De prisa, en el último día de la semana, viernes, el Parlamento votó la moción de censura contra el gobierno que fue depositada con las firmas de la Coalición Bulgaria de Izquierdas, el Movimiento por Derechos y Libertades y dos diputados independientes. A los 69 diputados que promovieron la moción se sumaron solo 11 votos a favor, 9 de diputados del partido Ataka y 2 independientes.
La coalición Frente Patriótico y la el partido ABV, de izquierdas, que formalmente no son gobernantes y deberíamos considerarlos en oposición votaron en contra de la moción. El Centro Democrático Búlgaro, que también deberíamos considerar como parte de la oposición también se abstuvo. Resultó que los seis diputados independientes también tuvieron discrepancias acerca del voto y tres de ellos votaron a favor y tres en contra. La más simple aritmética parlamentaria muestra que en estos momentos la oposición en Bulgaria es débil. Formalmente puede movilizar una mayoría pero en realidad está lejos de los 121 votos necesarios.
Las fuerzas gobernantes GERB y el Frente Patriótico formalmente no tienen una mayoría propia porque sus votos están por debajo de los 121 que hacen alta, pero con la ayuda de las filas de otros partidos lograron salvarse. Sin embargo, la moción muestra que la oposición es débil no solo a causa de su división. Los presentadores de la moción no lograron el objetivo de suscitar al menos un debate razonable sobre la política de sanidad y algunos eventuales cambios en ella. El ministro de Sanidad, Moskov, manifestó que no cederá de la política de los medicamentos y no hará una concesión en lo que al cambio de la infraestructura de la red sanitaria y su financiación se refiere.
El debate no será recordado con ideas valiosas, sino con enérgicas réplicas e insultos. Por ejemplo, el ministro de Sanidad aconsejó a los socialistas que beban menos, igual que aconsejaba Lenin, a lo cual le respondieron preguntándole si hoy ha tomado sus medicamentos y fue calificado de síquicamente inestable. Réplicas de esta índole pueden parecer divertidas a una parte del electorado pero detrás de ellas se esconde un estado nada envidiable de la elite política en el país. Un estado por el cual tiene la culpa el electorado ya que él es quien elige a la elite.
Versión al español de Hristina Taseva
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