El 31 de marzo, en el puesto de control fronterizo de Capitán Andréevo, por donde pasa el tráfico principal por carretera hacia y desde Turquía, fueron detenidas 26 personas, incluidos 13 funcionarios de aduanas y tres policías de frontera, por participar en un canal de contrabando de cigarrillos a través de Bulgaria. El 1º de abril se supo que todos los aduaneros detenidos fueron puestos en libertad quedando detenido sólo el jefe del turno. Sin embargo, los funcionarios puestos en libertad fueron llamados como testigos en la investigación de contrabando de cigarrillos a gran escala, por millones de euros. La lucha contra la corrupción continúa.

Hace una veintena de años un primer ministro búlgaro había preguntado a su consejero económico qué reformas hacer para que su efecto en el desarrollo económico del país se hiciera sentir pronto. La respuesta fue que a tal propósito no hacía falta una reforma especial sino que, a primera hora, bastaría con poner orden en las aduanas del país. Una veintena de años más tarde, la tarea de poner orden en las aduanas sigue siendo de actualidad.

Estudios para 2014 muestran que la proporción de los cigarrillos vendidos ilegalmente en Bulgaria es de un 20 % del total de ventas de tabaco en el país, marcando un aumento constante en los últimos años. Los ingresos fiscales generales perdidos por el consumo de productos tabacaleros son de unos 230 millones de EUR por año, lo que equivale al 2 % del total de ingresos fiscales para 2014, o a un 0,6 % del PIB.

Dado que Bulgaria es el país de la UE donde la fiscalidad de los productos de tabaco es de mayor importancia para el cumplimiento de los Presupuestos, ella pierde por el contrabando relativamente la mayor cuantía de ingresos en toda la Comunidad. El contrabando de cigarrillos cuesta al erario entre un 1,6 % al 2 % del total de ingresos fiscales que el Estado recauda. En este indicador Bulgaria “se adelanta” significativamente a todos los países miembros de la UE. Como aportación relativa al presupuesto, sus pérdidas superan 3 veces las de Rumania y Polonia, por ejemplo, 10 veces, las de Alemania y unas 16 veces, las de Holanda.

La última detención de aduaneros mostró, entre otras cosas, que el apetito por el contrabando en el país sigue siendo alto. Un par de meses antes, en este mismo puesto de control fronterizo se produjo el arresto sonado del jefe de la Aduana local, también por dejar pasar bienes de contrabando desde Turquía. Sin embargo, los arrestos parece que no paralizan la propensión al contrabando, porque el cebo es muy atractivo y, por lo tanto, irresistible.

En los albores de la transición a la democracia, durante una consulta con un país amigo, un directivo del ámbito del fisco preguntó si allí también los funcionarios de aduana sufrían una presión corruptiva. Le respondieron con toda franqueza que si un aduanero no se corrompía hasta pasados cuatro años de servicio, se convertiría en un héroe. Hasta el momento no hay ninguna información sobre la existencia de héroes en las aduanas búlgaras, mientras que en la percepción pública la palabra “aduanero” es más bien un tópico.

En la lucha contra el contrabando y la corrupción Bulgaria utiliza métodos bien conocidos por el mundo como: cambio frecuente del lugar de trabajo y de las responsabilidades de los funcionarios de aduana, rotación del personal ejecutivo, uso de técnicas especiales de investigación, participación de los servicios especializados y la Fiscalía, etc. No obstante, es obvio que sólo estos métodos no son suficientes para el éxito. Es necesario también reorientar los esfuerzos de la captura de alijos de contrabando y de aduaneros corruptos a la captura de quienes hicieron el encargo.

Versión en español por Daniela Radíchkova