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1988: Bulgaria se convierte en el sexto país con astronautas en el espacio cósmico

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El astronauta búlgaro Alexander Alexandrov, el comandante del vuelo Anatoli Solovyov y el ingeniero de vuelo Viktor Savinih.
Foto: Archivo

¿Suelen los astronautas soñar como lo hacen todos los seres humanos? Conocimos la respuesta afirmativa a esta interrogante, prosaica a primera vista, apenas en 1988, en el marco del programa espacial Shipka que el segundo astronauta búlgaro, Alexander Alexandrov, ejecutó a bordo de la estación espacial Mir durante su misión de 10 días en el Cosmos.

El astronauta recuerda: “Uno de los experimentos más acertados fue el denominado Son-K ( o sea Sueño K), cuyo objetivo era estudiar el sueño de los astronautas y la posibilidad de que recuperen las fuerzas al dormir en el Cosmos. El experimento se realizó en mi persona y fue todo un éxito. Resultó que durante el vuelo espacial se mantienen las fases del sueño que existen en la tierra. Con ese experimento comprobamos que los astronautas pueden recuperar con éxito sus fuerzas durante largos vuelos espaciales y mantener su capacidad de trabajo”.

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El 7 de junio, a las 06.03 PM, toda Bulgaria vivió un momento estelar: la nave espacial Soyuz TM5 salió con éxito al espacio exterior de la tierra con tres tripulantes a bordo: el astronauta búlgaro Alexander Alexandrov, el comandante del vuelo Anatoli Solovyov y el ingeniero de vuelo Viktor Savinih. A diferencia del dramático vuelo del primer astronauta búlgaro, Georgi Ivanov, cuyo doble era Alexander Alexandrov, la misión espacial de este último, piloto de cazabombardero, oriundo de de la ciudad de Omurtag, fue un éxito cabal. He aquí lo que dijo él en su momento, instantes antes de despegar rumbo al cosmos, en un registro que guarda el Archivo Sonoro de Radio Nacional de Bulgaria.

“Me enorgullezco de que mi patria, junto con los países socialistas, participe en la ejecución de un amplio programa de investigación del espacio cósmico para fines pacíficos. Es la segunda ocasión en que un ciudadano de la República Popular de Bulgaria participará en un vuelo conjunto con astronautas soviéticos que simboliza la eterna e indestructible amistad búlgaro-soviética. Dedico mi vuelo al espacio al 110 aniversario de la liberación de Bulgaria de la dominación otomana, así como al 44 aniversario del triunfo de la revolución socialista en nuestro país”.

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El 9 de junio de 1988 la nave se acopló a la estación espacial en órbita Mir, donde Alexander Alexandrov logró cumplir todos los 56 experimentos programados haciendo uso de nueve aparatos sin parangón, diseñados y creados íntegramente por científicos e investigadores búlgaros implicados en el programa Shipka.

“La base del vuelo fue el programa de investigación Shipka que comprendió la ejecución de determinados experimentos en materia de física espacial y astrofísica, y medicina y biología espacial, así como el ensayo de diferentes tecnologías. Los aparatos eran automáticos y permitían hacer análisis en tiempo real, de manera que algunos experimentos se podían repetir hasta lograr los parámetros pretendidos. Es lo que permitió realizar en solo 10 días tan elevado número de pruebas. Todo ello convirtió a Bulgaria en una potencia espacial. A la sazón en el mundo existían solo 6 países que exploraban el espacio cósmico”.

El 17 de junio a las 2.20 PM el aparato de aterrizaje con los tres astronautas tomó tierra con éxito en el norte de Kazajstán. Visto desde la distancia, el segundo vuelo de un búlgaro al espacio cósmico no fue fruto gratuito de la amistad búlgaro-soviética sino que se realizó acorde al principio de compensación. Los aparatos y dispositivos científicos creados en Bulgaria, incluidos los destinados a estudiar el sueño de los astronautas, quedaron a disposición de la investigación espacial soviética. Uno de ellos: el dosímetro Lyulin, sigue operando hasta hoy en órbita alrededor de la tierra, a bordo de la Estación Espacial Internacional.

La participación búlgara en el vuelo conjunto tuvo también su precio real, que se cifró en unos 7 millones de levas, pero muchos de los resultados del programa espacial Shipka encontraron aplicación en la tierra. Por ejemplo, el aparato Pleven 87 sigue utilizándose hasta hoy para determinar la rapidez de las reacciones y la idoneidad profesional de aviadores, conductores de automóviles y operadores de centrales eléctricas nucleares.

La  puesta en órbita de la nave Soyuz TM-3, su acoplamiento con la estación espacial, los experimentos realizados a bordo de ésta y el regreso a la tierra transcurrieron de la mejor manera. En aquel momento Bulgaria vivió el apogeo de su gloria espacial. El vuelo de Alexander Alexandrov fue la impactante última cima que conquistó este país antes de las reformas iniciadas en 1989.

Versión en español por Raina Petkova



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