En 1922 un grupo de destacados intelectuales búlgaros salió con la propuesta de declarar el 1º de noviembre Día de los Próceres de la Ilustración Nacional: escritores, mártires y héroes del pasado glorioso de Bulgaria que desempeñaron un papel importante para elevar la conciencia del pueblo búlgaro a lo largo de los siglos. Aquel mismo año la propuesta fue aprobada por el Consejo de Ministros.
¿Qué fue lo que impulsó a los intelectuales nacionales a promover tal iniciativa? A esta y otras preguntas más responde el Prof. Plamen Mítev, decano de la Facultad de Historia de la Universidad San Clemente de Ojrid de Sofía.
“El impulso de establecer un día especial dedicado a los próceres hay que buscarlo en la memoria nacional búlgara. Como nación tendemos a olvidarnos de las personas que, por sus actos, contribuyen a la emancipación espiritual de nuestra sociedad. En los años inmediatamente posteriores a las grandes catástrofes militares sufridas por el país a inicios del siglo XX, la necesidad de un renacer de la memoria nacional era más que evidente. Por eso, la élite intelectual de Bulgaria se unió en torno a la idea de dedicar un día del año a los líderes espirituales nacionales”.
En su obra Reticencias y apotegmas –helenismo que significa sentencia breve y graciosa en la que subyace un contenido moral aleccionador– el ilustre escritor y político búlgaro Stoyán Mijaylóvski (1856-1927) dice que hay que luchar contra toda tiranía, incluso contra la tiranía de la libertad sin ilustración. En realidad, los búlgaros a menudo hacemos referencias a los renacentistas pero, ¿hasta qué punto somos capaces de entender sus ideas?
“Lamentablemente, al hablar de nuestro Renacimiento Nacional y de las personalidades que dan fisonomía a aquella época, lo hacemos movidos por la inercia. Enfocamos el pasado a través del prisma de los libros de texto olvidando con facilidad las lecciones que hemos debido aprender a lo largo de los años posteriores a la liberación del dominio otomano. El Renacimiento Nacional es una época de la que se supone que sabemos mucho, sin embargo, si somos lo suficientemente críticos, admitiremos que sabemos muy poco. Clasificamos a los próceres –primero, segundo– siguiendo la inercia, sin fijarnos en sus actos concretos ni descubrir la verdadera contribución de cada uno de ellos en nuestra historia”.
En el siglo XIX, el revolucionario y escritor búlgaro Gueorgui Rakovski señaló como motivo de la falta de autoestima en los búlgaros la ignorancia sobre nuestras raíces. ¿Hasta qué punto hoy, un siglo y medio más tarde, podemos afirmar que los búlgaros edificamos nuestra autoestima basándonos en nuestra historia?
“En la actualidad la historia está siendo sometida a muchos experimentos políticos de laboratorio. Solemos atribuir la lectura política de la historia a las sociedades totalitarias pero nos resistimos a ver que también hoy, en la supuestamente democrática Bulgaria la historia está sufriendo manipulaciones y sirve visiblemente a intereses políticos concretos, en Bulgaria, en los Balkanes, en Europa o en el mundo político global. Las palabras de Rakovski mantienen su vigencia también hoy en día porque nosotros leemos nuestra historia con estrechez de miras. Si queremos ser objetivos en nuestras valoraciones debemos salir de los moldes, examinar lo ocurrido a lo largo de los siglos sin ideologemas y mitologemas para tener realmente la autoestima de una nación europea”.
¿Cómo podríamos explicar la etnopsicología búlgara hoy, a través del prisma de las vicisitudes históricas por las que ha pasado el pueblo búlgaro?
“Lamentablemente, parece que el principal factor que influye en la etnopsicología de los búlgaros es el dominio otomano de cinco siglos, durante el cual fuimos privados de nuestra élite y del Estado. Esto deja una impronta duradera en varias generaciones de búlgaros. Hemos sido educados a dudar del Estado ya que no es el nuestro. Desafortunadamente, la inercia de este tipo de comportamiento influye de manera negativa en nuestra historia posterior a la Liberación, hasta hoy en día. Nosotros discutimos activamente la política en los cafés y en las calles pero cuando se trata de expresar una posición clara, nos escabullimos. Sucumbimos con facilidad a las sugestiones de los grandes hermanos de turno: Rusia, Europa, EE.UU, lo cual también es parte de la etnopsicología heredada del yugo opresor extranjero cuando no teníamos élite que creara sus propias tradiciones de comportamiento político. Por desgracia, cada 40 a 50 años nuestra historia posterior a la Liberación pasa por radicales giros sociales que aupan en la cima del poder a gente casual. Esto es una parte de todo aquello que acontece con los búlgaros desde hace ya más de 500 años”, dice en conclusión el Prof. Plamen Mítev.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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