¿Estamos conscientes de que la globalización y las altas tecnologías han transformado de raíz nuestro modo de vida y, en alguna medida, la propia esencia humana? En nuestros días el mundo cambia mucho más rápido que hace cincuenta años y se vuelve cada vez más imprevisible y… sobrecogedor. ¿Está predestinada la humanidad? ¿Adónde se ha dirigido y qué la espera al término de su largo camino?

Son preguntas que se formulan futurólogos de todo el mundo. Se atienen a sus pronósticos tanto los gerentes de grandes corporaciones transnacionales como los líderes de las grandes potencias. Una de las destacadas futurólogas que procuran asomarse al futuro es la doctora Mariana Todorova del Instituto de Estudio de las Comunidades y del Saber, perteneciente a la Academia de Ciencias de Bulgaria.

No hace mucho, ella participó en el foro mundial World Future Society, en Orlando, EE. UU, en que fueron discutidas las tendencias que predeterminarán la evolución de la humanidad en el futuro.

¿Acaso hay que ser futurólogo sin falta para entender que las cosas en este mundo no van para bien? Según un estudio reciente del Centro de Investigaciones Pew, más del 70% de la población del globo terráqueo tiene una actitud negativa hacia el “sistema” y lo define como extremadamente injusto e inoperante.

La doctora Todorova explica este pesimismo con la creciente desigualdad entre las personas y el ahondamiento del abismo que separa los ricos y los pobres, los países prósperos y las regiones de África y Oriente Próximo que se rezagan en su desarrollo. “Por tal motivo, en los últimos 10 años ha habido más protestas en el mundo que las habidas en toda la historia de la humanidad”, concluye la investigadora búlgara y agrega:

“Hay que buscar nuevas soluciones y un cambio del paradigma del sistema social porque de lo contrario mis colegas futurólogos advierten que la democracia se ve en riego. Sus cimientos pierden crédito cada vez más y la gente empieza a asumirla como una mera fachada. Se espera que en el futuro se aceleren los procesos migratorios causados por el cambio climático o por guerras, lo cual dará lugar a la aparición de nuevas superpotencias y una reagrupación del mundo en varias regiones importantes o mega polis. Esto debilitará la idea del Estado nacional como tal. Los científicos prevén un avance hacia una variante suave de autoritarismo democrático, con elementos de democracia pero también con presencia de la mano firme que pudiera poner bajo control estos procesos. En mi opinión, esto sería un retroceso en el avance de la humanidad”.

Los pronósticos hechos para Europa auguran desarrollo disparejo y empobrecimiento de una parte de su población. EE UU perderá en alguna medida su influencia a causa de los crecientes problemas sociales, las guerras y su política exterior no siempre equilibrada, auguran los futurólogos. Rusia no podrá extorsionar sin fin a Europa por ser su principal proveedor de energía. La razón de ello serán las sanciones económicas impuestas a Rusia, el creciente aislamiento de esta potencia y la aplicación cada vez más amplia de las fuentes de energía alternativas por el mundo.

¿Y qué decir del fundamentalismo islámico, que va cobrando un alcance amenazador, apostando más que nada en la fuerza militar y en los actos terroristas? ¿Se puede esperar también una globalización de las religiones y un ahondamiento de los conflictos bélicos de origen religioso?

“Sí, es algo que se puede esperar. Vemos los procesos en torno al Estado Islámico, que fue muy subestimado. Pensábamos que se trataba de algo local y superable pero resulta que ha cobrado gran poderío en casi todo el territorio de Irak y de Siria. Ahora observamos la creación de un Estado Yihadista, mucho más intransigente que el movimiento talibán. De manera que es muy importante que miremos hacia el futuro”.

¿Será que la humanidad, que en las últimas centurias ha luchado por la libertad, la igualdad y la democracia, avanza ahora hacia el regreso? ¿Qué podríamos esperar en un futuro?

“La vida nos ha enseñado que siempre hay acontecimientos inesperados que se producen y nos sorprenden”, dice la doctora Todorova. “La futurología los denomina “cisnes negros” o “comodines”, y uno de los mayores desafíos es cómo capturarlos. Es una especie de desconocimiento del desconocimiento. Ni siquiera sabemos que no conocemos determinado ámbito. Es lo que hace estos sucesos impredecibles. Es el caso del virus Ébola, lo mismo sería si en la tierra cayera un asteroide. La vida es mucho más variada y fuerte y, en determinado momento, impone correcciones y virajes. De manera que no podríamos decir que las cosas van en regreso porque podría producirse un descubrimiento evolutivo en la ciencia o en otro ámbito que dé lugar a un salto en nuestra evolución. Podría suceder, sin embargo, también lo contrario”.

Es un “cisne negro, por ejemplo, la expansión de la red global que ha penetrado en todos los ámbitos de la vida convirtiendo el ancho mundo en una pequeña aldea. Cada día nos preguntamos cómo vivíamos sin Internet.

Semejante “comodín” en la evolución de la humanidad podría ser también el contacto con un … objeto volador no identificado. Futurólogos y expertos de la NASA prevén semejante suceso en los próximos 10 a 20 años.

“Por cierto, creo que usted y yo, en el marco de nuestra vida, seremos testigos de un encuentro de hermanos nuestros dotados de intelecto”, dice la doctora Todorova. “Sin embargo, no podemos sino hacer meras conjeturas sobre el efecto que tendría para nosotros el encuentro con un intelecto extra terrestre. Ojalá, haya algún “cisne negro” propicio capaz de conducirnos a través de las aguas turbias de lo desconocido hacia un futuro luminoso…

Versión en español por Raina Petkova