El dos de junio es un día luctuoso para Bulgaria porque hace 140 años perdíamos a uno de los búlgaros más conspicuos que esta tierra haya visto nacer. En la tristeza, sin embargo, también despunta la alegría generada por su proeza, por la valentía, la fuerza del espíritu y el amor a la patria, este amor por el que uno se siente listo a sacrificarse y morir. Botev, por su muerte, ayudó a los búlgaros a despertar y a alzarse por librarse del yugo turco.
Así lo manifestaba en su discurso Kalín Kamenov, alcalde de Vratsa, ciudad que cada año el 2 de junio venera con gran solemnidad la memoria del insigne poeta y revolucionario, Hristo Botev, y de todos los hombres muertos por la libertad de Bulgaria. Hay que destacar que los primeros actos conmemorativos oficiales In memoriam de estos héroes se remontan a finales del siglo XIX. En tiempos de guerra y de paz, en medio de lluvias torrenciales, inundaciones u otras calamidades, con gobiernos de cualquier orientación, la vida del ilustre poeta ha sido siempre conmemorada con veneración por el pueblo búlgaro.
Botev es ídolo y modelo en la vida de miles de búlgaros contemporáneos que leen y se conocen de memoria sus fogosos versos, se emocionan con las ideas del poeta y confían en que ellas ayudarán a que el pueblo búlgaro se conserve en años de duros trances y pruebas.
Filip Filipov, profesor de escuela de Vratsa respeta con entrega total el verbo y la imagen de Hristo Botev. Sus conciudadanos han descubierto en su apariencia una semejanza física con los rasgos del poeta y en rodaje de películas dedicadas a Botev Filipov no ha dejado de ser invitado para encarnarse en el papel de su ídolo.
Desde niño y en mi fuero interno me he criado en el espíritu del patriotismo. Mi tatarabuelo, maestro de escuela y cura búlgaro, había sido correligionario de Botev, durante el Levantamiento de Abril de 1876 reclutaba a insurgentes para el destacamento de Botev. Yo de niño, por tener un genio deportivo, organizaba con los otros chicos pruebas para ver quién daría el salto más alto, o quién sería el más veloz en una carrera. Ya desde aquellos años procuraba ser el primero, desde aquellos años la imagen de Botev era el ejemplo que seguía. En mis años de estudiante en Vratsa, la gente me preguntaba en cuál de los protagonistas de teatro me gustaría encarnarme. En aquella época participaba en las funciones teatrales que se organizaban en la Casa de la Juventud. Siempre escogía el rol de Botev, lo siento muy allegado y familiar por su personalidad arrebatada, ferviente y fogosa. Este búlgaro genial, que escribió sus obras hace 140 años, sigue de candente actualidad hasta hoy en día, sobre todo, por su poema “Elegía”, que es su poesía más vehemente en la que desenmascara y fustiga todo lo mezquino, vil e impuro en la naturaleza humana.
Este año se han cumplido 140 años del levantamiento de Abril y también se ha organizado un año más la marcha, este año jubilar, “Siguiendo los pasos del destacamento de Botev”, iniciada el pasado 27 de mayo en Kozloduy, en la orilla búlgara del Danubio y que culmina hoy, 2 de junio, en la zona de las Cordillera de los Balcanes, en la zona de Vratsa.
Cada año Filip Filipov, luciendo un uniforme insurgente, camina en las primeras filas de esta marcha: Tengo que confesar que esta marcha sí tiene su razón de ser. El año pasado participaron 700 menores de edad, este año los participantes han sido 1400. Cuando camino, recreando la imagen del Voevoda Botev, un entusiasmo increíble se va apoderando de la gente que grita, llora, grandes y pequeños vienen a besarme la mano. Este año el participante más joven en la marcha es de escasos 3 años de edad, y el de más edad, el abuelo Arun, que tiene 82. Este anciano y su esposa, marchan a mi lado como si fueran unos jovenzuelos, llevan en sus espaldas mochilas pesadas, pero no se quejan ni piden la ayuda de nadie. El búlgaro se ha encerrado en su caparazón tras sufrir tantos años de mentiras, engaños y actos de hipocresía. Para que se anime a abandonar su caparazón se le ha de hablar con la voz de la historia y hacerle recordar a estas personalidades emblemáticas que son Botev y Levski. Hay que hablar de ellos con sinceridad, recrear su imagen en forma auténtica, sin recurrir a invenciones ni ideologías en la descripción. Es entonces cuando el alma de los búlgaros se abre, retorna a la infancia y vuelve a sentir el orgullo y la emoción generados por la grandeza y la proeza de los héroes nacionales. Si el mensaje es sincero en ese momento, podrá cargar de optimismo y alegría al sufrido pueblo de Bulgaria.
Versión en español por Mijail Mijailov
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