El 9 de febrero de 1999, las autoridades libias detuvieron en Bengasi varias decenas de trabajadores sanitarios. Entre ellos hubo 23 búlgaros. Algunos días después la mayoría de ellos fueron liberados. En la prisión quedaron las enfermeras Kristiana Valcheva, Nasia Nenova, Valentina Siropoulo, Valya Cherveniashka, Snezhana Dimitrova, el doctor Zdravko Georguiev y el universitario palestino en medicina Ashraf al Hadzhudzh. Durante casi un año se consideraba que fueron detenidos en su calidad de testigos. En 2000 los médicos fueron acusados de haber contagiado premeditadamente a más de 400 niños con el virus del VIH y provocado una epidemia de SIDA en Bengasi con el fin de desestabilizar a la Yamajiriya. Defensores de los acusados fueron los abogados Vladimir Sheitanov, Plamen Yalnazov, Georgi Gatev y Hari Haralampiev y Osman Bizanti, por parte libia.
Las enfermeras búlgaras comenzaron a trabajar en el hospital Al Fatah, de Bengasi en 1998. La enfermera Kristiana Valcheva, sin embargo, nunca trabajó en este hospital y su marido, el doctor Zdravko Georguiev trabajó en el desierto. Durante el mismo año padres de niños infectados con el SIDA irrumpieron en una conferencia de salud insistiendo en que el Estado interviniera en la creciente crisis, otros presentaron quejas ante el Ministerio de Salud Pública. El líder libio, Muamar el Gadafi, prometió un severo castigo para los culpables.
Según los documentos, sin embargo, a principios de los años 90 en Bengasi ya se conocían casos de enfermos de SIDA y los contagios fueron aumentando en 1997-1998. Las autoridades sanitarias ocultaron de los padres de los niños la verdadera causa de su enfermedad, ya que temían que si la información de la falta de materiales sanitarios y conocimientos del personal se hiciera pública, hubiera surgido un grave problema. ¿Cuál fue la solución que buscaron?
La culpa fue echada al personal sanitario extranjero. No eran pocas las ocasiones durante la crisis con los búlgaros en que es escuchó la frase de que en Libia todo es impredecible. No es exactamente así: el comportamiento de Muamar el Gadafi se basaba en razones racionales encaminadas a equilibrar la tensión interna en Libia entre los diferentes grupos sociales y de chantajear a Occidente.
Los convictos fueron objeto de cuatro procesos judiciales incoados en su contra. El primer proceso fue en 1999 promovido por el Tribunal Popular de Libia y fue por un complot contra el Estado. Comenzó sin que la parte búlgara fuera informada oficialmente. Fue interrumpido, ya que el Tribunal no encontró pruebas en apoyo a los cargos y los médicos declararon que sus confesiones fueron arrancadas con torturas.
Al mismo tiempo, Libia retiró la acusación de coparticipación en complot con la CIA y MOSAD. Sin embargo, el Tribunal Penal de Bengasi incoó un proceso nuevo en 2002 por experimentos ilegales con medicamentos y contagio con mutaciones de VIH. Presenció la sesión en su calidad de testigo el renombrado experto Luc Montagnier, el descubridor del VIH, que manifestó que las infecciones fueron consecuencia de mala higiene en los hospitales antes de que los acusados comenzaran a trabajar allí.
A pesar de esto en el próximo proceso en 2003, el Tribunal Penal de Bengasi condenó a muerte a las cinco enfermeras búlgaras y a los médicos búlgaro y palestino acusándoles de haber contagiado premeditadamente a más de 400 niños.
El doctor Zdravko Georguiev fue condenado a 4 años de prisión y privación de derechos civiles por haber operado ilícitamente con divisas extranjeras. En diciembre de 2006, a pesar de la presión por parte de la UE y los EEUU, las enfermeras búlgaras y el médico palestino recibieron nuevas condenas a la pena capital por el Tribunal Penal en Trípoli. Tras ocho años en la prisión y condenas a muerte confirmadas en varias ocasiones, el feliz desenlace se produjo el 24 de julio de 2007. El presidente francés, Nicolás Sarcozy, anunció oficialmente que Francia y la UE habían acordado que los prisioneros fueran extraditados de Libia. En las últimas negociaciones participó la entonces esposa del presidente francés, Cecilia Sarkozy.
“Lo seguro es que el coronel Gadafi era una personalidad desasosegada y oscura que utilizaba los métodos de la violencia y del comportamiento brutal. Desde el primer encuentro teníamos que medir fuerzas, algo que le sorprendió también a él en un principio. Mantuvimos las negociaciones con él, con el Gobierno, con Seif al Islam, otros altos cargos en Bengasi. Este país está dividido en muchas facciones. Al principio el coronel Gadafi fue propenso a pensar en liberar a los reos, pero las personas allegadas a Seif al Islam no pensaban lo mismo y estas contradicciones tenían que ser superadas”.
¿Cuáles son los recuerdos de Kristiana Valcheva de la noche de su liberación?
“El piloto nos informó que habíamos abandonado el espacio aéreo de Libia y aquel momento fue muy feliz para nosotros, ya que estábamos fuera de Libia. Aterrizamos en el Aeropuerto de Sofía donde nos esperaba nuestro presidente. Para mí el nombre de Cecilia Sarcozy significa libertad”.
La fecha 24 de julio de 2007 puso fin a la pesadilla que duró 2910 días y que los trabajadores sanitarios búlgaros tuvieron que soportar. Tras su llegada, el presidente promulgó un decreto mediante el cual los indultaba y ellos podían continuar su vida en libertad. El proceso contra ellos es un desdoro descomunal sobre la política exterior de Bulgaria a causa de la falta de acciones rápidas y adecuadas para la defensa y la liberación de los reos.
Cuatro años más tarde, en 2011, después del inicio de protestas en masa en Libia, el ex ministro de Justicia, Mustafa Abdel Dzhalil, manifestó en el éter de la televisión Al Jazeera que el culpable por el contagio de los niños libios con el SIDA era el coronel Gadafi, exculpando de este modo a los trabajadores sanitarios búlgaros.
Versión en español por Hristina Taseva
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