Hay millones de personas en el mundo que se suelen hacer la pregunta:¿Cómo uno llega a ser una estrella? Armen Nazaryan, búlgaro naturalizado, nacido en 1974 en Masis, Armenia, es una de las personalidades más brillantes del deporte búlgaro que hizo famoso a este país a nivel mundial y que, según él mismo llegó a confesar, lo daba todo de sí para que se izara más frecuentemente la bandera búlgara y sonara el himno nacional. He aquí cómo se inició la historia de la leyenda llamada, Armen Nazarian, ex integrante de la selección búlgara de lucha grecorromana y actualmente entrenador sénior de esta selección:
Cuando niño era yo un chaval muy travieso y muy enérgico. En la calle y en la escuela no dejaba de luchar y hacía un montón de travesuras. Un día mi mamá me dijo: “Como eres tan rebosante de energía será mejor que te llevemos a algún club para que practiques algún deporte”.
Y como su hermano mayor se entrenaba en la lucha, Armen, entonces de 8 años de edad comenzó a acudir a la sala en que su hermano se entrenaba.
Ya en la segunda o tercera jornada de mi presencia allá comencé a hacer llaves, fui aprendiendo las técnicas de la lucha, un deporte que yo sentía como una predisposición interna. Pesaba en aquel momento 22 kilogramos y en esa división casi no tenía gran número de rivales, eran tres o cuatro a lo sumo. Rápidamente me fui imponiendo a todos ellos y subí a la división de 29 a 32 kilogramos. Pese a que no pesaba mucho, era capaz de triunfar frente a mis nuevos contendientes. Fue así como me apasioné por la lucha, señala el destacado atleta.
Un año después de aquellas manifestaciones iniciales, Armen Nazaryan se alzaba con su primera medalla de oro en el Campeonato Urbano para juniors. Fue en el año 1983. En 1996, tras agenciarse su primera medalla de oro olímpica en Atlanta, Nazaryan fue invitado por el hombre de negocios y mecenas deportivo búlgaro, Grisha Ganchev, a adherirse al equipo búlgaro “Slavia-Litex”.
Llegué a Bulgaria y formando parte de la selección nacional de Bulgaria participé en la competición por la Copa Europa en Moscú, donde conseguimos ocupar el segundo puesto en la clasificación por equipos sólo precedidos por Rusia. Resolví quedarme en Bulgaria y competir por este país. Hice la promesa de ir ganando muchas medallas para Bulgaria, manifiesta Armen Nazaryan.
Un año después, por decreto del presidente de Bulgaria, Nazaryan obtenía la nacionalidad búlgara. He aquí lo que dice el atleta refiriéndose a su vertiginosa carrera en la que ha invertido mucho trabajo tenaz y a la que se ha entregado sin reservas:
En el año 2000 en los JJ.OO. de Sidney me alcé con una segunda medalla olímpica pero carecía aún de un título mundial. Decidí seguir adelante para sumar a mi palmarés una medalla de oro de un Campeonato Mundial. Lo conseguí, y, además, nada menos que en tres ocasiones: en 2002, 2003 y 2005. En 2004 en los JJ.OO. de Atenas tuve que conformarme con la medalla de bronce, ya que allá los árbitros me impidieron que consiguiera un triunfo mejor. En los años 1998 y 2003 fui proclamado “Luchador Número Uno del planeta.
Realmente hay razones sobradas para ello. La abundante trayectoria deportiva de este luchador que a través de los años ha competido en las divisiones de 52,58 y 60 kilogramos está colmada de prestigiosas distinciones: campeón olímpico en dos ocasiones, campeón mundial, en tres, campeón europeo en seis ocasiones, ganador, dos veces, de la máxima distinción búlgara, el Cinturón de Oro “Nikola Petrov”, etc. Todos sus trofeos deportivos están siendo guardados en un armario en su hogar. Estas preseas son sendos incentivos para que los dos hijos de Armen, Edmond y Grisha sigan los pasos de su papá. Armen Nazaryan espera que un día también ellos llevarán a su hogar medallas olímpicas. En cambio, la hija de Armen, Inesa, prefiere ayudarle a su mamá, Inga, en los quehaceres domésticos.
¿Cómo es el hombre Armen, tal y como lo conocen sus familiares y sus amigos?
Uno, para ser un gran patriota primero tiene que ser un gran hombre. Tengo muchos amigos, quiero a mi familia que para mi es número uno, quiero a mis hijos, a mi esposa que es muy cuidadosa y abnegada. Tengo amigos que me respetan mucho y me invitan constantemente, como un invitado de honor, a diferentes torneos. Quiera Dios que mi nombre siempre se mantenga a un nivel tan alto, dice en conclusión Armen Nazaryan, legendario luchador búlgaro de origen armenio.
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