“Al rescatar la obra de San Cirilo y San Metodio, Bulgaria se granjeó el reconocimiento y el respeto no sólo de los pueblos eslavos sino también del mundo. Esto seguirá siendo así mientras la humanidad siga volcando un contenido verdadero en las palabras progreso, cultura y humanismo”, dice Roger Bernard destacado lingüista francés y experto en lengua búlgara.
Hoy, doce siglos después de la obra de los dos hermanos, seguimos dando sentido a estos vocablos al celebrar “los signos que hablan”, que es como se traduce el vocablo “glagolítico”. Todo comenzó en 863, año en que, a petición del Príncipe Rostislav de la Gran Moravia, Cirilo y su hermano Metodio fueron enviados por el emperador bizantino Miguel II a convertir al cristianismo a los eslavos occidentales y organizar los oficios religiosos en la Gran Moravia.
Para aquel cometido Cirilo creó un alfabeto nuevo, el glagolítico, con el que se comenzaron a redactar oficialmente las actas estatales y religiosas y los libros. Además de en hebreo, griego y latín, las misas se comenzaron a oficiar en lengua eslava. Tras emitir en septiembre de 885 el Papa Esteban VI una bula por la que prohibía los oficios religiosos en lengua eslava, en el año 886 los discípulos de Cirilo y Metodio se vieron obligados a huir a Bulgaria, donde el glagolítico cobró una amplia difusión.
Cada año, el 24 de mayo aquellos hechos y acontecimientos históricos vuelven a cobrar un significado emocional, patriótico y humano para todo búlgaro. En 2013, al término del desfile festivo, delante de la Biblioteca Nacional “San Cirilo y San Metodio” y frente al monumento a los dos hermanos, el escritor búlgaro más moderno y más traducido, Gueorgui Gospodinov, señalaba. “La lengua, la cultura y la literatura conforman este pegamento invisible que nos mantiene unidos. Sin ellas hubiéramos sido simplemente un puñado de gentes bajo un cielo vacío, como diría el destacado poeta búlgaro Yavorov”.
La directora de la Biblioteca Nacional, Boriana Jristova, también está convencida del vigor unificador de la escritura y cultura eslavas.
“Creo que la congregación voluntaria de centenares y miles de personas el 24 de mayo delante de la Biblioteca Nacional, deseosas de colocar flores al pie del monumento de los dos santos hermanos, para luego entrar y ver las exposiciones que montamos, es expresión del hecho de que el recuerdo de los dos hermanos y la significación de su obra han arraigado profundamente en nuestra memoria y esencia nacionales. Sabemos que se trata de una enorme significación aunque no nos demos cuenta cabal de lo que hicieron los dos hermanos. Me he permitido rastrear a través de los años y los siglos cómo se celebraba este día y cómo se rendía homenaje a la memoria de Cirilo y Metodio. En el primer cuarto del s. XIII se comenzó a celebrar una festividad común dedicada a los dos hermanos, el 11 de mayo, el día 24 por el calendario antiguo. En algunos manuscritos antiguos encontramos, en la fecha 10 de mayo, la hagiografía de San Metodio, y el 11 de mayo, un panegírico de los dos hermanos.
En numerosos manuscritos posteriores hasta la época del Renacimiento Nacional topamos con testimonios de la conmemoración solemne de la obra de los santos educadores, a pesar de que Bulgaria no tenía aún una iglesia independiente. La solemne celebración fue oficialmente restablecida en el año 1852 y se convirtió en auténtica fiesta de todo el pueblo. Tras la liberación del dominio otomano en 1878, el 24 de mayo pasó a ser una de las fiestas nacionales más importantes”.
Boriana Jristova lleva ya 16 años de directora de la Biblioteca Nacional, el centro más importante de las letras y la educación nacionales. Es hija de Rosalina Nováchkova, destacada maestra de escuela y autora de libros de lengua y literatura búlgaras, y su amor por el verbo lo siente desde la más tierna edad. Dice que desde que tuvo 5 años comenzó a leer todo lo que estaba al alcance de su mano y hoy se autodefine de “lectora profesional”.
Está profundamente convencida de que la biblioteca no es simplemente un recinto en el que se guardan libros sino un modo de vida. “Para mi es un adelanto enorme para el ser humano el poder frecuentar bibliotecas para estudiar, perfeccionarse y acceder a información para así volverse mejor y más competitivo en la esfera en que se desempeña. La biblioteca es un recinto que le da a uno la oportunidad de reunirse consigo mismo y con sus talentos para desarrollarlos y multiplicarlos.
Hoy el deseo de la señora Jristova es que se encuentre forma para que construir la segunda parte de la Biblioteca Nacional en el dorso del edificio actual de la misma. Cree que precisamente la biblioteca que ostenta los nombres de los santos hermanos Cirilo y Metodio presenta ante el mundo el hermoso rostro de Bulgaria.
El verbo significa hermosura. El escritor Gueorgui Gospodinov afirma que un hombre que lee se hace más hermoso. Según la directora de la Biblioteca Nacional, quien lee es más interesante, vive más vidas y es, además, más comunicativo, maneja un vocabulario más extenso y es más fácil de entender por los demás. En cuanto a la comprensión cabal de la obra de los hermanos Cirilo y Metodio, Boriana Jristova dice, categórica: “Debemos ser conscientes de que la gran hazaña de estos dos hermanos, sobre todo la de San Cirilo El Filósofo, no consiste exclusivamente en haber creado el alfabeto glagolítico que muy rápidamente fue sustituido por el cirílico, obra de Clemente de Ohrid a finales del siglo IX. Su proeza consiste, antes que nada, en que forjaron una lengua literaria sumamente rica a la cual pudieran verter todas los conceptos filosóficos del Verbo Divino. Una lengua en la que se podía crear una extraordinaria literatura. Es que poco después de la conversión de Bulgaria al cristianismo y de la llegada a este país de los discípulos más allegados de Cirilo y Metodio, en el país surgió una literatura búlgara antigua de muy elevado estilo que se convirtió en modelo para otras literaturas medievales. Considero como la gran proeza de san Cirilo el haber sido él un filólogo realmente genial”.
Versión en español: Mijail Mijailov
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