Bulgaria también ha tenido su resistencia armada contra el régimen comunista impuesto en el país tras un golpe de Estado. Hay más y es que este país es el primero que, armas en mano, se opuso al modelo estalinista de gobierno, instaurado tras la ocupación por parte del Ejército Rojo y el cambio forzoso del gobierno legítimo del país. Todo aquello sucedió mucho antes de estallar el alzamiento húngaro y de dejarse sentir el soplo de la Primavera de Praga. Sin embargo, la valentía y la actuación abnegada de los guerrilleros goryani han sido preferidas hasta hoy en día. Su historia no ha sido narrada en los manuales de historia, ni se ha situado al lado de los acontecimientos más entrañables para la memoria de la nación, tampoco se ha convertido en bandera ondeante de los ciudadanos contra las arbitrariedades del poder. No obstante, más temprano que tarde, igual al día del Juicio Final, llega el día en que la verdad abre los ojos y reclama rehabilitación.
Ya no reparto clemencia. El rasero que usan conmigo yo se lo aplicaré a Vds. Con estas palabras, Guerasim Todorov, comandante del destacamento número 6 de Pirin advierte, en carta, a los comunistas de la aldea de Vlaji que el pueblo no tolerará los asesinatos, los saqueos y las fechorías del poder rojo. En el año 1947 Todorov creó un grupo clandestino en la Macedonia del Monte Pirin, con el cual llevó a cabo acciones contra la macedonización forzosa y la política del Partido Comunista Búlgaro, PCB. No fue un hecho aislado el ejemplo de Guerasim Todorov, ya que desde 1944 hasta 1955 fueron librando combates en todo el país unos 600 destacamentos de estos guerrilleros goryani. Tenían su refugio en los bosques y de ahí provino su nombre, que significa los hombres del bosque.
Los goryani eran, en su grueso, campesinos a quienes se los había despojado de sus tierras, dice Atanás Kiriakov, autor del único documental dedicado a estos guerrilleros. Aquel despojo fue uno de los crímenes mayúsculos del comunismo, ya que al privar a los campesinos de sus tierras se les cortaba su cordón umbilical. Nos consta, de numerosas obras literarias, que un hermano mata a otro hermano por un pedazo de tierra y que, con la venta de una o dos parcelas de tierra, los padres enviaban a sus hijos a la ciudad para estudiar y formarse.
Por haber sido la tierra, arrebatada por la fuerza, un dolor común, las personas a nivel local, ofrecían asistencia a los goryani, les brindaban comida, cobijo, escondrijos. Es indicativo de la reacción del poder en aquella época un hecho muy elocuente: un ejército de nada menos que 30 mil efectivos fue enviado para combatir a un destacamento de sólo 80 guerrilleros goryani.
En los documentos de aquella época se notan el miedo y el pánico del poder, el empeño en desprestigiar premeditadamente a personas respecto a las cuales se carece de hechos, y también se observa el cambio incesante de los métodos y la organización para su eliminación. Estos documentos son aterradores, son más horrorosos que las propias narraciones de goryani sobrevivientes, dice el director del documental hablando de lo que había encontrado en los archivos de la policía secreta comunista. El sistema estaba existiendo gracias al miedo, gracias a una hipocresía increíble y a una “genial” política jesuita que transformaba a los hombres en rebaño. Estábamos viviendo en un Estado gris, los edificios eran de color gris, la ropa también, también debían ser grises las mentes para repetir todo cuanto un puñado de personas, que mangoneaban como Cresos, se empeñaban en imponernos.
El balance fue despiadado: el grueso de los goryani murieron en los combates, otros fueron sentenciados a la pena capital o recluidos en campos de concentración y prisiones. Cada vez más personas fueron dándose cuenta de que su lucha estaba condenada al fracaso y que la prometida ayuda de Occidente sólo se quedaría en palabras. Fueron menudeando, asimismo, las traiciones y los chivatazos, tan característicos en la historia patria, pero que sí tienen su explicación. Es que el régimen infiltraba a personas de confianza en las filas de los guerrilleros goryani para debilitar su cohesión y minar su fe en la victoria. Actualmente, el movimiento de los goryani ya está a punto de obtener su primer reconocimiento oficial. Se espera que el presidente de Bulgaria otorgue Post Mortem a 30 comandantes de destacamentos de guerrilleros sendas órdenes al Mérito Cívico.
Sin embargo, ¿será acaso rehabilitado íntegramente su ejemplo tan luminoso? He aquí lo que opina Nikolay Pankov, cuyo padre Panko Pankov suministraba armas a los goryani en la región de la ciudad de Sliven.
Es una iniciativa encomiable. Desgraciadamente, los nombres de los mártires están envueltos en el anonimato, sus huesos están desparramados por los montes, y muchas personas, incluso sus descendientes, no acaban de salir de su mutismo. Es justo lo que le pasó a mi padre quien, junto con otros sobrevivientes, se llevó el secreto a la tumba. Me alegraría mucho si se comenzara a hablar sobre la epopeya de los goryani con hechos veraces, si se mencionara con el debido respeto a las personas que habían empuñado las armas para defender su tierra y sus raíces. El comunismo no le ha perdonado a nadie. Debemos, por esto, recordar a los guerrilleros goryani quienes fueron los primeros en oponer resistencia armada, mucho antes de ocurrir los acontecimientos de rebeldía en Hungría y Checoslovaquia. Ojalá la verdad sobre estos guerrilleros sea conocida por todos.
Versión en español por Mijail Mijailov
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