Mientras el Estado se va distanciando cada vez más de los desvelos por los refugiados y por la revocación del decreto para su integración, afronta el riesgo de ser castigada por la UE, mientras la Fiscalía se niega a buscarles responsabilidad por sus desmanes a los nacionalistas que se empeñan en expulsar a familias con estatuto de refugiados y siembran el odio entre los búlgaros y los extranjeros, la integración de los migrantes y el mejoramiento de la calidad de su vida dependen básicamente de la caridad de las ONGs.
Ya en este mes de abril a las escuelas de Sofía en que estudian hijos de refugiados llegarán voluntarios que les ayudarán a estos alumnos en el aprendizaje de la lengua búlgara. Se trata del programa más reciente de “Cáritas-Sofía” para las personas que huyen de conflictos bélicos.
Cáritas - Sofía tiene varios proyectos y un centro para la integración de refugiados y migrantes que se llama “Santa Ana”, dice Diana Nédeva, coordinadora de la unidad de Voluntarios en esta organización. En el marco de estos proyectos trabajamos con menores de edad y adultos en los centros de acogida y registro, y con gente domiciliada fuera de los mismos. Lo más novedoso que estamos a punto de acometer es que grupos de voluntarios ayuden a los hijos de refugiados en el aprendizaje del idioma búlgaro. Por ahora el proyecto actual sólo se aplicará en Sofía y se llevará a cabo en los planteles en que estudian estos niños. Se prevé que los voluntarios atiendan a estos niños al menos una vez a la semana durante una hora astronómica. Los niños necesitan ciertamente este apoyo complementario, ya que el búlgaro no es su idioma materno y, además, algunos acaban de llegar a Bulgaria. La formación se ofrecerá antes o después de las clases, y el respectivo voluntario se reunirá a la vez con uno o varios menores de edad, en función de su edad y su número en el determinado centro docente. Por lo general, se atenderá cada caso concreto procurándose organizar de la óptima forma esta asistencia.
A pesar de que no exista una estadística precisa sobre cuántos de todos estos niños frecuentan la escuela, consta que a finales de 2016, según datos de la Agencia para los Refugiados, del total de más de 2 mil menores de edad, alojados en centros de acogida, sólo 55 niños traspasaron el umbral de una escuela. En la organización caritativa de la Iglesia Católica consideran que los hijos de refugiados no reciben apoyo suficiente en el aprendizaje de la lengua búlgara. Otro problema que en ocasiones afrontan los hijos de refugiados es el comportamiento hostil por parte de sus compañeros de clases. Hay que hablar tanto con los padres de los alumnos búlgaros como también con éstos tratando de disipar las ideas preconcebidas, ya que es la falta de información la que genera recelos, estima Margarita Spasova, coordinadora del proyecto “Refugiados”, de Cáritas – Sofía.
En este sentido, es sumamente importante que la comunidad local se incorpore a las actividades integracionistas, utilizando incluso proyectos de voluntariado, dice Spasova y agrega: Nuestros voluntarios son personas de formación diferente, de profesiones distintas, no todos son búlgaros, pues contamos también con estudiantes universitarios extranjeros en Sofía y es sumamente importante ver a esa gente trabajando en aras de una causa común. Es que al tratar con los solicitantes de asilo van aprendiendo cosas de cualquier naturaleza y comprueban que mucho de lo que están leyendo y escuchando, en realidad no es cierto. Cuentan con la oportunidad increíble de establecer un intercambio cultural y conocer a los refugiados en carne y hueso, o sea a las personas auténticas que están detrás de la estadística y los números.
La Iglesia Católica, pese a constituir una comunidad más pequeña en Bulgaria, por medio de su organización Cáritas, muestra preocupación y caridad con respecto a las personas que huyen de las guerras. Resta preguntarnos, ¿cuándo la Iglesia Cristiana Ortodoxa búlgara hará un gesto similar?
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Archivo personal
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