El primer ministro, Boyko Borísov, después de mantener conversaciones con su homólogo turco este miércoles en Estambul, anunció horas antes de la sesión de hoy del Consejo Europeo que en el foro, la delegación búlgara dará su “pleno apoyo” a Turquía. Por estos términos Borísov entiende solidaridad con la petición de Ankara de establecer un área de seguridad en Siria, la inclusión de Turquía en la llamada lista de países de origen seguro y también una ayuda financiera comunitaria al vecino meridional de Bulgaria. Las posiciones mencionadas no son nuevas, Sofía ya las ha defendido en foros europeos y ante los socios de la Unión. Respecto a una parte de esas posiciones existe un consenso o está a punto de que se llegue a tal.

En cuanto a la creación de una zona de seguridad en Siria, el premier Borísov se proclamó a favor ya en septiembre, en la cumbre extraordinaria de la UE y el pasado fin de semana hizo otro tanto al conversar con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Lo que se tiene en cuenta es construir campamentos que cuenten con condiciones de vida decentes, para que los exiliados encuentren refugio en su propio país en lugar de buscar protección en Europa, y volver rápidamente a sus hogares finalizado el conflicto. Tal decisión beneficiaría a Bulgaria reduciendo la fuerte presión migratoria sobre el país. En septiembre, el Consejo Europeo rechazó la idea de Ankara pero a principios de octubre anunció que estaba dispuesto a discutirla.

Bulgaria declaró su apoyo a la inclusión de Turquía en la lista europea de los llamados “terceros países de origen seguros” hace unos días, en una reunión de los Ministros del Interior de los países de la UE. En general, la reunión se solidarizó con la idea si bien quedaron algunas reservas al respecto. Recientemente, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, declaró ante el Parlamento Europeo que si Turquía no estuviera en la lista de los “países seguros”, las negociaciones de su adhesión a la UE deberían quedar suspendidas inmediatamente.

El reconocimiento de Turquía como país de origen seguro obviamente está a punto de hacerse realidad ya que cancelar las negociaciones con ella en este momento es más inconcebible que nunca. Además, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ya ha presentado en Bruselas un plan de acción con el cual su país se compromete a acoger de vuelta con mayor rapidez a los migrantes que, de su territorio, han entrado ilegalmente a Bulgaria, Rumania y Grecia, así como a aumentar la cooperación con las autoridades búlgaras y griegas para frustrar el cruce ilegal de las fronteras comunes. El plan contempla, además, que Turquía refuerce sus fuerzas fronterizas, recrudezca su política de visados respecto los ciudadanos procedentes de países fuente de migrantes, mejore la lucha contra los traficantes y registre a todos los migrantes que lleguen a su territorio.

Desde hace tiempo, Bulgaria también aboga por el apoyo financiero no sólo a Turquía sino también a otros países, como Jordania y el Líbano, que han acogido el mayor número de refugiados, argumentando que lo merecen por venir alojando generosamente a exiliados desde hace cuatro años. Sofía estima que estos países merecen, asimismo, apoyo para aumentar su capacidad de acoger y registrar a los solicitantes de asilo, y también para combatir el tráfico ilegal de personas.

Recientes declaraciones del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, hacen suponer que la UE está dispuesta a hacer concesiones en sus relaciones con Turquía, siempre y cuando ese país reduzca el flujo de refugiados del Oriente Medio a Europa. Turquía es, aun en la actualidad, un factor importante en la retención de la presión migratoria, pero podría hacer más todavía. Generan expectativas de una evolución favorable las palabras de Donald Tusk, según el cual, citamos, “Solos no podemos hacer nada. La cooperación beneficiará a ambas partes”.