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Centenario de las guerras balcánicas: el Tratado de Paz de Londres y los contenciosos entre los aliados

Firma del Tratado de Paz de Londres
Foto: magnoliabox.com
El 17 de mayo se cumplieron 100 años de la firma del Tratado de Paz de Londres que puso fin a la I Guerra Balcánica, años 1912 a 1913.En esa contienda los países de la Alianza Balcánica-Bulgaria, Grecia, Serbia y Montenegro - triunfaron sobre el Imperio otomano combatiendo por tierras pobladas predominantemente por cristianos. El Tratado fue confeccionado por representantes de las 6 Grandes Potencias Europeas en el transcurso de una conferencia presidida por el secretario de Estado británico sir Eduard Grey. En virtud de aquel documento el Imperio Otomano renunciaba a gran parte de sus dominios búlgaros.

Lo alarmante en este tratado es que las potencias europeas, a pesar de percibir las contradicciones surgidas entre los aliados balcánicos, resuelven reservarse únicamente el derecho de definir las fronteras del futuro Estado albanés, y no actuar como mediadores en los contenciosos entre estos países balcánicos, señala en entrevista para radio Bulgaria, el historiador catedrático Georgi Markov y agrega: Ya después de la caída de la fortaleza de Edirne, el 13 de marzo de 1913, cuando se volvió claro que el Imperio otomano iba a perder la guerra, la Sublime Puerta, o sea el gobierno otomano, reconoció su derrota. Así que las dificultades no provenían de la Sublime Puerta sino de Serbia y Grecia, aliados de Bulgaria. En virtud de los tratados entre ellos, no se preveía la creación de un Estado albanés. Las tierras albanesas debían repartirse entre Montenegro, Serbia y Grecia, respectivamente. Sin embargo, en las negociaciones en la conferencia de Londres Italia y Austria-Hungría se opusieron tajantemente al acceso de Serbia al mar Adriático y abogaron a favor de la creación de un Estado albanés. El gobierno serbio, pidió, como compensación, una revisión del tratado que tenía con Bulgaria. Grecia respaldó a Serbia para que los dos países tuvieran una frontera común entre el lago de Ohrid y la ciudad de Gevgeli, en el río Vardar. Aquello significaba, de hecho, una rescisión de los tratados y, concretamente, que toda la zona contenciosa en Macedonia y una porción de la indiscutible zona búlgara fueran arrebatadas de Bulgaria, El 19 de abril de 1913 en Atenas se firmó un protocolo entre Grecia y Serbia de revisión de los tratados entre los aliados y para imponer el principio de la ocupación física, hasta donde habían llegado los respectivos soldados. Aquello fue uno de los motivos para el estallido de la II Guerra Balcánica, conocida también por la Guerra Interaliada, en el verano de 1913. Lamentablemente, el emperador ruso Nicolás II, como árbitro supremo, no cumplió con su deber de ser juez severo en lo tocante a diferendos. Por conducto de su ministro de Exteriores Sergey Sazonov, dijo en Sofía: ”Entreguen Vds. no sólo la zona en litigio sino también una parte de la zona no sujeta a tal”.

Aquel fue otro motivo para la II Guerra Balcánica. Sin embargo, en vez de aguardar y buscar una solución vía negociaciones, el rey Fernando ordenó el 16 de junio la ofensiva de las tropas búlgaras contra sus aliados en la zona búlgara indiscutible. Se aliaron contra Bulgaria 5 estados balcánicos: sus ex aliados, Rumanía y el Imperio otomano. La contienda desembocó en desastre nacional para Bulgaria  No obstante, el deseo de liberar a los hermanos búlgaros que seguían bajo el dominio foráneo, el enorme auge patriótico y el heroísmo en los campos de batalla no fueron vanos. A las actuales tierra de Bulgaria, a raíz de la I Guerra Balcánica fueron incorporadas la zona del monte Pirin, una parte del monte Ródope y otra de la zona del monte Strandzha:

La Guerra Balcánica demostró, pese a la desconfianza de las Potencias Europeas y de los estrategas castrenses de la época, que no sólo un imperio era capaz de triunfar frente a otro imperio, destaca el historiador Markov. Hasta aquel momento el Imperio Otomano sólo había perdido guerras que había librado contra el Imperio Austriaco y el Imperio Ruso. Lo que ocurrió fue calificado de “milagro balcánico” por James Baucher, corresponsal para los Balcanes del rotativo británico “Times”. ”Las naciones derrotaron al imperio”, señalaba Baucher. Aquello acaparó la atención de toda Europa. En cuanto a Bulgaria, este país, en unos 34 años, después de su liberación del poder otomano, pasó, de una provincia atrasada, a ser un Estado europeo moderno con un ejército fuerte que triunfaba frente a sus amos de antaño. Las victorias militares fueron cosechadas en los campos de batalla de los oficiales y soldados búlgaros. La política búlgara, sin embargo, no resultó digna para esos triunfos. Fue en aquellos años cuando se forjó la máxima de que Bulgaria ganaba las batallas en los campos de batalla pero perdía las guerras en las conferencias de paz.

El centenario de la I Guerra Balcánica se ha conmemorado en todo el país. He recorrido al menos medio centenar de localidades en las he ido presentando mi libro “Bulgaria en la alianza balcánica contra el Imperio otomano, señala el historiador. En escuelas y casas de cultura mantuve muchas reuniones en las que fui recuperando mi confianza en la joven generación, una generación de los ordenadores que, no obstante siente necesidad de encontrar el nexo con sus antepasados, con las generaciones anteriores. Creo que a nivel estatal ha sido una digna conmemoración en que se desarrollaron conferencias científicas y se rindieron honores militares. Hemos rendido homenaje a la memoria de nuestros antepasados, cuyas tumbas, por culpa de la política exterior búlgara se encuentran fuera del territorio actual de Bulgaria. Una buena parte de los monumentos fueron restaurados y remozados. Hay esperanza para la memoria histórica nacional. En la actual época de globalización debemos conservar nuestra identidad nacional que descansa justamente sobre esta memoria. Ahora, por vez primera, habrá actos conmemorativos de la II Guerra Balcánica. Hay políticos que han preguntado:¿quién conmemora una guerra perdida?. Esa guerra sí ha sido perdida pero nos ha ofrecido muchas enseñanzas. Destacaremos, además, la ruina de los búlgaros de Tracia en el horrible verano de 1913, concluye Georgi Markov. 

Versión en español por Mijaíl Mijailov
По публикацията работи: Veneta Pavlova


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