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El santo búlgaro de Baylovo: una llamita en la penumbra

En tiempos de decadencia espiritual, degradación moral y pasiones despreciables, la sociedad suele buscar la luz. Necesita un punto de apoyo que le ayude a superar el difícil momento por el que está pasando. Encuentra esperanza en los más puros valores cristianos: la bondad, la caridad, la compasión.

СнимкаHay una persona en Bulgaria que en los últimos años se ha convertido en símbolo de la lucecita de la esperanza en la penumbra. Es el abuelo Dobri, que hace de esa lucecita que, consciente o inconscientemente buscan muchas personas. Seguro que no es casual su nombre sea precisamente Dobri (derivado del vocablo búlgaro por bien y bondad). No cabe duda de que el abuelo Dobri es un enviado de la Bondad y del Bien. Por eso todos quienes le conocen celebraron con el mejor sentimiento su centenario.

Dobri Dimitrov Dobrev, más conocido como el abuelo Dobri o el santo de Baylovo, nació en la homónima aldea, distante 25 kilómetros de Sofía. No guarda recuerdos de su infancia ni de sus años en la escuela, pero se conoce que su padre perdió la vida en la Primera Guerra Mundial y que su madre crió sola a sus hijos.

La escasez de datos biográficos sobre este abuelo se debe a que él no gusta de hablar mucho de sí. Durante la Segunda Guerra Mundial, a causa de una mina que explosionó a su lado durante los bombardeos de la ciudad de Sofía, Dobri perdió el oído casi por completo. Independientemente de los motivos por los que hizo su opción, en determinado momento para los vecinos de su aldea natal se convirtió en práctica habitual ser testigos de su ascética forma de vida.

El abuelo Dobri comenzó a recorrer a diario a pie los 25 kilómetros desde su aldea natal hasta la capital Sofía y de vuelta. Apenas en los últimos años se ha rendido ante la vejez y ha comenzado a usar el trasporte público. Los choferes de la zona le conocen muy bien y con frecuencia ni le cobran el pasaje. Saben que el buen viejito ha asumido la misión, sagrada no solo para él mismo, sino también para todos a su alrededor, de ser, desde hace muchos años, el mayor donante privado de varios templos ortodoxos de Bulgaria, incluido el mayor de este país, la Catedral de San Alejandro Nevski.

El secretario del Consejo Parroquial, Stefan Kalaydzhiev, no olvida cómo en mayo de 2009 se le acercó el anciano para comentarle su propósito. Resulta que el abuelo Dobri no sabía adónde había ido a parar el dinero que había recopilado centavo por centavo a lo largo de los años. Los dos recorrieron todas las sucursales bancarias de la ciudad de Novi Iskar, donde una familiar muy cercana del bondadoso anciano había abierto un depósito a su nombre. Con una sola firma del abuelo Dobri, las 35 mil levas reunidas, equivalentes a casi 18 mil euros, se convirtieron en la mayor donación que el templo catedralicio había recibido en su historia.

СнимкаEntonces por toda Bulgaria se comenzó a hablar de este viejito bondadoso. Le llamaron el Santo de Baylovo, de quien se supo que ya en el año 2000 había hecho un testamento por el que legaba todo su patrimonio a la Iglesia. Desde luego, de inmediato, las malas lenguas procuraron manchar su imagen acusándole de haber abandonado a su familia para vagar por el mundo.

El abuelo Dobri no calla la amargura que le causa esta actitud hacia él y tal vez en estas circunstancias su sordera casi total sea una ventaja porque le  preserva y le ayuda a seguir su camino con invariable bondad y caridad, haciendo caso omiso de las calumnias.

No obstante, no hay quien se atreva a acusar al abuelo Dobri de mendicidad, ya que todos a su alrededor están convencidos que el anciano no retiene para sí ni un céntimo del dinero reunido. Hay muchos templos más que han recibido cuantiosas sumas del benefactor de Baylovo. Cabe mencionar las iglesias de Kalofer y Poibrene. Más de 12.000 euros ha donado el anciano para la restauración de la Iglesia de Gorno Kamartsi. Ha dado 5 mil euros para la iglesia de su aldea natal y se le puede ver ayudando con trabajo manual, incluso en invierno, las obras de reconstrucción del tejado.

El abuelo Dobri vive en una humilde alcoba contigua a la iglesia; duerme en el suelo y se niega a utilizar la cama. Cuida de él una de sus hijas, y el centenario no acepta que le sean donados ni siquiera muebles. Agradece únicamente el dinero donado en beneficio de la iglesia y acepta solo los humildes donativos de comida. Con frecuencia en su ventana se puede ver un pedazo de pan y un tomate que conforman su ración diaria.

Independientemente de quién es y de dónde viene, el abuelo Dobri se ha convertido en un tácito, pero no por ello menos importante punto de apoyo moral para gran parte de los búlgaros, sobre todo para los vecinos de la capital Sofía. Su sonrisa, su discurso bondadoso, la bendición y la humildad con que besa la mano de todo niño que deja en su platillo un donativo, son un fuerte aliciente para cualquiera y rinde un efecto mayor que las prédicas formales y faltas de sentimiento de algunos sacerdotes desinteresados por su rebaño en estos tiempos difíciles. Por eso no podemos sino desearle al abuelo Dobri fuerte salud, porque el santo anciano de Baylovo ya ha sido premiado con longevidad.

Versión en español por Raina Petkova
Fotos: Archivo

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