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La doctora Borislava Popova: en sus manos nace la nueva vida

Foto: Archivo
Muy amable, atenta y siempre sonriente… Así ven a esta joven doctora la mayoría de quienes la conocen. La amabilidad es lo primero con que el auténtico médico logra ganar la confianza de sus pacientes e infundirles un sentimiento de seguridad. Será porque nació en la ciudad más soleada de Bulgaria, Sandanski, pero la doctora Popova siempre se ve radiante, y la sonrisa no baja de sus labios.


“Siempre quise estudiar medicina porque mi padre es médico, así que ser como él fue mi sueño desde pequeña. Mi padre es ginecólogo y yo también he querido serlo. Creo que he logrado acumular los conocimientos necesarios porque mis estudios en la Universidad han sido muy difíciles pero me han dado un alto nivel de dominio de la profesión. Los criterios que se nos aplicaban al hace los estudios de medicina eran bastante altos”.

Borislava se graduó en el año 2000 por la Universidad de Medicina de Sofía. Justo ese año fueron decretados tres años nulos para especializantes pero eso no la incomodó. Aprovechó el tiempo libre para perfeccionar sus conocimientos y en el 2003 aprobó con éxito los exámenes del United States Medical License Examination, el organismo examinador de médicos de EE UU, y adquirió el derecho de ejercer la profesión en EE UU.
Trabajó tres meses como voluntaria en el Ressurrection Hospital de Chicago. Al mismo tiempo se desempeñó como consultora nacional adscrita a la ONU para el Programa de mejora de la salud sexual y reproductiva de los jóvenes en Europa del Sur y del Este.

“En Chicago quedé bastante decepcionada por el nivel de la medicina. Comparación hecha con el sistema sanitario de Bulgaria, a nivel de dotación técnica con aparatos ellos nos aventajan muchísimo, pero a nivel de reflexión clínica los médicos búlgaros ostentan un nivel muy superior. Será que precisamente por carecer de aparatos y de los medios técnicos más sofisticados, en Bulgaria uno debe desarrollar su capacidad de reflexionar, analizar y valorar las cosas, debe leer mucho y buscar respuestas. Allí esto no es así: los medios técnicos te ahorran este esfuerzo y te sueles mover en unos canales muy limitados. Todos los médicos tienen una especialización muy estrecha, mientras que los médicos búlgaros nos vemos en la necesidad de pensar en una escala más amplia. Por eso creo que nuestra medicina está a un nivel más alto que la de Occidente”.

Publicada la convocatoria para las plazas de especializantes en ginecología y obstetricia, Borislava se presentó al Concurso en el Hospital Universitario de Ginecología y obstetricia de Sofía y en el 2007 adquirió la especialidad. Ese mismo año se incorporó al equipo del doctor Ilia Karagyozov en un hospital capitalino privado. A pesar de la gran carga de trabajo en la Sección de Ginecología, la doctora Popova logró hacer en el 2008 un doctorado de Cirugía Microinvasiva en WALS, La Asociación Mundial de Cirujanos Especializados en Laparoscopía, en Nueva Delhi, India.

Para estar al tanto de los alcances en la salud femenina, la doctora Popova hace cada año un par de especializaciones en el extranjero. A pesar de las atractivas ofertas de trabajo que recibe allí, no desea abandonar Bulgaria. Muchos colegas suyos lo hacen porque en los últimos diez años el trabajo del médico ha sido subestimado en Bulgaria y está mal retribuido.

¿A qué se debe esto?

“Lo trágico es que la medicina es muy cara, pero en Bulgaria nadie valora esta circunstancia. El trabajo del médico es muy caro, y los búlgaros estamos habituados a beneficiarnos de él gratuitamente. Es la mentalidad generalizada de nuestra nación. Podría ser así pero en un país muy desarrollado, y el nuestro no lo es. Para llegar a ser un verdadero médico, un o debe dedicar a esta tarea al menos 10 años de su vida. Luego debe seguir estudiando toda la vida y si su trabajo está infravalorado, es lógico que busque vías para abandonar el país. Lamentablemente, no sé quién nos curará de aquí a diez años porque los médicos y las enfermeras van abandonando en forma masiva el país. Las condiciones de Bulgaria no son de las mejores de modo que aquí suelen quedar únicamente los idealistas. Las relaciones entre el médico y el paciente son muy diferentes en todo el mundo. En el extranjero, cuando habla el médico, el paciente le atiende y obedece, mientras que en Bulgaria últimamente el médico es el que debe permanecer callado y atender al paciente”.

“Falta respeto a la profesión médica. En el extranjero el paciente no puede llamar al médico a toda hora, existe cierta jerarquía y respeto a la profesión, a los conocimientos, a la capacidad del médico. En Bulgaria la gente desconfía de él, y de esto deriva la falta de respeto a este profesional. Muchas cosas han cambiado durante la transición búlgara a la democracia, sobre todo en los últimos 10 años, y las relaciones entre el médico y el paciente no han escapado a esta tendencia”.

¿Qué es lo que retiene en Bulgaria a un médico joven y altamente cualificado como la doctora Popova?

“Amo mi profesión, amo mi trabajo y el lugar donde trabajo y no me puedo imaginar la vida en otro sitio. Aquí están mis amigos, mis colegas, mi familia. No me puedo marchar porque en ningún otro lugar contaría con todo esto. Posiblemente mi situación financiera sea mejor allí que aquí, pero a final de cuentas no todo es cuestión de parámetros materiales. Además, mi especialidad es la mejor de la medicina. En nuestras manos nace la vida y esto es algo que carga a uno de energía. No hay otra especialidad médica que brinde tanta alegría como la nuestra. Es extenuante, agotadora, supone un trabajo muy duro, sobre todo para una mujer, ya que asumes la responsabilidad de la vida de tu paciente, pero a final de cuentas el resultado es maravilloso. Sonríes a la nueva vida, te sientes esperanzado y la sensación es estupenda”. 

Versión en español por Raina Petkova
По публикацията работи: Darina Grigórova


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