En el marco de la reunión en Sochi de la organización para la cooperación económica regional en la cuenca del mar Negro, el ministro búlgaro de Exteriores, Daniel Mitov, se entrevistó con el titular de Exteriores de Rusia, Serguey Lavrov. En Bulgaria esta reunión era esperada con marcado interés no sólo por tratarse de la primera a este nivel desde hace dos años. El día anterior el jefe de la diplomacia búlgara había presentado ante el Parlamento de Bulgaria las posiciones de este país para la próxima cumbre de la OTAN en Varsovia. Las conversaciones han coincidido con una sucesión de mentís de que Bulgaria habría tenido la intención de participar en una flotilla regional para contrarrestar la creciente presencia rusa en el mar Negro. Poco después de la reunión de los ministros de Exteriores búlgaro y ruso, el primer ministro de Bulgaria, Boyko Borisov, señalaba que Mitov había acudido a la misma con la misión de tratar de normalizar, de ser posible, la posición extremadamente virulenta de Rusia con respecto a Bulgaria.
El ministro búlgaro de Asuntos Exteriores manifestó que su conversación con Serguey Lavrov había sido “muy abierta” y que había puesto sobre la mesa la mayoría de los problemas pendientes y aspectos problemáticos “que se han ido acumulando”.
En el contexto de su cometido Mitov volvió a asegurarle a Lavrov que Bulgaria no formará parte de una formación militar regional en la cuenca del mar Negro, que sus acciones en la zona transcurrirán exclusivamente bajo la égida de la OTAN y en conformidad con la Convención de Montreux que limita el plazo de permanencia en el mar Negro de navíos de guerra de países no ribereños del mismo. El jefe de la diplomacia búlgara también aseguró que Bulgaria no consideraba los ejercicios militares de la OTAN en el mar Negro como una medida contra Rusia, sino que veía en ellos la posibilidad de potenciar su defensa nacional. Resulta evidente que a pesar de estas ideas la superación del problema relacionado con la actividad naval en la zona no será función de cierta particular política nacional, sino de los contactos globales de la OTAN con Rusia.
Se presentan en forma similar las cosas en el sector de Energía que ha despertado fuertes tensiones en los contactos bilaterales. En sus conversaciones con Lavrov, el ministro búlgaro de Exteriores manifestó expresamente que “todos los proyectos energéticos en el territorio de Bulgaria se han de realizar obligatoriamente en conformidad con la legislación europea”. De esto se desprende que las expectativas del Ejecutivo búlgaro de que se descongele el proyecto de construcción del gasoducto “South Stream” y su incorporación a planes para construir en las afueras de Varna un centro repartidor de gas, tampoco son una función de la política nacional de Bulgaria y dependen de acuerdos entre Rusia y la UE. Son un aspecto problemático de las relaciones búlgaro-rusas las sanciones y contra sanciones entre la UE y Rusia pero las mismas tampoco dependen de la voluntad de Bulgaria y, como admitió el primer ministro Borisov, estas medidas de castigo probablemente no serán suprimidas este año y sólo se podrá esperar un alivio parcial en 2017 en el terreno del agro.
Probablemente por esto, a pesar de transcurrir en forma transparente, las conversaciones en Sochi entre los ministros de Exteriores búlgaro y ruso, básicamente les han dado cobertura los medios informativos búlgaros, mientras que los rusos las menospreciaron en forma espectacular. En cambio, las conversaciones de Serguey Lavrov con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglo, han sido calificadas de muy amistosas. El jefe de la diplomacia rusa no emitió comentario alguno sobre su reunión con su homólogo búlgaro, pero en lo tocante a la que había mantenido con Cavusoglu dio a entender que tras el incidente con el derribo del caza ruso por las Fuerzas Aéreas de Turquía, las relaciones entre Moscú y Ankara se iban normalizando y que estos contactos, incluso en el sector militar, se irán desarrollando.
Mientras en Sochi el ministro turco expresaba la disposición turca para una reunión precoz del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en Sofía, el primer ministro búlgaro, Boyko Borisov, comentaba que no planeaba reunirse con Vladimir Putin, porque tales reuniones se organizan cuando en ellas haya qué acordar o qué proponer. De lo anterior se sobrentiende que, hoy por hoy, no cabe esperar una normalización concreta de las relaciones de Bulgaria con Rusia y que tal normalización, de momento, no es más que una buena intención.
Versión en español por Mijail Mijailov
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