El pueblo de Bórino disfruta hace tiempo de un marcado interés turístico por sus encantadoras casas de huéspedes, su deliciosa comida y, sobre todo, por la atractiva naturaleza de los montes Ródope. Son típicas de esta porción de la montaña las rocas que se alzan hacia el cielo, sobre las que vuelan águilas, y las increíbles gargantas y cuevas, algunas de las cuales son explotadas con fines turísticos. En los alrededores se extienden coloridos prados, en los que se oye, aquí y allá, el retintín de los badajos de los cencerros del ganado.  Sobre las alfombras de flores y hierbas silvestres flota un velo etéreo de mariposas.

Bórino se encuentra cerca de la reserva natural Kastraklí, donde existe la mayor concentración de estas delicadas criaturas de alas multicolores. Aquí, en medio de los montes Ródope, rodeadas por el verdor, revolotean más de 450 especies de mariposas. Su vida es efímera: algunas disfrutan del sol y las flores unas semanas antes de irse para siempre, mientras que otras mueren, literalmente, a las pocas horas de nacer, evocando la fugacidad implacable de nuestro paso por este mundo.



De cualquier manera, la abundancia de estas translúcidas criaturas en la zona es increíble. Los entendidos afirman que en dos horas, en un radio de 100 metros, se pueden ver al menos 20 especies, algunas de las cuales extremadamente raras en estas latitudes. También acuden extranjeros a Bórino para observarlas y fotografiarlas. Por ello, el Ayuntamiento ha iniciado la construcción de un museo especial de la mariposa, que abrirá sus puertas este otoño. Ahí se exhibirá una colección de más de un centenar de mariposas disecadas, así como abundante material fotográfico. Mientras tanto, cualquiera puede visitar la reserva para conocer mejor estos etéreos insectos.

“La zona de Kastraklí es una reserva biosférica de pino negro, y junto al bosque hay un área de más de 1.200 hectáreas de claros y campos, que es donde están las mariposas”, explica el alcalde de Bórino, Oktay Alíev. “Hemos abierto senderos por los que se puede llegar a pie, en bicicleta o incluso en coche a la reserva. Estamos formando a varios aldeanos como guías, para que puedan explicar a la gente qué tipo de mariposa pueden encontrar, en qué zona, qué color buscar, etc".

La zona es una mina de oro para los montañeros, alpinistas, espeleólogos y, sobre todo, fotógrafos. Su imaginación se ve cautivada por las praderas de orquídeas silvestres en los alrededores del pueblo. Se cree que ésta es una de las especies de plantas con flores más antiguas. Las orquídeas silvestres no abundan, y el simple hecho de encontrarlas en la naturaleza, es una verdadera aventura para los amantes de la botánica. No muy lejos de Bórino se encuentra la cueva de Yágodinska, una de las más hermosas y visitadas de Bulgaria, y también la cueva La Garganta del Diablo, asociada a la leyenda de Orfeo y Eurídice.



La carretera de asfalto que serpentea a través del desfiladero de Trigrad conduce a pueblos olvidados por la civilización y aldeas con pocos habitantes, todos ellos de edad avanzada. La zona abunda en paisajes de pastoreo y hay muchas ocasiones para bajar del coche y hablar con los lugareños, o caminar por los prados aromáticos y fotografiar mariposas y flores. Viajeros de toda Europa acuden a Bórino y sus alrededores para disfrutar de esta belleza atemporal.

“Llegan turistas de Francia, Polonia, Rusia, Eslovaquia, y la República Checa”, explica Oktay Alíev. “Traen buenas cámaras de alta resolución para tomar imágenes de calidad. Saben de nosotros por Internet, y después de visitar Bulgaria, comparten con amigos y conocidos su experiencia. Esto es publicidad de boca a boca”.

Ahora el Ayuntamiento está preparando febrilmente la inauguración del Museo de la Mariposa, que también será un centro de conservación. Los lugareños esperan que este nuevo centro atraiga a Bórino un número aún mayor de amantes de la vida silvestre.

Versión en español por  Marta Ros
Fotos: BGNES