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155 Aniversario del nacimiento de Alexander Battenberg

Foto: www.lostbulgaria.com

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Este año se cumplen 155 años del nacimiento del Príncipe Alejandro de Battenberg, el primer jefe de Estado de Bulgaria tras la liberación del país, en 1878, de la dominación otomana que había durado casi cinco siglos, y 133 años de su elección en el Trono de Bulgaria. El 17 de abril de 1879, la Asamblea Nacional Constituyente votó por unanimidad a favor del joven príncipe alemán. Algunos meses más tarde él juró el cargo en Veliko Tarnovo, que entonces era la capital de Bulgaria, y asumió la dirección del país.


Más detalles expone Marieta Staneva, del Museo Nacional de Historia: “En los últimos años fueron publicados una serie de n nuevos estudios sobre su gobierno y sus incuestionables méritos para la creación del Ejército Búlgaro como una institución nacional netamente búlgara. Fueron organizadas exposiciones, inclusive en Alemania y en Austria, que difundieron conocimientos sobre esta personalidad y su aporte a la construcción del nuevo Estado búlgaro. Alejandro Joseph von Battenberg nació el 5 de abril de 1857 en Verona. Estudió en la Escuela de Cadetes de Dresde. Su familia era una ramificación de la Casa del Gran Duque de Hesse. Su padre, Alejandro de Hesse, fue el cuarto hijo del Duque de Hesse, y su hermana menor se casó con el emperador ruso. De hecho, el rey Alejandro II de Rusia era su tío y padrino".

Alejandro de Battenberg participó en la Guerra Ruso-Turca como voluntario, con solo 20 años de edad. Tomó parte ya en la primera operación: en el cruce forzado del río Danubio, en las batallas de Kazanlak, Stara Zagora, Nova Zagora y Plevna. Por su participación en el desembarco cerca de Svishtov fue condecorado con la medalla “Santo Vladimir” con, y por la batalla cerca de Kazanlak recibió la orden “San Jorge” de IV grado. Hay un hecho curioso y es que, al despedirlo para el frente, su tía, María Alexandrovna, emperatriz de Rusia, le obsequió una cruz de oro, 12 camisas de seda y mil rublos de oro, mientras que el emperador le regaló tres corceles, una tienda de campaña y una cama plegable.

Durante la guerra Alejandro de Battenberg apuntaba sus vivencias en un diario. Casi no hay día que falte en él. De las páginas de aquel diario conocemos hechos interesantes sobre los enfrentamientos y las batallas libradas. El diario reproduce uno de los momentos más dramáticos de las acciones bélicas: la caída de Plevna (en búlgaro Pleven). Dice:

“Diez de diciembre, lunes. El emperador marchó a caballo en dirección a la colina verde y estuvo observando a la entrada de Plevna cómo se a cercaban a la ciudad nuestras tropas y cómo la tomaban. Peter Vitgenstein llegó con la noticia de que Grivitsa había sido abandonada y que allende Plevna había sido tomado preso el convoy entero cargado de mujeres y niños. De pronto, a las 12,30, reinó el silencio. A las 2 llegó la noticia de que Osmán Bajá había enviado a uno de sus ayudantes ya que él mismo estaba herido. A las 3 llegó un coronel, ebrio de alegría, con la noticia de que Osmán Bajá se había rendido con todo su ejército. El emperador se quitó la gorra de visera y lanzó un eufórico ¡Hurra! Todos le felicitamos y él rompió a llorar de alegría. Impuso a Milyutin una Cruz de San Jorge de II grado. Tomamos camino atrás con los carros y en todas partes nos recibían con gritos ¡Hurra! Todos están felices, incluso mis búlgaros me saludaron con ¡Hurra!”

Se han observado algunos objetos que pertenecieron a Battenberg y que narran, a su manera, sobre su participación en la Guerra Ruso-Turca de Liberación. Estos objetos se conservan en el Museo de historia militar al que fueron donados por su esposa, la condesa Hartenau, en 1937 y 1938. Son su capote, su monóculo, sus naipes y una pezuña de su caballo preferido, llamado Dyushek, con el que recorrió todo el camino de la guerra: desde Svishtov, en la orilla búlgara del Danubio, hasta San Stefano, donde fue firmado el Tratado de Paz”.

Alejandro de Battenberg llevaba siempre consigo en el frente una oración, hermosamente caligrafiada, que le había obsequiado su hermana María Carolina en 1877. Battenberg guardó hasta su último día aquella oración, para pedirle al Todopoderoso protección. La tenía enmarcada y clavada sobre su cama. Los oyentes de Radio Bulgaria escucharán primeros esta oración, testimonio de profundo amor y fe: “Dios querido, acompáñame en mi silenciosa alcoba, te ruego que permanezcas cual guardián a la puerta. El ángel dulce se me acerca y me dice que si me mantengo fiel al verdadero bien, ni esta noche ni nunca más en la vida nada me ocasionará dolor. Amén”.

Versión en español por Raina Petkova
По публикацията работи: Veneta Pavlova


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