La ONG “Amigos de la Tierra Europa”, que en Bulgaria es representada por la organización “Para la Tierra” ha publicado los resultados de una encuesta sobre el apoyo de la sociedad a los productores de alimentos que venden al por menor. La encuesta ha sido realizada por la agencia sociológica TNS Opinion, abarca ocho países de la UE e indica que hay un fuerte interés hacia los alimentos de producción nacional. A juicio de Ivailo Popov de la organización “Para la Tierra”, los clientes búlgaros encuentran con dificultad productos de las aldeas vecinas por el pequeño número de mercados que ofrecen alimentos de este tipo, así como por la falta de información sobre éstos.
Un 43 % de los búlgaros a veces compran alimentos de producción nacional, lo cual, a juicio de Ivailo Popov, es un indicio de la más baja difusión de los alimentos de producción local en comparación con el resto de los siete países de la encuesta. La causa por ello es que en Bulgaria fue interrumpida la tradición durante más de medio siglo y los consumidores ahora comienzan a reconocer y comprar los alimentos de producción local.
“En Francia cada semana se organiza un mercado para los agricultores sobre todo en la temporada desde la primavera hasta el otoño”, comenta Ivailo Popov. “Durante el régimen comunista era imposible que se desarrollara la práctica del comercio privado. Después nadie se ha esforzado por fomentarla. Hubo un largo periodo en que los comerciantes que deseaban vender directamente productos animales tenían que responder a las mismas condiciones que los grandes productores”.
Los consumidores comentan que durante el socialismo, la venta de productos agrícolas por granjeros privados era permitida y que era prohibido vender alimentos de origen animal como miel, leche, huevos y queso. Los alimentos de origen animal se vendían por los productores de modo no oficial y los infractores corrían el riesgo de que se les impusieran multas y se les confiscaran los productos. La práctica de vender de modo no reglamentado fue conservada después de los cambios del año 1989, cuando el comercio privado fue fomentado pero los requisitos normativos hacia los productores eran bastante altos. Desde hace cierto tiempo, la base normativa regula las condiciones que permiten a los productores que vendan sus productos basándose en las llamadas “cadenas cortas” que, por una parte, incluyen breves distancias y, por otra, la disminución del número de los mediadores entre los productores y los clientes.
Popov explica: “Si un productor vende sus frutas y hortalizas a una tienda y ésta vende al cliente final, tenemos una cadena corta. La forma más directa es a través de una tienda de la propia granja, un mercado agrícola o mediante una plataforma en Internet que conecta a productores y clientes”.
Los precios de los alimentos búlgaros con frecuencia resultan más altos que los de las cadenas comerciales. A juicio de Ivailo Popov, los subsidios europeos desempeñan un papel clave para los precios de los alimentos y hasta este año una parte muy pequeña de los productores que venden al por menor tenían acceso a éstos. El nuevo periodo de programación dará mayores posibilidades a las granjas pequeñas y medianas de recibir financiación, lo cual debe hacer sus productos más baratos. En segundo lugar, tiene una importante influencia la competencia que se está creando entre las granjas que, junto con los más grandes volúmenes comerciales, debe ampliar el mercado.
Versión en español por Hristina Taseva
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