¿Quién dice que nuestros amigos de cuatro patas no tienen alma? Para conseguir la ecuanimidad y la paz ellos también necesitan de psicólogo.

Comprender y llevarse bien con los perros no se aprende en la universidad, es suficiente con tener alma de psicólogo. Alexánder Gueorguíev, el primer zoopsicólogo búlgaro, se dio cuenta de tener esa vocación a muy tierna edad, cuando recibió su primer cachorro.

“Mi padre me trajo un perrito cuando tenía 5 años de edad. Me dijo que si no conseguía arreglármelas con él iba a regalarlo. En mis ojos eso parecía una amenaza muy grave. Así empezó todo”.

De niño Alexánder observaba el comportamiento de los perros e intentaba descifrarlo. Siendo ya mayor, se dio cuenta de que los animales se guían por sus instintos e información genética. Por esto considera que es un error compararlos a niños tercos y rebeldes.

Alexánder fundó la primera escuela en Bulgaria para adiestramiento de perros de servicio, luego se fue a Austria donde trabajó como entrenador de los cuadrúpedos. Un día fue a verle un pastor que no lograba controlar a su perro agresivo, que era una amenaza para humanos y animales por igual. Nuestro compatriota consiguió domar a la fiera y, en reconocimiento por su maestría, fue ”promovido a zoopsicólogo”. Por eso, para tener un perro mascota obediente sería bien prestar atención a estos consejos para su adiestramiento.

“La regla básica es no concebir al perro como un ser humano –dice el zoopsicólogo– . Dos, colocarlo al final de la jerarquía familiar. En tercer lugar, ejercer un fuerte control dando órdenes buenas, rigurosas y estrictas y exigir que se cumplan, ya que eso nos hace líderes del perro. En fin, ser coherentes y honestos para con el animal y no descargar nuestra ira sobre él ya que el perro no hace nada contra nosotros”.

Lamentablemente, a un perro no hay manera de explicarle los convencionalismos del mundo humano como, por ejemplo, qué significan las reglas, las leyes, la moral... No obstante, sí podemos enseñarle cómo comportarse en determinadas situaciones. Según Alexander Gueorguíev, cada perro bien entrenado debe dominar órdenes como "Stop!" "¡Quieto!", "Allí no!", "Así no!", "¡Siéntate!", "¡Abajo!", "En el lugar!" "¡Suelta!", "¡Ven!". También es importante entender que el animal carece de la capacidad de pensar abstracto y no puede hacer conexiones causales. Eso significa que no tiene sentido castigarlo, pero podemos ajustar nuestro comportamiento a lo que hace en el momento concreto.

“Es una especie de reacción a su reacción –dice Alexánder y prosigue– : De esta manera mostramos al perro nuestra actitud hacia lo que hace y conseguimos enseñarle cómo comportarse y qué es lo que queremos de él. Cuando ejecuta una orden y nosotros nos mostramos contentos el perro lo percibe como algo positivo. Cumple la respectiva orden con placer si cada vez recibe su premio: mostrarle nuestra alegría, que le queremos, hacerle sentirse bien”.

La sesión con el psicólogo es una reunión entre tres: el especialista, el amo del perro y el perro; es la única forma para que las cosas funcionen con éxito. Sin embargo, ¿quien crea más problemas?

“Los amos –dice, entre risas, Alexánder– . Los perros son relativamente fáciles de adiestrar; con la actitud correcta, comienzan a cumplir rápidamente, mientras que los amos suelen tratar de mezclar lo que les sugiero con lo que ellos quieren hacer. El ejemplo más simple es cuando les aconsejo no dejar que el perro suba a la cama y ellos responden que ya está acostumbrado”.

El zoopsicólogo señala que los perros no son un accesorio de moda, por eso hay que pensar bien qué raza es la más adecuada para el hogar; y tales son el cocker spaniel, el caniche, el bichón boloñés, el carlino… en general, todos los animalitos de pequeña estatura que requieren menos movimiento. El propio Alexander convive con el chihuahua Mon Cheri y los dóbermanes Darma Livia y Cherry Marie Antoinette.

Versión en español por Daniela Radíchkova