Por la mañana, al despertar lo primero que uno hace es lavarse la cara; la misma fuerza se necesita también para dibujar. La pureza es volverse hacia sí mismo, dice Kolyo Karamfilov ante el autor de un documental sobre este pintor contemporáneo búlgaro realizado poco antes de que abandonara nuestro mundo material.

Desde 2014, cuando sucedió el trágico acontecimiento, la carga artística y la gran imaginativa de Kolyo Karamfilov siguen emocionando a través de sus obras enigmáticas, que son miles. Ha dejado su letra peculiar sobre todo lo que tuvo a su alcance: un papel de embalaje ordinario, una pequeña servilleta blanca o la tabla de un viejo pupitre escolar impregnado de la ideología de la época. El artista sigue estando ante los ojos de quienes observan su obra, comunicándoles sus reflexiones: El espíritu libre no libra ni un día. No me gustan los días en los que no se realiza ningún tipo de trabajo. Estoy en la plantilla del Señor, no del Estado.

El espíritu lúcido de Kolyo Karamfilov se entusiasmaba más que nada por los rostros humanos. Los semblantes, claros y oscuros y surcados, están presentes en la exposición organizada por sus amigos cercanos, que, además, le pusieron un título certero: Con afecto.

Se trata de artefactos de su amor, compañerismo y amistad, cosas que ha creado y regalado al instante –comenta Pétar Nedelchev, uno de los propietarios de las obras presentadas en la muestra– . Aquí se puede ver el rostro diferente de Kolyo Karamfilov. En Bulgaria hay miles de dibujos de Kolyo Karamfilov, y miles de personas poseen cosas suyas como recuerdo. Espero que aquellos cuyos dibujos no figuran en la presente exposición no se enojen ya que no sera la última. Como coleccionista, me consta que Kolyo era un artista extraordinario, de talla europea.

Por su parte, el pintor Stefan Bozhkov explica: La muestra se titula Con afecto porque Kolyo ha regalado todas esas creaciones en un arranque de ternura. Su presencia se siente en la sala, es como un soplo de alas de un pájaro que está aquí y busca contacto con nosotros. La exposición es una expresión de amor y también sonrisas de Kolyo. En ella está presentado en su mundo más íntimo y más profundo. Además, se pueden ver la sonrisa fraterna, la fiesta, la copa, el rebosar, la mescolanza, el lanzamiento, la destrucción, las lágrimas y la risa; todo está recogido en la muestra. Kolyo era un volcán que no se apagaba, el movimiento era una constante en él. Hay muchas cosas que se desconocen de Kolyo Karamfilov; una de ellas es que era un hombre que diseminaba amor. Era un artista impresionante, se desempeñaba en todos los ámbitos. Cantaba bien, acompañándose al mismo tiempo con la guitarra. La poesía lírica también le era muy próxima, la conocía y la interpretaba. Era, asimismo, un extraordinario escenógrafo, un artista de gran dimensión y de espíritu y talento artístico enormes. Su arte nunca llegará a su ocaso, cada uno de nosotros lleva en sí parte de Kolyo. Yo, personalmente, tengo un montón de cosas que me ha regalado, él también tenía cosas mías que había hecho para él. Sus obras no serán olvidadas, por el contrario, siempre se exhibirán en muestras. He expuesto trabajos suyos incluso en mi casa, y estoy seguro que así es en los hogares de todos sus amigos. Echamos de menos a Kolyo, su falta se siente en la vida artística del país porque él lograba aportarle mucha energía, entregaba generosamente su corazón. En Bulgaria las obras de los artistas de mi generación están colocadas a un nivel muy bajo. La mayoría de nuestras obras se encuentra en galerías en el extranjero o en colecciones privadas pero no en salas de exposiciones aquí, en el país donde fueron creadas. Falta todo un período de obras de los últimos años. Dentro de algún tiempo se considerará que en la Bulgaria actual no se han pintado cuadros, y esto no es así.

Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos de la exposición: de Guergana Mancheva