluciones afectaban con la mayor gravedad a Bulgaria. Las fronteras de este país, tal y como las había definido el Tratado de San Stéfano, del 3 de marzo de 1878, acorde a las realidades étnicas en la región, fronteras que las grandes potencias habían reconocido en su Conferencia de Constantinopla de 1876, se sometían a revisión. Se creaba, al Norte de la Cordillera de los Balcanes, un principado autónomo: el Principado de Bulgaria. El sur del país, llamado Rumelia Oriental, pasaba en jurisdicción política y militar del sultán, gozando únicamente de autonomía administrativa, y todos los demás territorios, incluidos en el derogado Tratado de San Stéfano, se devolvían al Imperio Otomano.
Las resoluciones del Congreso de Berlín y del Tratado de 1878 provocaron masivas protestas espontáneas de los búlgaros. Este pueblo volvía a afrontar graves retos y pruebas y debió retomar la lucha por su independencia y por la unificación nacional. 

Versión al español de Venceslav Nikolov
По публикацията работи: Konstantín Kosev


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