Tras haber devuelto también el Bloque Reformista el mandato que el presidente de Bulgaria, Rosen Plevneliev, le había encomendado para formar Gobierno, quedaba despejada la incógnita de si con el Parlamento actual se formaría tal Gobierno. La desaparición de esta incógnita cedió su puesto a otra, en torno a cuándo y cómo se celebrarán las elecciones parlamentarias anticipadas en el país. El que estos comicios ya sean inevitables ha sido destacado por el propio jefe de Estado cuando le devolvían el tercer y último mandato. Las posibles orientaciones de desarrollo en medio de la nueva situación han sido esbozadas en el transcurso de las consultas políticas extenuantes en los últimos 30 días pero no hay, a esta etapa, respuestas claras.
Lo que sí está claro es que la fecha para la celebración de los comicios anticipados deberá fijarla el presidente electo, Rumen Radev, puesto que el presidente saliente carece de tales poderes en los tres últimos meses de su mandato. Radev podrá ejercer este deber constitucional suyo únicamente tras tomar posesión de su cargo el próximo 22 de enero. Será entonces cuando también podrá designar un Gobierno de servicio que prepare la celebración de las elecciones. El Partido Socialista Búlgaro, PSB, con el apoyo del cual ha sido elegido el nuevo jefe de Estado, pretende elecciones a finales de marzo de 2017, mientras que el partido GERB las prefiere a comienzos de abril. La diferencia en el tiempo es escasa pero, probablemente, de no poca importancia para los dos partidos más grandes en el país. No obstante, lo que, en última instancia, importa más, es el asunto relacionado con las reglas conforme a las cuales se celebren los comicios.
El partido GERB aboga por respetar la voluntad de los electores, expresada con claridad meridiana en el referendo nacional celebrado simultáneamente con las recientes presidenciales, o sea, implantar en Bulgaria un sistema electoral mayoritario en dos vueltas. El acato de esta voluntad redundará, sin duda, en ventajas electorales para las fuerzas políticas defensoras de la misma, habida cuenta de que esta voluntad había sido expresada por 2,5 millones de electores. Según la totalidad de los expertos, un sistema mayoritario de este tipo favorecería a los partidos más importantes en el país como son GERB y el PSB. El problema es que este último es partidario de un sistema mayoritario de tipo mixto, distinto del pretendido en el plebiscito.
Es, igualmente, un dilema de peso si habrá que hacer el cambio en el sistema electoral ahora, o más tarde, cuando esto incumba a la siguiente legislatura parlamentaria. Cambios en el reglamento electoral habían sido depositados, y, encima, de manera bastante dramática, una semana antes de celebrarse el referendo y ahora no resultará aceptable para todos un cambio radical, nuevamente de última hora. Este cambio no lo aceptará ni siquiera el pequeño socio del partido GERB, de la saliente coalición Bloque Reformista, el cual lo considera “peligroso” y capaz de llevar al Parlamento a personas de dudosa reputación. Tampoco es aceptable para el Frente Patriótico, hasta no hace mucho aliado de esta coalición.
La idea de la implantación inmediata de un sistema mayoritario resulta igualmente inaceptable por el hecho de que la legislatura parlamentaria saliente carece de tiempo y de recurso político para acometer cambio tan serio. En medio de esta situación, las elecciones anticipadas regidas por un sistema mayoritario en dos vueltas aparecen como una perspectiva irrealista. Es una perspectiva falta de realismo pero no hay que descartarla por completo porque, según lo han puesto de manifiesto los intentos por la formación de un Gobierno, los inesperados giros son en Bulgaria una práctica política que no se debe subestimar.
Versión en español por Mijail Mijailov
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