No con el pincel sino con hierbas dibuja sus lienzos el pintor Ruslán Rúsev. Sus obras acarician los sentidos con su apariencia y su aroma de verano tórrido. Son especialmente hermosas al atardecer, cuando cae la oscuridad y el ligero relieve del mosaico de hierbas reavivael juego de los claroscuros. El proceso de creación de estos cuadros es largo y laborioso: primero hay que recoger las hierbas, luego secarlas, triturarlas, separar el tallo de las pajas, que también se utilizan, tratarlas térmicamente y, por último, aplicar el material obtenido. De esta manera el artista crea retratos de personajes históricos, paisajes, iconos, etc.

Para hacer un cuadro necesito, como promedio, un mes o mes y medio – dice Ruslán Rúsev sobre el proceso creativo –. La aplicación del material requiere mucha atención. Para que me salgan bien los elementos más pequeños utilizo lupas. Los colores de mis pinturas no se desvanecen con el tiempo; tengo una tecnología especial para ello. Trabajo sólo con materiales naturales. A una parte de las hierbas les añado color de otras, y algunas conservan su propio color. Preparo los temas con antelación y cuando llega el verano aplico algunas de las hierbas sobre el lienzo por etapas, conforme voy recogiéndolas, para que mantengan sus verdaderos colores. A otras las pongo a secar para usarlas más tarde.

Una parte importante del impactante arte de Ruslán Rúsev es la forma de obtener los colores para los cuadros:

Hay hierbas que utilizo como colores permanentes; por ejemplo, la ortiga y las nueces. De éstos obtengo cuatro colores y de la ortiga, tres. Uso el tallo para extraer el color verde, las hojas, para un tono mucho más oscuro del verde, y las raíces, para obtener color amarillo. Tengo distintas variantes para obtener tinte de cada planta. He extraído tintura roja de una hierba llamada rubia roja. El color rojo se obtiene también de las escamas de la cebolla. Uso unas setas que crecen en los árboles para conseguir un tono muy lindo del blanco. Es difícil de obtener el tinte azul. Pero no diré más, ya que estos son mis secretos. Dedicándose seriamente a una cosa y sabiendo dónde y cómo tocar, se puede conseguir lo que se quiere.

Ruslán Rúsev dio los primeros pasos en el arte en el ejército donde, para entretenerse en sus ratos libres, los soldados creaban diferentes figuritas de paja seca y hierbas. Se graduó por el Instituto de Turismo Internacional y durante años trabajó en su especialidad; hasta que una noche, en sueños, se le apareció su abuela y le aconsejó volver a hacer cuadros de hierbas.

El artista afirma que actualmente es el único en Bulgaria que hace este tipo de arte. A la pregunta de dónde obtiene información sobre las técnicas y habilidades para seguir adelante, responde:

Nadie me puede enseñar la técnica, soy yo quien puedo enseñar lo que sé. Todo lo que he logrado ha sido a través del método del ensayo y error. Utilizo todo aquello con lo que he quedado contento, lo que no me gusta trato de rehacerlo; también hay cosas que simplemente no me salen. De esto depende si hago o no ciertos temas. Si no llego a obtener la gama de colores que necesito no tiene sentido comenzar el trabajo. Antes de aplicar las pajas secas o las hierbas pienso mucho en cómo realizar la imagen porque, después de pegarlas, si me equivoco en alguna parte o si no sé cómo y bajo qué ángulo colocarlas, tendré que rasparlo todo o tirar el material y sentarme a hacer de nuevo algo en lo que ya se me han ido, digamos, veinte días. No cometer errores al aplicar el material sobre el tablero es lo que resulta más difícil, concluye Ruslán Rúsev, autor de pinturas curativas hechas de hierbas.