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Los códigos “abierto” y “cerrado” de los realia búlgaros

Foto: Archivo

El discurso de la alienación y del sinsentido de la política prevalecen, lamentablemente, en las conversaciones sobre política en la sociedad búlgara. “La democracia no significa únicamente contar con instituciones formales: varios partidos, Parlamento, etc. La auténtica democracia depende en gran medida del marco o los marcos en que los ciudadanos interpretan el mundo político. Depende del sentido que confieren a las actuaciones políticas que se abren a sus ojos. Este sentido, compartido por la sociedad, no lo percibimos a nuestro alrededor”, dijo en entrevista a Radio Bulgaria el politólogo Strahil Deliiski, profesor de la Universidad San Clemente de Ojrid, de Sofía.

“Si aprovecháramos una metáfora del mundo de las tecnologías de la información, podríamos hacer el siguiente resumen. Hay dos tipos de sentido. El uno es de “código cerrado” y el otro, de “código abierto”, como el software… Utilizamos los programas de “código cerrado” sin poder modificarlos según nuestras preferencias. El “código abierto” nos permite, al compartir el trabajo con los demás,  verter nuestro propio sentido en el producto. Del mismo modo, en la sociedad son posibles dos aproximaciones al generar el sentido colectivo. La primera consiste en tomar tal cual los planteamientos ideológicos y los mitos políticos, que habitualmente son los impuestos por la elite política. Esta es la vía fácil porque no requiere esfuerzo mental. La vía del “código abierto” consiste en que con esfuerzos conjuntos, deshaciéndonos de la comodidad y de la fuerza del hábito, generemos un sentido político y social”.

Strahil Dedliiski vuelve sobre los orígenes de la transición y explica que gracias a la doctrina política del neoliberalismo, la ideología de mercado liberal logró subordinar el campo político.

“Las relaciones políticas se vuelven cada vez más una función de los intereses empresariales dominantes y no del interés público general. Resulta que los órganos del poder estatal elegidos democráticamente no obedecen en sus decisiones al pueblo soberano sino a corporaciones, instituciones financieras y organizaciones comerciales transnacionales. La lógica es la siguiente: todo lo que resulta positivo para la Empresa es positivo también para las personas. Esto no siempre es así. Los ciudadanos perdieron su confianza en el Estado como órgano político regulador de los conflictos sociales y con ello, la confianza en la política en general. No se trata de un fenómeno netamente búlgaro. Es un déficit del sistema. En semejante contexto, la incipiente sociedad civil de Bulgaria parece haber olvidado una de sus principales funciones: la de ser un elemento corrector no solo del Estado sino también del mercado; conquistar un espacio autónomo no solo ante el poder político sino también ante la presión y la coerción originadas por el mercado”.

El cambio del sistema político en Bulgaria y los vaivenes, para conocer quiénes somos y en qué consiste el sistema, fueron aforados en gran medida por un  individualismo radical, opina Strahil Deliiski.

“La falta de sensación de integridad política y objetivo político común generó la estrategia de la superviviencia individual. El sentido supremo de esta estrategia es la tenencia, la posesión. Incluso se llegó al absurdo de que, como máxima virtud del nuevo sistema, se destacara la posibilidad de elegir a la hora de hacer las compras gracias a la amplia oferta. Así, casi imperceptiblemente, nos inclinamos cada vez más a entender e interpretar lo político en nuestra condición de consumidores que no de ciudadanos. El “YO” se ha convertido en algo mucho más importante que el “nosotros”, y esto dificulta en gran medida la comunicación política. El consumidor es un ser de mercado, que determina su comportamiento sobre la base del cálculo racional del beneficio y la pérdida individuales. Para él, el sentido se reduce al “código cerrado” del egoísmo. El ciudadano como ser políticositúa su comportamiento en las coordenadas de la comunidad, o sea del “nosotros”. Lo que tiene sentido es el “código abierto” de la solidaridad”.

Versión en español por Raina Petkova



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