Se han dado a la tarea de buscar la respuesta un grupo de jóvenes entusiastas unidos por la amistad, la iniciativa y la buena voluntad. Todo empezó hace un año. La idea original era arreglar un área verde abandonada entre los bloques de viviendas del nuevo barrio Vitosha, donde residen en Sofía, y convertirlo en un espacio para el ocio y el entretenimiento. La Administración Municipal les ofreció una parcela de media hectárea, destinada, según el plan urbanístico de la zona, a convertirse un día en un parque.
El lugar estaba cubierto de escombros de las obras en sus inmediaciones pero este hecho no apagó el entusiasmo de los jóvenes. Presentaron un proyecto ante el programa “Sofía Verde” del Ayuntamiento de esta capital y recibieron ayuda bajo la forma de aperos de labranza, bancos, cubos de basura, árboles y flores para plantar… En cambio ofrecieron su trabajo voluntario y la promesa de difundir esta causa en medio de los vecinos de la zona.
Así, el año pasado apareció un pequeño parque, que es una maravilla. Ya que el apetito viene con la comida, con apoyo de los vecinos, los jóvenes decidieron crear también una huerta bio en el área verde entre los bloques de apartamentos. En ese oasis de la biodiversidad se pueden ver girasoles, tomatones, pimientos, matas de maíz, calabazas y toda suerte de hierbas aromáticas. De todas ellas cuidan personas jóvenes de 25 a 35 años de edad, de todas las profesiones: programadores, arquitectos, diseñadores, fotógrafos… Hay entre los entusiastas de la huerta bio también un ciudadano francés que desde hace unos años reside en Sofía con su familia.
Una de las promotoras de la idea es Vera Petkanchin, graduada en Relaciones Internacionales y, actualmente, funcionaria de Junior Achievement Bulgaria, una ONG que potencia el emprendimiento en medio de los escolares búlgaros. ¿Están los jóvenes de la ciudad lo suficientemente familiarizados con la agricultura para practicarla?
Vera opina: “No, no lo estamos porque nos faltan muchos conocimientos. Lo importante es que tenemos una actitud positiva y el gran deseo de experimentar y ver cómo resultarán las cosas. Nuestros abuelos y abuelas saben mucho más que nosotros y tienen mucha más experiencia. Procuramos aprender de ellos y, al mismo tiempo, introducir algunos métodos nuevos. Nuestra huerta bio es la primera en Sofía y en Bulgaria, en un terreno municipal y no en el patio trasero de una finca privada. Es muy gratificante hacer algo destinado a toda la comunidad de vecinos de un barrio. Ha venido a ayudarnos gente de toda la ciudad. Algunos matrimonios jóvenes con hijos pequeños se han interesado mucho por la siembra de frutales. Algunos chiquillos han “adoptado” un arbolito concreto y cuidan de él, lo riegan, vienen a verlo, etc. Les resultó muy interesante hacer compost y enterarse que los residuos vegetales no son basura sino una materia que puede servir para abonar el suelo”.
Los jóvenes hortelanos de la ciudad no emplean abonos químicos, herbicidas ni pesticidas. Siembran las diferentes plantas en forma combinada para que cada una de ellas, con sus propiedades específicas, proteja a las demás.
En la huerta bio se pueden ver cosas tan curiosas para los chiquillos como los hoteles de insectos. Son unos soportes habitáculos y lugar de hibernación para insectos, creados artificialmente que encuentran, cada vez más apoyo para su implantación, particularmente por los jardineros naturalistas y en las escuelas de biología como medida preventiva, práctica y de coste económico reducido, para ayudar en la conservación de numerosas especies de insectos, actualmente en peligro de extinción por las prácticas agrícolas imperantes.
Los hortelanos urbanos del barrio de Vitosha valoran sobremanera su cosecha y están seguros de que será más limpia y ecológica que los productos que se pueden comprar en las tiendas comerciales. La más copiosa será la cosecha de calabazas y se proponen organizar una Fiesta de la Calabaza, que ya está siendo comentada con interés en Facebook.
“Lo más importante que se logra con semejante huerta no es la cosecha obtenida sino el proceso de acercamiento y cohesión que se produce entre los vecinos de determinada población, concluye Vera Petkanchin. Es un capital social muy valioso y difícil de crear, y su generación depende de nuestra voluntad e iniciativa”.
Versión en español por Raina Petkova
Fotos: Archivo personal
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