“He oído decir que Blaga Dimitrova es un malentendido: es una mujer y, encima poetisa, y además, tan reflexiva y juiciosa. Los críticos que frecuentemente le acusan de contemplación reflexiva, le recriminan que “inventa”. Son palabras de la profesora Yulia Krásteva, una intelectual y estudiosa franco-búlgara, las cuales traducen la actitud de los críticos con respecto a la obra de una de las poetisas máximas en la literatura búlgara moderna. La contemplación y la reflexión, características para la obra de Blaga Dimitrova fueron calificadas por la crítica oficial durante el totalitarismo en Bulgaria de una desviación del realismo socialista y de la recreación artística veraz de la realidad.
Tanto antes del cambio en 1989, como hasta finales de su vida, Blaga Dimitrova caminaba tenazmente fuera del camino trillado de los cánones literarios y partidistas afirmados en el país. En 1988 decidió que era ya tiempo para abandonar su cómodo despacho de escritora e incorporarse activamente en la vida pública, no sólo como artista, sino también como ciudadana. Ella llegó a ser uno de los fundadores del Comité de Protección Ecológica de Ruse y del Club en Respaldo de la Transparencia y la Perestroika. Asistió al famoso desayuno por invitación de Francois Mitterrand, en la Embajada de Francia en Sofía, acompañada por otros destacados intelectuales búlgaros. La poetisa presidía las listas de artistas ideológicamente incómodos que la nomenclatura comunista había redactado en su empeño por amordazar las voces cada vez más potentes a favor de los cambios. Blaga Dimitrova formaba parte del nutrido grupo de intelectuales y artistas que respaldaron a la Unión de Fuerzas Democráticas en sus esfuerzos por encarrilar a Bulgaria por el camino hacia la democracia. Todos ellos esperaban un cambio auténtico e irreversible, una reconsideración del pasado y pedirles responsabilidad a los culpables por la catástrofe en el país.
En 1991 Blaga Dimitrova se convirtió en diputada por la UFD en la Trigésima Sexta Legislatura y un año después ya era vicepresidenta del país, al lado de Zhelio Zhelev, formando los dos la primera pareja presidencial democráticamente elegida en Bulgaria. Antes de aceptar su nominación a vicepresidenta de la nación, Blaga Dimitrova se asesoró con su amiga María Antonova, quien le alentó a aceptar. Años después, en sus memorias sobre las reuniones que había tenido con la ilustre poetisa María Antonova escribe que una persona honesta como Blaga no era capaz de resistir mucho tiempo el ambiente atosigado de la coyuntura política.
He aquí lo que expresa la propia Blaga Dimitrova al afrontar las acusaciones de totalitarismo azul-referencia a la Unión de Fuerzas Democráticas que ha optado por el color azul-, acusaciones lanzadas por sus oponentes.
“Queridos compatriotas, no alzo mi voz para hacer una agitación preelectoral ni para responder frente a invectivas y calumnias, ni tampoco para estigmatizar y agredir. Lo único por lo que no puedo seguir callada es por el atentado que está sufriendo la esperanza limpia y sagrada de la gente. La esperanza de un resurgir de nuestro país. Algunos se atreven a poner en tela de juicio nuestra joven libertad lanzando acusaciones de totalitarismo azul. Lo que les estoy preguntando es quién hoy ha sido asesinado sin juicio ni condena como esto ocurrió con miles de víctimas después del 9 de septiembre? El 9 de septiembre de 1944 en Bulgaria fue instaurado un Gobierno pro soviético. ¿Quién ha sido desalojado de su casa para que se instalen en ella unos nuevos amos?¿Quién hoy ha sido recluido en un campo de concentración como había sucedido con los miles de mártires que perdieron su vida, salud, familias durante el atroz régimen comunista?¿Los hijos de quiénes tienen ahora un futuro perdido por los nombres denigrados de sus padres?¿Dónde ven Vds., pues, este totalitarismo azul?”
En el verano de 1992 entre Blaga Dimitrova y Zhelio Zhelev se produjo una ruptura por la rueda de prensa en la que el presidente de Bulgaria embistió contra el Gobierno del primer ministro Filip Dimitrov. Fiel a sus amigos de la Unión de Fuerzas Democráticas, Blaga Dimitrova lanzó la advertencia de que se hacían preparativos para derrocar al Gobierno, pero el primer ministro Dimitrov desconfió de la misma. Tras el malogrado voto de confianza y el ascenso al poder del Gobierno de Liuben Berov, Blaga Dimitrova presentó su dimisión como vicepresidenta de la nación.
He aquí las palabras del presidente, Zhelio Zhelev, dichas con tal motivo.
“Creo que ella-Blaga Dimitrova- ha cometido un error político garrafal quizás por ser una persona de letras, una poetisa de otras propensiones. Sin embargo, ella permitió ser convertida en juguete político por el Consejo Nacional de Coordinación de la UFD. Estimo que los dos podríamos haber hecho otras muchas cocas por la democracia búlgara. Por lo que se refiere a nuestra amistad, espero que la podamos conservar también en el futuro”.
Sin embargo, la amistad entre Zhelev y Dimitrova no llegó a ser recuperada. La autora de la novela “Rostro” abandonó definitivamente la política en 1999 asqueada por la hipocresía de ésta. El 2 de mayo de 2003 Blaga Dimitrova abandonaba este mundo tras haber sufrido una grave dolencia oncológica. Su humildad y honestidad siguen siendo un ejemplo de cómo debe vivir un ser humano.
Versión en español por Mijail Mijailov
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