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San Sofroni

Retrato de Sofroni de Vratsa de autor desconocido, 1812.
Foto: Архив

El 11 de marzo recordamos a San Sofroni, obispo de Vratsa, educador y apóstol de la Iglesia Ortodoxa Búlgara, mártir en nombre de la fe y la nación búlgara. Su nombre está relacionado con una de las páginas más dramáticas de la historia de Bulgaria, cuando a pesar del despotismo de los turcos otomanos, que se habían apoderado de nuestro país a finales del siglo 14, arde la llama del renacimiento nacional en los siglos XVIII y XIX. Por el importante papel que desempeña en este proceso el obispo de Vratza, Sofroni, es canonizado por la Iglesia Búlgara en 1964.

San Sofroni nació en Kotel, ciudad muy despierta, ubicada en la sierra de los Balcanes. Estudia en la escuela local y después de tomar los hábitos, se dedicó a la enseñanza en diferentes localidades del país. En esa época conoció a Paisi de Jilendar, autor de la Historia Eslavobúlgara, el libro que marca el inicio del Renacimiento Nacional en 1762, obra de la que Sofroni hace varias copias. Luego llegó a ser obispo de la ciudad de Vratza. Ahí ofició la misa en lengua búlgara y no en griego, como era tradición. Conciente de que un obispo no puede quedarse impasible ante las penas de sus feligreses, él dedicó su vida a la ayuda espiritual de sus compatriotas. Era la época de las implacables embestidas de los bandidos turcos, llamados Kardzhali, que asolaban pueblos y ciudades búlgaros. Y como para desmentir la opinión general de que tales tiempos peligrosos y turbios no son propicios para la creación, justamente entonces Sofroni escriíó sus textos ejemplares que son una muestra de la afirmación paulatina de la literatura profana, basada en la tradición religiosa ancestral.

Unos años después, acosado por los turcos y a causa de sus ideas, el futuro santo se vió obligado a buscar refugio en la vecina Valaquia, hoy Rumanía, donde continúo su creación literaria. Ahí apareció su libro Kiriakodromion, el primer libro impreso búlgaro, ahí escribió también su biografía, llamada así tan solo por mantenerse fiel a la característica genérica de aquella época, pero es, en realidad, la primera novela búlgara. Sofroni no abandonó su patria solamente buscando sosiego, lo hizo más bien animado por las nuevas esperanzas de los búlgaros en aquel momento, inicios del siglo XIX, cuando estalló una de las tantas guerras ruso-turcas y la liberación de Bulgaria parecía muy cercana.

Habiendo trabajado por esta liberación en los confines del imperio turco, preparando en Vratza a una diputación al emperador ruso, en Rumania, Sofroni es ya un político hecho y derecho, autor de planes para la liberación; es también uno de los artífices del ejército búlgaro. Sofroni muere en Rumania, en 1813, lejos de su patria por cuya emancipación había luchado durante tantos años. Hay personas cuya trayectoria vital es un reflejo exacto de las condiciones de vida en la época en que vivieron, de las aspiraciones que dominaban a sus coetáneos. La vida y obra de Sofroni de Vratsa es un ejemplo brillante del avance de la sociedad búlgara, su actividad era profética y fue secundada luego por muchas destacadas figuras de la vida pública de Bulgaria en aquella época difícil de luchas contra los cinco siglos de oprobiosa dominación turca. El Renacimiento nacional búlgaro empiezó con una actividad educadora, el propio Sofroni se dedicó a esparcir y divulgar el saber y la educación entre sus compatriotas. Es uno de los protagonistas en la lucha por una iglesia nacional, por la sustitución de los obispos griegos por búlgaros en nuestras tierras. Uno de estos obispos, en la diócesis de Vratza, fue precisamente Sofroni. Más tarde, una vez lograda la independencia de la Iglesia Ortodoxa búlgara, no dudó en incorporarse y apoyar enérgicamente la lucha por la emancipación política de los búlgaros de finales del siglo XIX, la cual condujo a la creación de un estado independiente. Era una causa por la que San Sofroni trabajó con tesón a ambos lados del Danubio: tanto en Bulgaria, como en Rumania. Es el primer búlgaro cuya trayectoria vital trazó el largo, sinuoso, pero también glorioso camino que conduce a la libertad de Bulgaria.

¿Cómo asume el búlgaro moderno a San Sofroni de Vratsa? Lo expresa Nikola Hadzhiev, director del Museo Histórico-Arqueológico de la Iglesia Ortodoxa Búlgara:

Caridad, total entrega y disposición a sacrificarse por el pueblo y por la patria, es lo que vemos hoy en la vida de San Sofroni de Vratsa. Quedó huérfano de madre a los 3 años, y de padre a los 11. Los vecinos de su ciudad natal, Kotel, que se percataron de sus dones e interés por la vida espiritual le persuadieron a que se casara ya a los 18 años, luego de lo cual lo eligieron como su párroco. Era atento con todos, muy culto, dispuesto a ayudar en todo momento a cualquiera. Fue emblemático su encuentro con el monje Paisi de Hilendar. No es casual que éste estuviera profundamente convencido de que precisamente Sofroni de Vratsa era la persona más indicada para hacer las copias de su Historia Eslavobúlgara. La confianza depositada en él por el autor le inspiró fuertemente, así como el contenido mismo del escrito, y a partir de ese momento la vida cobró nuevo sentido para él.
Sofroni escribió también muchas obras propias. De todas ellas, sin embargo, la más conocida es su Kiriakodromion, el primer libro impreso búlgaro, ahí escribe también su biografía, que él tituló “Vida y martirios del pecador Sofroni”. Es un importante documento histórico que describe de forma vivaz la situación en Bulgaria a finales del siglo XVIII. Es la confesión del búlgaro agobiado por la dominación turca. Sofroni se quedó hasta el final de su vida en Bucarest. Un año antes de abandonar este mundo un pintor anónimo le hizo un retrato al óleo. Es el único retrato original conservado de este gran búlgaro. Lo podemos ver hoy en Museo Histórico-Arqueológico de la Iglesia Ortodoxa Búlgara, en Sofía.



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