El mar Negro es un mar interior y forma un ecosistema único en su género por desembocar en él unos 300 ríos. Según los estudios efectuados, un 70 % de todos los desechos y materias contaminantes en el mar Negro provienen de los 6 países ribereños: Bulgaria, Rumanía, Georgia, Rusia, Turquía y Ucrania. En la porción noroeste del mar, que linda con Ucrania, Rumanía y, parcialmente, con Bulgaria, las aguas son de poca profundidad y son hábitat para la mayoría de las especies marinas. Por desgracia, este ecosistema va muriéndose inexorablemente a causa de la llamada “hiper fertilización”. Los ríos caudalosos que desembocan en el mar contienen cantidades cada vez más importantes de fosfatos y nitratos que provienen de las aguas residuales comunales, de los diferentes tipos de producción y de los fertilizantes empleados en la agricultura. Eso está provocando un desarrollo masivo del fitoplancton que en los últimos treinta años ha aumentado más de 10 veces.
A comienzos de los años 90 del siglo pasado, los seis países ribereños del mar Negro suscribieron una serie de actas relativas a este embalse. Se trata de la Convención para proteger el mar Negro contra la Contaminación, de la Declaración de Odesa y del Plan Estratégico para la Conservación del mar Negro. No obstante ello, la contaminación del mismo no ha cesado. Por esta razón, la Fundación “Balcanes Verdes” en colaboración con la Fundación para Estudios Marinos de Turquía, ha creado el proyecto Black Sea Watch.”
Colaboren Vds. en los estudios científicos y en la conservación del mar. Cualquiera de nosotros puede hacerlo, exhorta Dimitar Popov, presidente de “Balcanes Verdes”, y agrega: El objetivo principal del proyecto apunta a crear herramientas que sean ampliamente accesibles para la inclusión de muchas personas en los estudios de la diversidad biológica del mar Negro. Me refiero a una aplicación móvil y a un sitio web que ofrecen a toda persona aficionada a la conservación de la naturaleza y preocupada por su estado, la oportunidad de dejar constancia de sus observaciones de las distintas especies en la zona costera y en el entorno marino. El proyecto está siendo subvencionado en el marco del programa “Diálogo por la sociedad civil”. Se trata de uno de los programas de preadhesión, desarrollados por la República de Turquía.
La aplicación Black Sea Watch se ha activado hace unos meses y toda persona la puede subir a su móvil. Para el registro se necesita únicamente enviar un email válido al cual se dará luego confirmación. Después uno ya puede ir tirando fotos de distintas especies de la flora y la fauna que habitan las zonas del mar Negro, y señalar el día, la hora y el lugar en que se ha hecho la respectiva foto. Los administradores de esta plataforma son expertos en el estudio de los diferentes grupos de organismos y podrán definir con precisión los que aparecen en las fotos, antes de incorporarlos al mapa.
Forma parte del proyecto también la edición de un libro para niños, en los idiomas búlgaro, inglés y turco. El libro tratará de una historia fascinante, la del encuentro que se produce entre una chica, Meriam, y Fany, el delfín que habla. En un lenguaje accesible y apasionante el libro familiarizará a los menores de edad con los problemas y los peligros ante los moradores del inmenso mundo submarino.
El pequeño delfín Fany se lo enseña y explica todo esto a la chica, señala Anelia Pavlova, una de las autoras del libro, y prosigue: El delfín inicia, acompañado por Meriam, un paseo esperando que cuando ésta se entere de las amenazas para el mar Negro podrá informar sobre ellas a los mayores y así la información llegará a un mayor número de personas capaces de hacer algo. En este recorrido, de repente, se cierne sobre los dos una gran sombra oscura que está emitiendo sonidos tan fuertes que a la chica comienza a dolerle la cabeza. Los sonidos son provocados por los sonares de los barcos y son perniciosos para los delfines y los mamíferos marinos más grandes. El delfín y Meriam se esconden en una cueva en la que comienzan a brillar unas lucecitas y así Meriam aprende de la existencia de unas medusas pequeñas pero muy peligrosas. Se entera de que éstas se comen la hueva de los peces y que han llegado al mar Negro de los remotos océanos, en el agua de lastre de los barcos. Cuando las pequeñas medusas se comen los huevecillos de los peces ya no hay peces suficientes como comida de los delfines, ni pescado para los humanos. Los dos amigos prosiguen su recorrido submarino y se topan con una bandada de peces, boquerones. Los boquerones son sometidos a una pesca excesiva que no les permite crecer del tamaño natural. Se quedan tan chiquitines que no tienen tiempo para reproducirse.
El mar esta enfermo y su capacidad de autodepuración ya no es capaz de protegerlo y salvarlo de la irresponsable intervención humana. Por esto, todo tipo de asistencia y ayuda tiene su importancia .La conservación del ecosistema del mar Negro depende de todos y de la intensificada cooperación internacional en este terreno.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: greenbalkans.org
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