Mucho antes de que en el mundo mágico de Harry Potter comenzaran a jugar al quidditch, los habitantes de un pequeño municipio hicieron añicos de las aburridas reglas de fútbol, comenzando a divertirse subidos a las espaldas de los animalitos de orejas largas. Lamentablemente, todavía nadie ha incluido a estos jugadores en las enciclopedias de curiosidades, y debería haberlo hecho, ya que Gurkovo es el único lugar en el mundo donde el fútbol está en las patas de los burros.

Cabe decir que el borrico allí está en un pedestal. Desde los patios en Gurkovo se suelen escuchar los rebuznos del animalito, los cuales por lo general están acompañados por una nube aromática. La aldea se encuentra en el Valle de las Rosas y sus habitantes tienen la fama de ser grandes maestros en el cultivo de las flores aromáticas que, desde luego, embellecen cada casa.

Volvamos a nuestra historia que está orientada a los burros. Estando en Gurkovo debemos echar un vistazo a su museo. Esa ciudad atrae a los curiosos turistas con uno de sus símbolos: un animal de perfil impresionante, orejas que sirven de radiogoniómetro y alma de filósofo.

En el museo se pueden ver tanto atributos vinculados con la cría y el uso del burro, como objetos originales de la vida cotidiana y otros utensilios, cuenta la curadora del museo, Katia Stoyanova. Algunos de los objetos datan del siglo XIX como, por ejemplo, las sillas de montar, las alforjas, el arado. También tenemos recipientes de arcilla, trajes típicos femeninos y toallas adornadas con bordados tradicionales. Hemos exhibido asimismo un burro disecado.

El museo abrió puertas en 2014 después de que el ayuntamiento ganara un subsidio europeo. Uno de sus antecedentes era una carrera de carros tirados por burros que fue organizada por primera vez en el año 1971. Entonces tres jóvenes de la localidad prometieron unas vivencias inolvidables a sus colegas de la universidad. Así organizaron la carrera con los burros. Esos jóvenes soñaban con ir a París en carros tirados por burros pero este sueño no se realizó a causa de las fronteras cerradas. Los vecinos de Gurkovo se enamoraron de esta diversión y la denominaron carrera bio. Así fue creada la tradición y los vecinos de Gurkovo comenzaron a reunirse cada año en el estadio de la ciudad con los burros que criaban en casa. Nadie sabe por qué tras la llegada de la democracia la competición fue suspendida. Era así hasta el año 2005 cuando la tradición fue restablecida.

En la carrera pueden tomar parte absolutamente todos quienes posean burros y un carro, no hay límites en cuanto a la edad y el sexo. Lo que no está permitido es el dopaje como los pimientos y los tábanos, prosigue Katia Stoyanova. Antes del inicio se averigua el estado de los dientes, las pezuñas y la actividad cardíaca de los burros. Ellos compiten en las disciplinas de carro mejor adornado, de enganche y desenganche más rápido, de un tramo recorrido en el tiempo más corto y una carrera sin silla de montar. Se juega fútbol borriqueño en que los jugadores montan sus asnos tratando de alcanzar el globo con los pies y meter un gol en la portería del adversario.



Lamentablemente, este año la reunión de personas y animales no tuvo lugar por una simple razón prosaica: los burros ya son camino de desaparecer. No sabemos si el próximo año se reunirá un número suficiente de animales para organizar la competición, comenta la curadora del museo. Ella, tras haber pasado seis años en el extranjero, regresó al lugar que le trae alegría y un poco de nostalgia. Todavía recuerda con tristeza a la burrita Marusia que tenía de niña: un animalito terco, resistente y con opinión propia. Hoy Katia Stoyanova opina que el burro es un animal subestimado que a veces recibe palizas por su terquedad. Deberíamos cuidar de este animalito, y no abandonarlo o matarlo, ya que está camino a desaparecer.

Versión en español por Hristina Taseva
Fotos: BGNES y starazagora.utre.bg