En el pico Hadzhi Dimítar, en lo alto de la cordillera Balcánica, y no muy lejos del pico Shipka, donde en verano de 1877 tuvo lugar una de las batallas más intensas en la Guerra Ruso-Turca por la liberación de Bulgaria, hoy esa cruenta batalla divide en dos la historia búlgara moderna. En ese lugar se eleva, medio olvidado, expuesto a los elementos y al vandalismo, el cuerpo de hormigón armado con forma de gigantesco platillo volante del monumento de Búzludzha. Fue construido en 1981 como sede-monumento del Partido Comunista Búlgaro, lo cual determinó su destino después de los cambios democráticos de 1989.
Dora Ivanova es una joven arquitecta que ha estudiado en Alemania, donde ha desarrollado su carrera profesional. Superados los prejuicios del tiempo, percibe Búzludzha desde otro ángulo, y ha creado un proyecto para la reconstrucción del monumento y para un replanteamiento de la Historia, que es el tema de su tesis.
Por casualidad me puse a buscar imágenes de Búzludzha en Internet, que me provocaron con su fuerza y con la propia estructura del edificio. Como arquitecta conseguí ver el monumento de otra forma, no como un objeto ideológico sino como una obra maestra de la arquitectura, un logro de la ingeniería búlgara −cuenta Dora− . El edificio costó el esfuerzo de 6.000 personas. Se planeó durante quince años, tardó ocho años en construirse, y después duró solamente otros ocho. Los constructores trabajaron en tres turnos día y noche en la cima de la montaña. En la construcción participaron los mejores arquitectos, ingenieros y artistas búlgaros, cuyo trabajo es impresionante. El pico de la montaña se rebajó en 8 metros. En ese lugar se vertieron 70.000 toneladas de hormigón y 40.000 toneladas de acero. El edificio es de talla mundial en arquitectura, diseño e impacto.
Hoy el monumento, obra del arquitecto Gueorgui Stoílov, está prohibido a los visitantes debido a su estado crítico. A pesar de ello, cada día es visitado por mucha gente.
El edificio fue recomendado como excelente por TripAdvisor, el mayor portal web de turismo del mundo, calificación que se otorga a lugares con críticas excepcionales. Búzludzha aparece como uno de los lugares abandonados más bellos en distintas clasificaciones vistas por millones de personas. Muchos extranjeros vienen a Bulgaria especialmente para ver este lugar, comenta la joven arquitecta.
Según dice, también los especialistas hablan de forma positiva del edificio. Entonces, ¿dónde radica el problema de su supervivencia? ¿En el miedo a la Historia, o el deseo de que la Historia comience con nosotros?
El problema con los monumentos del totalitarismo es su politización y su asociación con ese período, pero yo pienso que son objetos de su época y esto debe ser reconsiderado. Hoy en día se politiza mucho sobre este tema en Bulgaria, lo cual repele a la gente y les causa miedo a expresar su opinión. Y lo más fácil en esta situación es la indiferencia, opina la joven.
El proyecto que Dora propone para el futuro de Búzludzha es provocativo: convertir el edificio en un monumento a toda la Historia de Bulgaria, presentada de forma interactiva.
El corazón del edificio es una sala de conferencias que con pocos cambios se podría convertir en una sala multifuncional para conciertos, exposiciones o debates, con capacidad para 400 personas. Su mosaico decorativo está en muy buen estado, representa el período socialista y se conservará tal como es. Desde ahí se pasa a un largo y oscuro pasillo, que simboliza el dominio otomano en tierras búlgaras. El sentido de la época se transmite a través de la longitud y las limitaciones del espacio. En los corredores, en la parte exterior del cuerpo esférico, donde hay ventanales con vistas extraordinarias, se presentará la Edad Media con las grandes victorias búlgaras. Los gobernantes búlgaros más importantes estarán en armonía con la grandeza del paisaje. A partir de ahí el visitante bajará al sótano para conocer la historia de los tracios, protobúlgaros y eslavos, y a continuación podrá subir con el ascensor panorámico a la torre de 70 metros donde están escritos los nombres de todos los gobernantes búlgaros, y pasar por la estrella de cinco puntas. La estrella es un símbolo del período totalitarista, pero el cristal está roto, una metáfora que el visitante puede interpretar por sí mismo. En el último nivel habrá dos espacios, uno abierto y otro cerrado. El cerrado está ampliado por una plataforma de cristal a la cual se puede subir, que representa el período de la transición, con miedo e incertidumbre. En el último nivel hay una terraza con vistas de 360 grados que devuelve al visitante al presente, a la naturaleza real y a las dimensiones reales de Bulgaria.
Según las estimaciones de Dora, la reconstrucción del edificio costaría 1.250.000 de euros, mientras que para la construcción del edificio y la infraestructura adyacente se gastaron 12.500.000.
Teniendo en cuenta la inflación, esto es casi 100 veces los recursos que serían necesarios hoy. Búzludzha podría ser autosuficiente con la venta de entradas, el alquiler de la sala de conferencias, etc., opina la arquitecta.
Según dice, la reconstrucción del lugar llevaría a la popularización de la región y a la creación de nuevos puestos de trabajo. Veo Búzludzha como una inversión necesaria para el turismo, pero también para la Historia y el tratamiento de los complejos nacionales, subraya Dora.
Versión en español por Marta Ros
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