Durante décadas la aldea de Kírkovo, a semejanza del resto de localidades fronterizas en los Ródopes Orientales parecía abandonada en el extremo del país. Con la apertura del puesto de control fronterizo Makaza-Ninfea hace dos años las cosas cambiaron radicalmente. Ahora ya cruza por Kírkovo la nueva autopista que conduce a los balnearios helenos. Ahora ya no queda rastro alguno de esa aldea semidesértica de habitantes cada vez menos numerosos y de comercios casi vacíos .Cada día un centenar de coches paran en Kírkovo para que sus pasajeros se remienden y se surtan de combustible más barato en sus viajes a los balnearios del mar Egeo. Por su parte, los griegos cruzan la frontera para llegar a Kírkovo y hacer compras o bien comer en los restaurantes locales. Resulta, sin embargo, que muchas personas se quedan en la aldea por más tiempo e incluso algunas desisten de viajar a los balnearios helenos y así se quedan para pasar sus vacaciones completas en Kírkovo.
La aldea no se puede jactar de unas curiosidades impactantes. Dista una decena de kilómetros del puesto de control de frontera y aduana ya citado, carece de una playa marina pero tiene en cambio un río. No se encuentra ubicada al pie de pendientes serranas , surcadas por pistas de esquí sino en los bajos pliegues de los Ródopes Orientales, en un territorio aún no hollado por los turistas.La aldea carece de instalaciones turísticas elitistas del tipo todo incluido, de saunas y piscinas pero tiene en cambio varios hotelitos familiares en que se ofrece turismo rural en su óptima forma. Pero el atractivo más fuerte de Kírkovo es su base equina con caballos bien adiestrados para que uno vaya a lomo de ellos. Para cabalgar por las colinas del Monte Ródope llegan a Kirkovo no sólo turistas nacionales sino también griegos pues el Grecia practicar la equitación es afición que le resulta a uno bastante costosa.
”Disponemos de 12 caballos como también de un área para adiestramiento al aire libre y tenemos la intención de expandirnos. A tal efecto hemos postulado a financiación a partir de programas europeos”, dice Vladimir Ivanov, de 51 años, dueño de la base hípica y padre orgulloso de 4 vástagos. Agrega que apuesta mucho por el instructor de equitación que ha contratado y cuya labor está avalada por prestigiosos certificados internacionales .El hombre mantiene una relación estupenda con los cuadrúpedos. Se necesitan al menos dos años para que los caballos aprendan a atender y cumplir determinadas órdenes. Hay que fijarse también en el genio que tienen.
”Procuramos cultivarles un carácter dócil y evitar situaciones imprevistas” dice Vladimir. No obstante no son sólo los caballos ni los hotelitos acogedores los que retienen a los turistas en Kírkovo. Este recóndito rincón serrano también cuenta con su encanto y riquezas ocultas. Algunas de éstas se pueden visitar en los trayectos que se hacen a lomo de caballo:
“Hasta el momento disponemos de 14 rutas organizadas, estamos restaurando molinos y estamos reparando puentes antiguos de la época romana para tener acceso a ellos con los caballos, dice Vladimir Ivanov. Tenemos un guía turístico que acompaña a los jinetes para enseñarles los parajes de mayor atractivo. Disponemos también de vehículos todoterreno para llevar a los turistas reacios a montar caballo a que visiten algunas de las zonas más hermosas en los alrededores de Kírkovo.”
Además de búlgaros y griegos , que cabalgan al galope por praderas y colinas, llegan a Kírkovo rumanos, serbios y hasta norteamericanos quienes no dejan de admirar la naturaleza bien conservada y la hospitalidad de los lugareños. También hay otros atractivos que retienen a los turistas en Kírkovo:
“En la zona de nuestra aldea la naturaleza es única en su género, el aire lo es también. Hay gran número deformaciones rocosas muy curiosas, como también asentamientos abandonados en los que uno puede notar el modo de vida de la gente que los habitó hace 200 años. Por suerte, no todas las casas están destruidas y así uno puede ver cómo, antaño, en sus plantas bajas se encontraban los establos para el ganado y en el primer piso vivían sus dueños. Si uno sube a la parte alta de la montaña ante sus ojos se abre un estupendo panorama en una radio de casi un centenar de kilómetros. Combinamos los manjares de la cocina local tradicional con el uso de productos ecológicamente puros y esto es otro factor que retiene en Kirkovo a los turistas búlgaros y extranjeros.”
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Base equina “Lina”
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