Zavalska, Viskyar, Lubash, Chepan, Rui son los nombres de los montes esparcidos por la parte más occidental de Bulgaria. Si uno visita el monte Zavalska y emprende uno de sus serpenteantes senderos, llegará al monasterio Bilinski, consagrado a San Miguel Arcángel, que dista a 16 kilómetros de la ciudad de Breznik. El templo fue construido en el siglo XIII a XIV y fue declarado monumento de importancia nacional por sus bellos frescos. Lamentablemente, los frescos fueron destruidos y el templo se está demoliendo. Por detrás del abundante verdor que trata de disimular la negligencia de los búlgaros actuales, se ve una parte del primer piso y de la terraza del edificio. Éste es uno de los múltiples lugares que heredamos del pasado y que descuidamos voluntariamente.
Con el fin de llamar la atención de la sociedad a los lugares abandonados en Bulgaria y para aunar a la gente entorno a la noble idea de restaurarlos, un joven, Plamen Stefanov, creó una página en Facebook que denominó “Lo descuidado en Bulgaria”. Mantiene la página web gratuitamente junto con su novia y da nuevo sentido a su pasión por los viajes y la fotografía, utilizándola para una causa noble. Junto con sus fotos y relatos publica materiales que le envían búlgaros de todo el país. El número de los fans de la página ya supera los 13 mil. Cada día dedico 15 minutos de mi tiempo para mostrar a la gente algo interesante que desconoce pero que es parte de la historia de Bulgaria, dice Plamen.
¿Cuáles son los cuadros más estremecedores de descuido que vio durante sus viajes por Bulgaria?
Todo puede ser estremecedor - dice Plamen - : la imagen de la escuela marina en que se formaron miles de marineros jóvenes o la de un pequeño jardín infantil, acurrucado en el bosque, la imagen de grandes edificios en los cuales alguien invirtió enormes sumas para renovarlos y de repente todo fue abandonado. Las personas se impresionan más viendo los edificios militares que fueron mantenidos con enormes medios y fueron guardados en secreto y a estas alturas ya están descuidados por alguna causa. El contribuyente continúa pagando impuestos para que sean custodiados y se mantengan en buen estado, pero esto no sucede.
Todos quienes visitan un edificio de este tipo se dan cuenta de que allí todo fue robado. Lo malo es que estos edificios no se conceden a sociedades civiles. Cada aeropuerto que se extiende sobre una superficie de algunas centenares de hectáreas puede ser utilizado para fines civiles y ser útil a la sociedad, o puede ser convertido en una pista de automovilismo o polígono que pueden aprovechar las personas que aprenden a conducir.
Nos encantan las limpias calles con antiguos edificios excelentemente conservados en Europa Occidental, pero no notamos la belleza alrededor de nosotros y permitimos su destrucción. Es mucho más fácil esperar que alguien reconstruya los edificios para nosotros en vez de organizarnos y hacerlo, explica Plamen Stefanov pero enseguida precisa que nota otra tendencia que es positiva:
Gracias a la página web conocí a muchos jóvenes búlgaros que son ejemplo a seguir. Siempre cito como ejemplo a un muchacho, Kristian que, mediante Facebook, promovió la iniciativa de conservar el ferrocarril de vía estrecha en los Ródopes. Kristian organiza a jóvenes de la región que compran tintes y brochas, y renuevan las estaciones del tren. Ellos no pueden insuflar vida nueva a estas estaciones, ya que esto es una tarea del Estado, pero tratan de mejorar su imagen para que no sea necesario explicar a los extranjeros que llegan a Bulgaria que no ha habido una guerra recientemente y que esto es resultado de la negligencia humana. Todos los edificios y terrenos que vemos pueden cobrar vida nueva mediante recolectas de firmas, grupos que tienen una causa determinada y, tarde o temprano, pueden ser propiedad de los ciudadanos. Lamentablemente, hoy en día, se construyen edificios de baja calidad que no tienen nada que ver con los de hace 50 o 100 años. Es cuestión de una política errónea.
Mediante la página Plamen espera que la gente abra los ojos y aprecie lo que construyeron para nosotros nuestros ancestros y cambie su actitud hacia esta herencia. El objetivo es que vean todo esto y piensen cómo pueden cambiar las cosas”, explica Plamen Stefanov, el joven que se ocupa del proyecto Lo Descuidado en Bulgaria.
Versión en español por Hristina Taseva
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