La cumbre más alta del mundo es Everest. Sin embargo, su comercialización la hace menos atractiva para los escaladores experimentados. K2, la segunda cima más alta, es el mayor reto para los grandes en el alpinismo. La pirámide rupestre inclemente, famosa por su caprichoso clima, es el lugar donde 29 de cada 100 alpinistas que comenzaron a escalarla encontraron la muerte. El 31 de julio de 2014 un búlgaro pisó por primera vez en K2. De este modo después de que en mayo alcanzó los puntos más altos de Kanchenjunga-8586 metros, la primera escalda de un búlgaro, y el 23 de julio, Borad Peak, 8047 metros, la primera escalada confirmada documentalmente de un búlgaro, sin oxígeno y sin la ayuda de sherpas, Boyan Petrov, que padece diabetes, se convirtió en el primer búlgaro, que escaló tres cumbres de más de 8 mil metros de altura en 100 días. Su doble escalada de Broad Peak y de K2 en 8 días es un record mundial. Con motivo de estos impresionantes éxitos, el alpinista búlgaro fue saludado con un mensaje de vídeo de la leyenda del alpinismo, Reinhold Messner y el periodista deportivo italiano de Gazzetta dello Sport, Sandro Filippini.

¿Dudaba Boyan Petrov si lograría su propósito emprendiendo la escalada de K2 inmediatamente después de Broad Peak sin un lapso para recuperarse?

“Suponía que era posible que no me alcanzaran las fuerzas para escalar todas las cumbres pero cuando veía a una persona delante de mí me movilizaba tres veces más. Me levantaba dos o tres horas después de los demás y los dejaba atrás uno a uno. Esto se debía a la buena forma después de Kanchenjunga y la aclimatación que había adquirido allí. En Kanchenjunga tenía alucinaciones y problemas con la concentración en los 8 500 metros sobre el nivel del mar. En K2 tenía la sensación de que escalaba una cumbre de 7  mil metros. La sensación que tenía en Kanchenjunga de que me encontraba en el espacio fue casi superada”, dice Boyan.

El éxito fue logrado tras una escalada de K2 que fracasó en 2005. Esta experiencia le ayudó porque desconocía solo los últimos 400 metros. He aquí lo que cuenta el alpinista sobre el tramo hacia la cumbre:

“Conocía mejor la ruta del espolón de los Arbuzzos. Es una ruta clásica pero no es fácil. En muchos de los campamentos existe el peligro de avalanchas. Escalaba K2 con un grupo de polacos pero en realidad me había adelantado unas tres horas. Estaba solo por la ruta: yo y una mochila de 16 kilogramos. Durante todo el tiempo llevaba una tienda de campaña, comida, un saco, ropa, desde el campamento base hasta la cumbre”.

“Cuando subí a la cresta de la cumbre me atacó un viento de 60-70 kilómetros por hora con trozos de hielo. No pude gozar de la cima. Después de 30-40 minutos comencé a descender. Bajé con la ayuda de un reloj GPS. Había caído en el estado de Wait Out cuando al mirar hacia abajo uno no se puede dar cuenta donde terminan las nubes y donde comienza la tierra y cuál es el declive. Uno da pasos que en realidad son saltos. Me caí varias veces hasta darme cuenta del relieve”.

Después de una noche pasada en el campamento número 3, el alpinista despertó en una tienda de campaña cubierta de nieve y con dificultad logró escaparse del garro del hielo.

“El descenso es elemento clave para el éxito de todo el proyecto. Si uno se despista, la muerte comienza a asecharlo. Las tormentas que se habían desencadenado durante el descenso hicieron que me sintiera más cerca de un momento desagradable que durante la escalada. Uno desciende con menos carga psíquica porque ya ha logrado la meta. Sin embargo, esto hace que desaparezca el foco. De otros descensos similares sé que el foco debe ser conservado hasta el final. Y lo conservé hasta el campamento base”.

Durante sus expediciones Boyan Petrov, que es biólogo y miembro del equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Sofía, hace descubrimientos y recolecta valiosa información sobre el mundo animal y vegetal. Ahora se propone escribir un trabajo científico sobre el tema: La frontera superior de la vida en Paquistán. Mientras tanto por el glaciar Baltoro en Karakrum pulula la araña bautizada con su nombre Aulonia petrovi, la mayor araña negra de la región y la única que habita los altos campamentos, precisa el alpinista.

Versión en español por Hristina Taseva
Fotos: Archivo personal